Salamanca es mundialmente internacional por su Puente Romano, el primero que se construyó en la capital charra para salvar el obstáculo natural que supone el río Tormes. El paso del tiempo no ha impedido que este puente, cuya construcción se remonta nada más y nada menos que a la segunda mitad del siglo I, haya sobrevivido, impasible a las peores catástrofes, como las violentas inundaciones y descomunales riadas propiciadas por las lluvias a lo largo de los siglos.
No muy lejos del Puente Romano, se erige el puente Enrique Estevan, que toma su nombre del concejal que lo impulsó a finales del siglo XIX. Las obras se iniciaron en 1902 teniendo como base el proyecto del ingeniero navarro de caminos Saturnino Zufiaurre, quien fue discípulo de Gustave Eiffel, el artífice de la eterna y mundial torre parina que se erige orgullosa al lado de los Campos de Marte de la capital francesa. El puente ha sido objeto de rehabilitaciones a lo largo de sus de cien años de liderazgo urbanístic , dado que ha venido aglutinando diariamente el paso de vehículos para entrar en el centro de la ciudad y para salir de él, conectando de esta forma con los barrios del área trastormeina. En el año 2016 el puente saltó al primer plano de la actualidad informativa local, dado que obtuvo, por fin, el título de Bien de Interés Cultural (BIC), otorgado por la Junta de Castilla y León.
A estos dos puentes emblemáticos hay que sumar algunos mas para vencer la barrera fluvial del río. Estamos hablando, por ejemplo, del puente Sánchez Fabrés, que muchos salmantinos lo conocen popularmente como el puente de Salas Bajas. Data de la década de los 70 del pasado siglo y responde al proyecto que confeccionó el ingeniero Manuel Sánchez Fabrés.
Otro puente de especial importancia para el tráfico rodado es el puente de la Universidad o puente del VIII Centenario, de una gran largura y trazado jerárquico y que enlaza el barrio de Chamberí con la zona del Complejo Asistencial Universitario, cruzando por encima del verde parque de Huerta Otea.
Pero todavía hay más. Es el caso del puente Felipe VI, bautizado en un primer momento como puente Príncipe de Asturias, construido a finales de los 90 y que enlaza el barrio trastormesino de San José con el céntrico paseo de Canalejas.
En lo que se refiere a los pueblos del alfoz salmantino nos encontramos con un puente fundamental, como es el puente Juan Carlos I, que une la localidad de Santa Marta con La Aldehuela en la capital salmantina y que constituye un nexo fundamental para el paso del tráfico rodado.
Cambio cualitativo
Pero, sin duda alguna, la apuesta de las instituciones salmantinas en estos últimos tiempos pasa por la construcción de pasarelas peatonales y no de puentes. Un ejemplo es la pasarela que comunica el barrio del Zurguén con el polígono de Los Montalvos, o la pasarela sobre el arroyo del Zurguén, que une peatonalmente el parque Elio Antonio de Nebrija con las contiguas pistas de atletismo. Y, por supuesto, está jugando un papel clave en los últimos años para mejorar las comunicaciones entre los ciudadanos de la capital salmantina y Santa Marta de Tormes la moderna pasarela peatonal que comunica esta localidad del alfoz con la zona de La Aldehuela. Es un paso obligado para centenares de peatones de forma diaria.
El último capítulo en esta particular historia de los puentes y pasarelas de Salamanca es la construcción de la nueva pasarela que enlazará Huerta Otea con el barrio trastormesino de Tejares. Se trata, sin duda alguna, de la infraestructura más ambiciosa y costosa desde el punto de vista presupuestario de estos últimos años en materia de comunicaciones urbanas en el término municipal de la capital salmantina. Las obras prácticamente han finalizado y la pasarela ya conecta las dos márgenes del río, aunque faltan todavía algunos flecos y remates para que se pueda abrir e inaugurar, algo que presiviblemente será una plena realidad este próximo otoño.
La nueva pasarela es una estructura metálica que tiene una longitud de 167 metros. Su construcción se realizó durante el período invernal, cuando la Confederación Hidrográfica del Duero obligó a paralizar la obra en el cauce. La estructura dispone de cuatro pilas en el cauce del río, en forma de V, con un travesaño superior situado a media altura que permite dar apoyo al tablero a través de aparatos de apoyo de neopreno zunchado. Dichas pilas, que se elevan sobre la rasante 5,25 metros, sirven, además, como punto de anclaje de los tirantes. En total, la obra cuenta con un presupuesto de casi 1,5 millones de euros y está enmarcada dentro de la Estrategia Edusi Tormes +, que cuenta con una financiación total de 24 millones de euros, repartidos entre el Ayuntamiento de Salamanca y la Unión Europea.
Del Imperio Romano a una pasarela ultramoderna para este 2021. Así se resume, en definitiva, la historia de una ciudad que ha tenido que construir puentes y pasarelas para los habitantes de las dos márgenes del río.