Próximamente se iniciará la obra de reforma de la calle Álvaro Gil. Una obra necesaria pero que traerá muy pocos cambios en la configuración de la vía pública. Lo único positivo, el cambio de las conducciones de agua a fin de evitar las inundaciones que se producen cuando la lluvia cae con intensidad en la ciudad.
Sobre el resto, nada se avanza. La calzada se unifica con unas dimensiones de 6,75 mts mientras que las aceras, hoy reducidas, se mantienen e incluso se reducen. A fecha de hoy, la acera más estrecha tiene 2,10 mts. Con la nueva configuración, se reduce hasta los 2,02 mts, alcanzando los 2,34 en su parte más ancha.
Esta hubiera sido una buena oportunidad para hacer una calle más accesible para los peatones. Con la anchura de la calle, no parece necesario mantener los dos carriles de circulación actuales. Y menos aún con la limitación de velocidad a 30 Kms/hora que tiene actualmente la vía. Meter ese volumen de tráfico por una calle estrecha solo conduce a tener retenciones en el cruce de ésta con Carmelitas.
"Ir en fila india no es buena solución"
Este es el único cambio que hubiera sido positivo para la ciudadanía. La accesibilidad tiene que implicar que se puede andar por la vía publica sin problemas para que se crucen las personas, y sin que suponga problema para quienes tienen que transitar en silla de ruedas, con un carrito de bebé o de la compra. Ir en fila indica no es una buena solución.
Para Carmen Díez, concejala de Podemos en el Ayuntamiento, “con la obra nueva, no se produce ningún cambio para los peatones que tienen que transitar por unas aceras muy estrechas, sin apenas mobiliario urbano y sin espacio para arbolado o vegetación arbustiva”.
Ante la falta de espacio para la plantación de arbolado, el Ayuntamiento propone una solución que consideran novedosa: que las flores se cuelguen desde las farolas. Esto no es una solución, es un parche con muy poco recorrido. Lo que tiene que ofrecer la mejora de la accesibilidad es más espacio, no mejoras estéticas que en nada van a redundar en un medio ambiente más sano.
El tránsito por la calle Álvaro Gil seguirá teniendo dificultades después de una inversión de un millón en la obra. Se gasta dinero publico pero solo redunda en beneficio del tráfico de vehículos, nada en beneficio de la accesibilidad. Y eso no es lo que la nueva configuración de las ciudades indica. Hoy día se prefieren calles más anchas, con posibilidad de transitar por ellas con comodidad, pero también que sean espacios de descanso, de encuentro y de disfrute.