Un gigante de hierro de aires parisinos con 112 años de historia en el centro de Salamanca
La última remodelación del Mercado Central de Abastos realizada por el Ayuntamiento, que incluyó la instalación de vidrieras art déco, ha realzado el valor monumental y turístico de un edificio que fue ideado por el mismo arquitecto que construyó la Casa Lis
4 octubre, 2021 07:00Noticias relacionadas
El Mercado Central de Salamanca es el mercado de abastos más antiguo de la ciudad y, aunque habitualmente no suele figurar en ese singular y emblemático elenco de monumentos de la capital salmantina que se destacan en Internet, sí cuenta con un especial valor arquitectónico digno de mención. De hecho, los últimos arreglos que ha realizado el Ayuntamiento en el inmueble, uno de los pocos exponentes del Modernismo que tiene la ciudad de Salamanca, han permitido realzar su especial valor arquitectónico y estético.
Ubicado en la Plaza del Mercado junto a la Plaza Mayor y a escasos metros de las principales zonas comerciales de la capital, muchos de los salmantinos que lo frecuentan diariamente para hacer sus compras desconocen que se trata de una obra arquitectónica protegida con más de un siglo de antigüedad. Concretamente atesora 112 años de historia y hoy en día es visita obligada en toda ruta turística por Salamanca, ya que además de la aportación estética de la belleza del edificio, en esta plaza se pueden adquirir los productos tradicionales de la provincia, las mejores carnes, pescados y hortalizas y todo tipo de establecimientos de servicio, todo ello gracias a los 53 puestos de venta distribuidos por sus dos plantas. Para miles de salmantinos, comprar en el Mercado Central es siempre garantía de calidad alimenticia.
Pero, al margen de su faceta de mercado suministador de productos alimenticios, desde el punto de vista estrictamente artístico el Mercado Central tiene un especial interés, dado que es uno de los pocos edificios modernistas que hay en Salamanca y su creador, el arquitecto jerezano Joaquín de Vargas Aguirre, fue también el arquitecto que diseñó la Casa Lis, inconfundible expresión del Modernismo y sede desde hace varias décadas del Museo de Art Noveau y Art Déco, de fama internacional.
Si se bucea en la historia, nos encontramos con que Salamanca contó con un mercado en esta zona de la ciudad desde el siglo XV. En aquella época y durante toda la Edad Moderna, estuvo situado en la antigua plaza de San Martín, que abarcaba el espacio que ahora ocupan la Plaza Mayor y las plazas del Corrillo, Poeta Iglesias y del Mercado. Esta zona concentraba la mayor parte de la actividad comercial de la ciudad y era tal su tamaño que se llegó a decir de ella que era una de las plazas más grandes de la Cristiandad. Atestiguan los estudiosos de la historia de Salamanca que los comerciantes se agrupaban según su actividad comercial y los distintos gremios fueron dando nombre a los lugares donde vendían. Así, la actual plaza del Mercado fue conocida como Carboneros y más tarde como plaza de la Verdura, entre otros nombres. A finales del siglo XIX se propuso construir un espacio cubierto donde fuera más higiénico vender los alimentos y en 1909 el Mercado Central de Abastos fue inaugurado.
Si los principales monumentos de Salamanca se caracterizan por el empleo de la piedra de Villamayor, como sucede con la Catedral, la fachada del Edificio Histórico de la Universidad o la Catedral, el hierro también tiene su propio espacio y fue utilizado para construir otras importantes infraestructuras de la ciudad, como la citada Casa Lis, el puente Enrique Estevan y el Mercado Central de Abastos.
La historia de este particular gigante se hierro no tiene desperdicio. Se inauguró en abril de 1909, si bien es cierto que el proyecto data del año 1898, por lo que se tardó once años para que la ideal inicial se materializara en el edificio que hoy conocemos. La construcción, que contó con un presupuesto de 429.000 pesetas de la época, tiene unas dimensiones de 44 por 40 metros y dos plantas sobre un solar de 2.030 metros cuadrados. Entronca en sus líneas generales con la familia de los grandes mercados, estaciones y pabellones de exposiciones de la primera Arquitectura del Hierro.
Precisamente, esta construcción de hierro forjado de estilo modernista cuenta con unos singulares paneles de vidrio, al estilo de los ideados por el genial ingeniero francés Gustave Eiffel, creador de la torre más emblemática del mundo que lleva su nombre: la Torre Eiffel, situada en los Campos de Marte de París. Y es que la huella francesa se encuentra muy presente, dado que el mercado salmantino fue construido siguiendo la pauta de los grandes mercados parisinos, conocidos como las 'Halles' de París, que se levantaron a mediados del siglo XIX en el centro de la capital francesa. Las 'Halles' desaparecieron en el año 1968 al transformarse en un centro comercial. Sin embargo, el mercado salmantino ha logrado perdurar.
Remodelaciones
El paso del tiempo también ha afectado a la estructura del mercado salmantino, aunque hubo que esperar al año 1982 para que se llevara a cabo una profunda restauración. Más recientemente, en el año 2015, las instaciones permanecieron cerradas durante cuatro meses para ejecutar una reforma estructural del edificio, que incluyó la impermeabilización del suelo, el cambio de tuberías y de la instalación eléctrica, la restauración de las bóvedas, la reforma de los servicios y el arreglo de la fachada exterior. También fueron renovados y mejorados los puestos de los propios vendedores.
La última resturación se acometió en el año 2019. El Ayuntamiento desembolsó entonces 225.000 euros para realzar la belleza arquitectónica del edificio. Los trabajos consistieron en la instalación de 33 cristales de estilo art decó en las vidrieras de puertas y ventanas, el arreglo de las cornisas y las rejas históricas, el saneamiento y limpieza de la fachada, así como la mejora de la ventilación del mercado durante los periodos veraniegos. Con todas estas mejoras, el Mercado Central de Abastos no solo sigue cumpliendo su función cotidiana e imprescindible de venta de carne, pescado, hortalizas y frutas, sino que ha conseguido dar visibilidad a su historia y convertirse en un reclamo turístico más de la capital del Tormes, lugar de paso obligado para todos aquellos foráneos que quieran conocer los encantos monumentales de Salamanca.