La Reina Sofía ha retornado hoy a la Universidad de Salamanca, justo tres años después de su última visita al Estudio salmantino. En noviembre de 2018 entregó en el Paraninfo de las Escuelas Mayores el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana al escritor venezolano Rafael Cadenas. Esta tarde y en el mismo escenario, Doña Sofía ha entregado el XXX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana a la poetisa portuguesa Ana Luisa María Amaral.
La escritora lusa ha reivindicado en un emotivo discurso la fuerza de la poesía como "la voz de los sin casa y de los sin nada" y ha señalado que "paradójicamente la poesía puede unir la alegría y la violencia". Ha advertido también de los riesgos de los tiempos actuales, como "las dictaduras y la pandemia" y ha subrayado el poder y la fuerza de la poesía "para tender puentes". Además, ha expresado su "enorme honor" por ser el tercer literato portugués que recibe este premio.
Tras una condensación de agradecimientos personalizados en quienes han propiciado tal éxito, Ana Luisa Amaral hizo un especial agradecimiento a "tantas mujeres cuya lucha durante siglos y en su osadía por atravesar territorios que la sociedad les decía que no les pertenecían, como la escritura, abrió caminos" por los que ella transcurrió después. En su ánimo por tender puentes entre España y el país vecino, Amaral recordó que sus padres se casaron en Badajoz en 1955. “Quizás yo empecé allí a existir, no como un yo, sino como promesa de un yo”, señaló. Su padre decidió contraer matrimonio en la ciudad extremeña, dado que su profesión era la de militar y temía ser reclutado y movilizado, por lo que optó por casarse en España.
En este sentido, la poetisa puntualizó que ambos territorios, incluso manteniendo sus identidades, “solo están separados por unas líneas imaginadas por humanos”. Así, recordó momentos de su infancia cuando se mudó al norte del país luso, donde reside en las inmediaciones de Oporto, concretamente en la localidad de Matosinhos, y leyó un poema que escribió entonces sobre los iconográficos puentes de la ciudad portuguesa. Además, recordó que estuvo entre los diez y los 16 años en un colegio de monjas españolas donde aprendió a “hacer churros y empanadillas de atún con tomate”.
“Esos puentes que el arte construye, en mi caso la poesía, es lo que nos une a todos. La poesía es un lenguaje de intensidades que no está sujeto a las leyes del mercado, ni está regida por las normas del capital. El arte tiene una función simbólica. la poesía, como el arte, está inscrita en las fisuras del deseo de totalidad”, definió la escritora, advirtiendo a su vez que, por eso, “las dictaduras tiemblan cuando no logran coartar el arte, porque la poesía refleja también la voz de los sin voz y los sin nada y fusiona el pasado y el presente con el futuro”.
De igual manera, la poeta galardonada en Salamanca aseguró que, "a veces, un poema puede apaciguar el horror del mundo", ya que "todos estamos expuestos a una condición común, la de la fragilidad". Tras realizar un alegato sobre la verdad, agradeció la creación de este premio porque “es fundamental ‘acariñar’ el arte y la poesía, aún más en estos tiempos en los que puede estar en riesgo la pérdida de lo humano, y con ello, la pérdida de la libertad". Así, Amaral reafirmó la importancia de "la no complacencia", en el sentido de "disidencia"” ahora que "amenazan con nuevas dictaduras". "El arte debe conducirnos a un sentido de pertenencia y de compasión, de sentir juntos porque ‘yo no existo sin el otro’. Este es para mí el milagro de la poesía”, concluyó la poeta ante el prolongado aplauso del público que prácticamente llenó el Paraninfo.
Aportación indiscutible
Por su parte, la presidenta del Consejo de Administración de Patrimonio Nacional, Ana de la Cueva, destacó el homenaje que el acto brindó a las letras iberoamericanas y a sus lazos culturales por iniciativa de la Corona. De la Cueva tuvo un agradecimiento especial a la Reina Sofía este año, pues se cumple la trigésima edición del premio y su celebración "permite mostrar la recuperación paulatina de la normalidad tras la pandemia".
La presidenta de Patrimonio Nacional quiso subrayar el valor literario de la obra de Ana Luisa Amaral con "su particular análisis del mundo desde la perspectiva de una mujer" que supone una aportación indiscutible" al patrimonio que representa y manifestó su deseo de que este reconocimiento sirva para difundir aún más su obra. "En palabras de la propia Amaral, todo es ‘poetizable’. Nos enseña a admirar mostrando la belleza oculta en lo pequeño. Lo cotidiano y lo trascendente se implica en su lírica porque todos somos parte de un todo".
Ana de la Cueva reconoció en la poeta galardonada su capacidad para convertir "algo tan íntimo como la poesía en una herramienta de comunicación social para denunciar las mayores injusticias". En este sentido, incidió en que "la poesía es el antídoto de la barbarie y el odio". "La obra de Amaral nos sacude y nos despierta para enfrentarnos a las injusticias, presentes y futuras, pero también nos hace regresar a los sentimientos, a los olores", definió.
Así, la presidenta de Patrimonio Nacional aseguró que "la literatura está en deuda con esta incansable autora y su inagotable obra". Entre otras cuestiones porque, según manifestó, Amaral fue pionera en la introducción de las investigaciones de género en el ámbito universitario portugués y sus poemarios han sido publicados a lo largo y ancho del mundo, además de haber acumulado numerosos premios. "La poesía es una arte en el que cabe todo y que tiene la capacidad para cambiar el mundo, así que ahora agradecemos más que nunca su poesía cotidiana, ética y comprometida", concluyó.
Una constelación de palabras
El rector en funciones de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero, fue el encargado de abrir el acto presidido por la Reina Sofía, quien le otorgó el uso de la palabra en primer lugar. Rivero dio la bienvenida a los presentes a "la casa del saber" y "referencia del humanismo ilustrado" en el Paraninfo de las Escuelas Mayores, un lugar "luminoso" gracias a la poesía de la galardonada, según las palabras que el rector le dirigió al inicio de su locución. "El afecto a la poesía y haber hecho del amor al lenguaje una forma de vida nos congrega a quienes os leemos", significó.
Ricardo Rivero recordó que hace "no tanto tiempo" que tuvieron que cerrarse las fronteras entre España y Portugal", pero celebró que "esos puentes ya están otra vez abiertos" para magnificar el hecho de que en la Universidad se forman lazos de unión transfronteriza.
Antes de la lectura del acta del jurado fechada el pasado mayo en el Palacio Real de Madrid por parte de su secretaria, María Mar Soliño, tuvo lugar una interpretación musical a cargo de Sara Ruiz, viola de gamba, y Rafael Muñoz, tiorba, quienes tocaron dos piezas de Marin Marais en honor a los ganadores del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana que fallecieron durante los años 2020 y 2021. El acto, que contó con la presencia de la delegada del Gobierno, Virginia Barcones, el consejero de Cultura, Javier Ortega, el presidente de la Diputación de Salamanca, Javier Iglesias, y el alcalde de la ciudad, Carlos García Carbayo, concluyó con la interpretación del ‘Gaudeamus Igitur’ por parte del Coro Universitario.
Trayectoria literaria
Ana Luisa Amaral es una voz fundamental de las letras portuguesas de las tres últimas décadas. Profesora en la Universidad de Oporto y doctora en la poesía de Emily Dickinson, en los últimos años ha sido galardonada con los premios de la Fondazione Terzo Pillastro (2018) y de la Asociación Portuguesa de Críticos Literarios (2019) y condecorada con la Medalla de la Ville de Paris y las Medallas de Oro de Matosinhos y de Oporto.
Adscrita a la generación portuguesa de los 80, su irrupción en el espacio público en 1990 fue inmediatamente inscrita en sus justos términos como poeta, mujer y feminista, con una determinante acomodación a los estudios feministas y de género. Su poesía ha sido traducida a varios idiomas y publicado en una decena de países, como Francia, Brasil e Italia.
Ana Luisa Amaral une así su nombre a una extensa relación de escritores ganadores del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, prestigioso galardón convocado conjuntamente por la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional y dotado con 42.000 euros.
Los poetas galardonados desde 1992 hasta la actualidad han sido los siguientes: Gonzalo Rojas (Chile), Claudio Rodríguez (España), Joâo Cabral de Melo Neto (Brasil), José Hierro (España), Ángel González (España), Álvaro Mutis (Colombia), José Ángel Valente (España), Mario Benedetti (Uruguay), Pere Gimferrer (España), Nicanor Parra (Chile), José Antonio Muñoz Rojas (España), Sophia de Mello Breyner (Portugal), José Manuel Caballero Bonald (España), Juan Gelman (Argentina), Antonio Gamoneda (España), Blanca Varela (Perú), Pablo García Baena (España), José Emilio Pacheco (México), Francisco Brines (España), Fina García Marruz (Cuba), Ernesto Cardenal (Nicaragua), Nuno Júdice (Portugal), María Victoria Atencia (España), Ida Vitale (Uruguay), Antonio Colinas (España), Claribel Alegría (Nicaragua), Rafael Cadenas (Venezuela), Joan Margarit (España), Raúl Zurita (Chile) y Ana Luísa Amaral (Portugal).