Willian y Wilson son dos chavales de 15 años que viven como cualquier otro joven de su edad: van al instituto, estudian por las tardes en casa y, cuando los martes, jueves y viernes dan las 18.00 horas, comienzan a prepararse para ir a entrenar y compartir buenos momentos con sus amigos en los campos municipales ‘Toñete’, donde se ejercitan los equipos de la base del Ciudad Rodrigo, el club de su pueblo. Hasta aquí todo normal. Sin embargo, cuando llega el fin de semana, también lo hace la decepción, al ver cómo, jornada tras jornada, sus compañeros pueden disputar los encuentros oficiales de su equipo en Primera División Cadete mientras ellos observan todo desde la grada. Y no por una decisión técnica de su entrenador, porque el club no les deje jugar los partidos o porque ellos no quieran hacerlo. Todo se debe a una normativa elaborada en un despacho a miles de kilómetros de su casa para tratar de evitar las políticas de contratación de ‘perlas’ internacionales a edades demasiado tempranas por parte de grandes clubes como Real Madrid, Barcelona, PSG, Manchester City o Juventus de Turín, pero que ha acabado afectando a Willian y Wilson, informa Ical.
La FIFA, hace más de una década, decidió limitar al extremo los traspasos de menores entre clubes a nivel internacional para evitar que los grandes colosos se hiciesen con niños que apenas pasaban de la década de existencia bajo la premisa de que, por un lado, se desarraigaban de su lugar de origen, donde estaban sus amigos y familias y, por otro, para evitar que se convirtiesen en el modo de sustento de estas últimas.
Ese fin loable se encontró con un problema de entidad que aún hoy no ha sido resuelto: al no permitir tampoco la inscripción de menores nacidos en otro país, a no ser que acrediten al menos cinco años de residencia en el lugar en el que quieren jugar, estos jóvenes y sus clubes se encuentran con una odisea burocrática y documental para poder demostrar no solo esa premisa inicial, sino toda una serie de requisitos exigidos por la FIFA para completar la inscripción.
Con ese engranaje lento y tedioso se han encontrado Willian y Wilson, que este año decidieron dar el salto desde el fútbol escolar al federado y, con ello, se han topado con la burocracia FIFA. Tal y como explica a Ical su madre Saula, “todo fue normal al principio”, cuando desde el club pidieron el DNI de los jugadores que, aunque nacidos en Coimbra, tienen la doble nacionalidad hispano-brasileña: la segunda por ser la de sus padres y la primera por llevar viviendo en España, concretamente en Ciudad Rodrigo, desde que apenas contaban con un mes de vida.
Pero una vez que las fichas tramitadas por el club llegaron a Salamanca, saltó la ‘alerta roja’ de la FIFA: al figurar su lugar de nacimiento en otro país, aunque Ciudad Rodrigo y Coimbra estén separadas por una distancia menor de la que hay entre Madrid y Cádiz, comenzaron las peticiones de documentación. Así, entre los padres de los chicos y el club tuvieron que enviar certificado de empadronamiento tanto de los jugadores como de sus progenitores, documentos relativos a la situación de estos últimos e incluso una declaración jurada constatando que los jóvenes nunca habían estado federados en otro país y que llevaban más de cinco años residiendo en España… pese a tener la nacionalidad.
“Es discriminatorio”, denuncia Saula, que afirma, con conocimiento de causa, que esta situación “solo se da en el fútbol”, puesto que los chicos “estuvieron federados en kickboxing y no tuvieron ningún problema”. A esa queja se une ahora la tardanza, porque la documentación lleva varias semanas enviada y ni la madre ni los jugadores entienden “porqué tarda tanto si está todo en regla”, lo que está conllevando que tanto Wilson como Willian lleven siete jornadas sin poder disputar ni un minuto en partido oficial y que incluso uno de ellos se plantee dejar el fútbol porque “están cansados y sufren mucho viendo al equipo jugar y no pudiendo entrar”.
Algo de luz aporta al respecto uno de los técnicos del Ciudad Rodrigo, Agustín Martín, que señala que, según le han comentado al club desde la Federación provincial de fútbol de Salamanca, “los papeles tienen que pasar y ser validados por la Federación de Castilla y León, después por la Federación Española de Fútbol y por último por la FIFA”, algo que, no obstante, no explica “porqué tardan tanto” en resolver una situación que “está afectando a chicos que quieren jugar en el equipo de su pueblo y no les están dejando”.
“Esta norma se entiende para evitar que jugadores muy buenos pero que son todavía críos vengan pagados por clubes profesionales, pero es que está llegando a muchos chicos que solo quieren jugar con sus amigos y que llevan años viviendo en el país”, continúa esgrimiendo Agustín Martín, que ya denunció la situación a través de un hilo en la red social Twitter en el que se dirigía tanto a la Federación Española de Fútbol como a la FIFA para pedir la revisión o eliminación de la norma puesto que “no es admisible que niños en equipos modestos, que solo quieren jugar al fútbol, no puedan hacerlo por un trámite burocrático que solo debería aplicarse a equipos de élite o profesionales”. “Dejen que los niños extranjeros puedan practicar su deporte, el fútbol”, concluía el mensaje.
Problema generalizado
Pero esta situación no se circunscribe solo al caso de Willian y Wilson, aunque el hecho de que lleven desde que tenían un mes viviendo en España lo convierte en el más llamativo. Son muchos, cada vez más, los pequeños equipos que tienen problemas a la hora de inscribir a sus jugadores cuando estos nacieron en otros países, especialmente si son de fuera de la Unión Europea, aunque lleven meses o incluso años viviendo en España.
En el propio Ciudad Rodrigo, tal y como cuenta Agustín Martín a Ical, existen otros tres casos en los que el club sigue esperando el OK federativo para que puedan comenzar a disputar minutos de la presente temporada, cuando se llevan ya jugadas siete jornadas en el fútbol base federado. Dos de ellos pertenecen al equipo juvenil pero, al proceder de Marruecos, la tramitación también se está retrasando. El tercer caso, quinto si se tiene en cuenta los de Willian y Wilson, es quizá más ‘sangrante’ puesto que se trata de un futbolista del equipo prebenjamín, de apenas siete años, que sigue viendo cómo sus compañeros juegan los partidos mientras él solo entrena y los fines de semana le toca seguir los encuentros fuera del terreno de juego.
“Con su hermano, cuando comenzó en alevín, pasó lo mismo, aunque en aquella ocasión tardaron menos en tramitar la ficha”, recuerda Agustín Martín, que además explica cómo las familias pagan la cuota de inscripción de los chicos por toda la temporada, el club les dota de las equipaciones y cumple con la parte que le corresponde en cuanto a formación y entrenamiento, pero la FIFA, con su normativa, es la que impide, a través de las federaciones, que puedan jugar todos los partidos de la temporada como el resto de sus compañeros.
Porque aunque en el Ciudad Rodrigo confían en que esto se acabe solucionando, incluso quizá ya para esta próxima jornada, recuerdan como en anteriores ocasiones hubo jugadores de la base de equipos salmantinos como el Hergar o el Navega que llegaron hasta el mes de febrero sin tener el OK federativo para la inscripción de jugadores nacidos fuera de España, o cómo este mismo año está sucediendo lo mismo en el Cristo Rey. Y eso solo a nivel de Salamanca. “Ves continuamente en los medios que es una situación que sucede en Madrid, en Valencia, en Andalucía… Y los padres se movilizan, pero al ser un problema de normativa FIFA, las federaciones te dicen que están atadas de manos”, apunta el técnico del Ciudad Rodrigo, desde donde piden un cambio de la normativa para que solo afecte a los clubes con sus primeros equipos en categorías profesionales como Primera o Segunda, porque la regla actual “es ridícula para los clubes amateurs”.