Es indudable que la pandemia del mortífero coronavirus ha trastocado nuestras vidas y nuestros hábitos. En miles de hogares de Castilla y León la crisis económica desencadenada por el COVID-19 y sus funestos efectos colaterales ha vapuleado las modestas economías domésticas y la solvencia y la liquidez de muchas familias se ha desplomado, arrastrándose por los suelos. Así se entiende un fenómeno que hasta el estallido de la pandemia no era muy común, como es la venta generalizada de anillos, cadenas de oro, relojes de antaño, sortijas y todo tipo del alhajas para hacer frente a la preocupante pérdida de recursos de muchos hogares, asediados por despidos, cierres empresariales y ERTES. Y es que una de las consecuencias de la pandémica crisis ha sido el llamativo 'boom' que han experimentado en nuestra Comunidad los negocios y locales dedicados a la compra y la venta de oro, que cada vez proliferan con mayor presencia en los tejidos urbanos de las ciudades.
La crisis económica desencadenada por la pandemia ha provocado que muchas familias se vieran obligadas a desprenderse de estos objetos tan preciados, convertidos de esta forma en una baza y una aliviante herramienta para poder encarar la cotidianidad diaria. Así lo ejemplica a la perfección María Ledesma, una salmantina que se ha acercado hasta una de las tiendas especializadas en la compra y la venta de oro existentes en el barrio Garrido de la capital salmantina, concretamente en la avenida Federico Anaya. "Mi marido se quedó en paro y visto como iban las cosas en mi casa hemos pensado que necesitamos sacar algún dinerillo y por eso nos decidimos a vender las joyas de mis padres que guardaba yo en casa, que estaban en un cajón y que no las usábamos para nada". María explica que "he ido a esta tienda de compra de oro, pero voy a mirar en más, porque quiero ver el dinero que me ofrecen y elegiré la que sea mejor", apunta.
La decisión de María Ledesma de vender algunas de sus alhajas familiares hay que contextualizarla en los atípicos momentos que estamos viviendo. Así y según un reciente estudio de la Fundación Montemadrid, el 90% de los hogares de Castilla y León y, en general, de toda España guardan joyas u oro en casa. Sin embargo, apenas un 37% de estas personas conoce realmente le valor de estas piezas familiares. "A mí me han pesado lo que he traído en la báscula y me han dicho un precio, pero voy a mirar en más tiendas, que en Salamanca hay más, y cogeré el mejor precio para mí", insiste María.
En realidad, la venta de estos objetos preciados no siempre viene condicionada por una necesidad económica aguda, sino que también constituye un eficaz mecanismo para asegurarse un microcrédito o para afrontar gastos imprevistos en el hogar, sin tener que verse en la delicada encrucijada de tirar de los ahorros atesorados en la cuenta corriente tras años de abnegado trabajo.
Los especialistas calculan que el precio del oro se disparó en torno al 14% durante la pandemia en nuestro país. En enero de este año el gramo de oro se situó en máximos desde hace dos décadas, concretamente valía 37 euros. Ahora, en esta segunda quincena de noviembre, un gramo cuesta 52 euros y una onza se vende, nada más y nada menos, que por 1.607 euros. De esta forma, así se puede entender y calibrar el relevante incremento de estas transacciones durante 2020 y a lo largo de la presente anualidad y que haya personas que hayan comenzado a frecuentar este tipo de establecimientos para desprenderse de joyas cuyo valor económico, debido al disparatado alza de precios del metal precioso, supera con creces al puramente sentimental.
El 'boom' de los negocios dedicados a la compra y venta de oro se puede apreciar en en buena parte de los barrios de la capital salmantina. En el barrio Garrido, por ejemplo, es fácil localizar dos establecimientos de este tipo, como el ya mencionado, ubicado en la avenida Federica Anaya, así como otra tienda más en la calle Maria Auxiliadora. Si nos encaminamos hacia el centro, los carteles publicitarios nos orientan hacia otro local de estas características en la calle Toro. Pero no son los únicos casos. En otras de las arterias más importantes que surcan el entramado urbano de la capital charra también hay más establecimientos de esta tipología, como los situados en la avenida de Italia, en la avenida de Mirat y en la avenida de Portugal. Como vuelve a insistir María Ledesma, "hay que mirar en todos los sitios posibles y escoger el mejor precio que te ofrezcan".
El particular ritual en este tipo de transacciones no varía de un establecimiento a otro, según apunta una vendedora de uno de los locales consultados, quien, sin embargo, prefiere mantenerse en el anonimato. El proceso arranca cuando una persona, deseosa de obtener liquidez en su bolsillo opta por desprenderse de algún anillo, collar o moneda que, en muchos casos, tienen un especial valor sentimental al tratarse de alhajas que han pasado de padres a hijos. En el local en cuestión se procede a pesar la pieza y se lleva a cabo la pertinente tasación para establecer el precio de compra. Si existe un entendimiento entre ambas partes -cliente y local comprador- la venta se consuma. La joya en cuestión acaba terminando en una fundidora para su posterior transformación en un deslumbrante lingote.
Un valor seguro
Desde que estalló la pandemia muchas personas están apostando por el oro de forma decidida, por considerarlo lo que, según la terminología de los especialistas, es "un valor seguro" o "un valor refugio". Estas personas que se desprenden de sus alhajas familiares prefieren optar por el negocio de la compra y la venta de oro, en vez de invertir en bolsa o en bienes inmuebles, debido a la inestabilidad de estos sectores. También se dan casos de ahorradores que no dudan en gastarse 200 euros mensuales en la compra de pequeños lingotes. Y es que el oro, ese metal de transición blando, brillante, amarillo, pesado, maleable y dúctil, sigue siendo el metal más preciado y precioso del mundo, aunque sea en medio de una pandemia de dimensiones absolutamente planetarias.