Javier A. Muñiz / ICAL
El músico y compositor Víctor Reyes (Salamanca, 1962) regresa a la ciudad para presentar su último proyecto, la producción de la banda sonora de la película dirigida por el cineasta Rodrigo Cortés ‘El amor en su lugar’. Reyes explica durante un entrevista la prolífica simbiosis entre los dos artistas salmantinos desde el éxito de ‘Buried’ y cuenta lo poco que cambió para él su “monástico” estilo de vida durante la pandemia. El laureado compositor analiza el momento que atraviesa su carrera y el universo cultural con los nuevos formatos, además de recordar su entorchado más brillante, el premio Emmy acreditado hace exactamente un lustro por la banda sonora de ‘El Infiltrado’.
- ¿Sigue ejerciendo de charro por el mundo?
- Eso siempre, lo primero. Aclarar de dónde es uno y de dónde uno proviene es una cosa que nunca se tiene que dejar aparte. Lo que pasa es que no he tenido ocasión, entre la pandemia y el trabajo, y lo comentaba con mi familia, de venir desde hace como dos años. Y eso no puede volver a ocurrir jamás. Además, uno no ejerce de charro, uno es charro. Y eso no te lo quitas así como así. Eso se vierte en toda tu creatividad de alguna manera. Uno puede obtener fuentes de inspiración de muchos sitios, lugares, personas o conceptos, pero al final uno es lo que es de pequeño. Y cuando yo era niño, todo lo que me transmitía vivir en esta ciudad.
- ¿Aprovechó mucho la pandemia para crear?
- La verdad es que yo hago un tipo de vida muy ‘pandémico’, en general. Tengo un estilo de vida muy monástico. Salgo poco de casa. Por las mañanas voy al gimnasio, hago la compra o lo que sea, pero a partir de que empiezo a trabajar por las tardes, soy un tío de estudio. Trabajo en mi casa, en mi propio estudio, y es donde me gusta estar. Y donde yo desarrollo toda mi actividad profesional. Así que no he echado mucho de menos ir a... no se dónde. Además, gracias a Dios, he seguido teniendo trabajo y yo entrego por internet desde hace años. Voy pocas veces desde mi casa al centro de Madrid, por ejemplo. A reuniones, voy una vez al mes, pero no es que salga mucho. Así que no he notado mucho la ‘cosa’ de la pandemia.
- ¿Es Castilla y León un buen lugar para los artistas?
- Castilla y León es tan buen lugar para los artistas que solo hace falta ver la Catedral de Burgos, o la de León, o la de Salamanca, o la Muralla de Ávila, o todas obras de arte que hay. Debe ser uno de los sitios del mundo, en proporción, junto a determinados lugares de Italia, en los que hay más arte.
- ¿Y a nivel de apoyo?
- Bueno, eso es algo que tienen todos los territorios. Yo imagino que para un murciano será igual de raro abrirse camino que para un zamorano. En un mundo como el de hoy, que tienes acceso a determinadas cosas inmediatamente, tampoco es para tanto. Quizá en otras épocas de la historia uno estaba más aislado en Teruel o en Badajoz, que un tío que estaba en Madrid, pero hoy en día no creo que sea tan así. Cierto es que los centros de producción audiovisuales están en la capital, de acuerdo. Pero hay mucha cosa desperdigada ya.
- ¿Cómo define esta simbiosis cinematográfica tan prolífica con el cineasta Rodrigo Cortés?
- Como una buena amistad. Él estimula mucho a sus colaboradores, a la gente con la que trabajar. Y yo creo que consigue sacar de nosotros lo mejor. Consigue exprimirnos, un poco, para llegar a lo que los yanquis llaman ’one step beyond’, es decir, un paso más allá de lo que normalmente consigues. Sí que es verdad que yo, si lo comparo con otros trabajos que yo hago, cuando lo hago con él, como él influye también musicalmente en lo que hacemos, interviene y tal, resulta un poco como Lennon-McCartney. Me hace cavar más hondo con la pala y encontrar cosas que a lo mejor yo solo no encontraría. Eso sí que lo noto.
- ¿Cómo se protege la propiedad intelectual de una obra musical en la era de la información?
- Al fin y al cabo, las ‘majors’, las compañías grandes audiovisuales tienen sus recursos para proteger la integridad de las obras intelectuales de la gente que contrata para vigilar sus intereses. Y más en un mundo como el de hoy, en el que te piratean una película y te la cuelgan en una página para que se pueda ver. Aunque son cosas que pasan más en Europa que en el resto del mundo, y más en España que en otros países. Pero bueno, es algo con lo que tienes que vivir, al fin y al cabo. No puedes tampoco dejar de producir porque lo pirateen todo. El mundo es como es y hay que vivir en él.
- ¿Los nuevos modos de distribución de contenidos están ayudando a concienciar a la gente de la necesidad de pagar por la cultura que consume?
- No sé si es un problema de concienciación social. Tampoco trato de juzgar los comportamientos de la gente. No creo que sea la persona para hacerlo. Cada uno debemos vigilar nuestro propio comportamiento y ver si lo que hacemos está bien o mal. Más allá no iría.
- ¿Qué le queda de haber alzado un premio Emmy, aparte de una bonita estatuilla?
- Quedan muchas cosas. Queda una manera de vivir. Una sensación que te dice que lo estás haciendo bien. Quiere decir que los años de curro, trabajo y esfuerzo tienen sentido. No es solo esa estatuilla que está ahí. Para mí tiene mucho significado. La miro todos los días y cada día me dice una cosa distinta.
- ¿Se descontrola un poco el ego al ver por debajo del propio un nombre como el de Hans Zimmer?
- No te creas. Hans es una persona admirable, un compositor talentoso y un ‘currante’. Y para mí eso es lo que vale. Luego, el lugar en el que esté cada uno tampoco tiene mucha importancia. La puede tener desde el punto de vista económico, si quieres valorar las cosas así. Pero luego es más sencillo de lo que parece. Cuando te encuentras en una situación cercana con gente como Hans, compruebas que le gusta lo mismo que a ti, que vamos a pedir lo mismo en el restaurante y que te pareces más a él de lo que creías. Creías que era un marciano, pero no lo es.
- ¿En qué está ahora mismo?
- Yo tengo montado un circo con tres pistas. En la pista número uno tengo ‘El internado: Las Cumbres’, que es una serie de Amazon Prime. En la pista número dos tengo a José Coronado, con una serie que se llama ‘Entrevías’, para Mediaset. Y en la pista número tres tengo una cosa que no puedo decir pero es una serie muy gorda que empieza en enero del año que vine. Gordísima. Son muchos proyectos, la verdad.