La matanza del cochino siempre ha sido una fiesta en los pueblos de la provincia salmantina. Si antes era motivo de alegría por los beneficios económicos que reportaba a la familia, en cuanto el cerdo era el sustento familiar para una larga temporada, ahora todo ha cambiado para convertirse en tradición festiva. Es el caso de Hinojosa de Duero que celebra su XX Matanza Típica -a decir pronto-, ahora que tan de moda parece que se ha puesto en algún lugar interesado.
En una mañana de temperatura más que agradable, y en la plaza del Juego de Pelota, al son de El Mariquelo, y también de un estupendo Txistulari, procedente de Rentería y que pasa el puente en tierras de Salamanca, tuvo lugar la matanza del gorrino, que para nombres tiene muchos. El Matancero de Honor recayó en esta ocasión en el conocido vecino Tomás Ángel Centeno Isidro, hijo del pueblo, donde vive, y que lo hizo con sabiduría de antaño. No se necesitan 'renombrados' matanceros, para boato de quien lo organiza, para hacer de la matanza una fiesta popular. Además, el alcalde, José Francisco Bautista, siendo el primero en colaborar para repartir.
Y fiesta fue la que vivió Hinojosa de Duero, con más de un centenar de asistentes que hicieron de la tradición convivencia. Esa es la esencia de este acto. Como lo era antaño, convivencia vecinal y entre familias, que se ayudaban y compartían la alegría de la matanza que, como se dijo, era sustento incluso hasta el verano, cuando se descolgaban los chorizos, salchichones, lomos y jamones para la fiesta del pueblo.
De por medio, las perrunillas y los dulces locales, y la degustación, 'in situ', de las carnes asadas del gorrino. El mejor manjar, con un buen vino casero, de Hinojosa, con el caldito calentito para matar el frío. Luego las sopas de ajo y también el café de puchero, y ya por la tarde, cuando languidecía el día, el chocolate de rigor y las canciones del lugar.
Siempre se ha dicho que, del cerdo, hasta los andares. Pero también del cerdo se aprovecha todo, desde el morro y las pezuñas hasta la punta de su cola rizada. Y qué bonita la fiesta de la matanza, sin grandes boatos y fastos ajenos a la tierra, para disfrutar, vivir, saborear y convivir en paz en estos tiempos de tanta incertidumbre.