Justo 19 años después de que Carlos López tomara posesión como obispo de la Diócesis de Salamanca -allá por el ya lejano 9 de enero de 2003- José Luis Retana hacía lo propio esta tarde en la Catedral, tomando posesión como nuevo prelado de la Diócesis Salamanca. Monseñor Retana dio comienzo así a su ministerio episcopal, tras hacerse público su nombramiento el pasado 15 de noviembre. La celebración en la Catedral Nueva estuvo presidida por el nuncio apostólico del papa Francisco en España, monseñor Bernardito C. Auza, junto a una veintena de arzobispos y obispos de la Iglesia en España. Se repartieron 1.110 invitaciones para asistir a una solemne ceremonia religiosa que se prolongó durante cerca de dos horas.
El administrador apostólico de Salamanca, Carlos López, expresó en su alocución que las Diócesis de Salamanca y Ciudad Rodrigo verán fortalecida su hermandad geográfica y social “con la más intensa hermandad de vida y misión en Jesucristo”. En su bienvenida al nuevo obispo López afirmó que “el Señor ha querido que seas nuestra Cabeza y Pastor visible en esta porción de su pueblo, que le confiesa y le anuncia con gozo como Vida del mundo y Luz de las gentes”.
Una vez tomada la posesión, Retana presidió la celebración y pronunció su primera homilía como obispo de la Diócesis de Salamanca. En ella se fijó en la figura de Juan el Bautista como espejo y fijó que “el ministerio episcopal consiste también en ser precursor del Señor, encaminando las personas al encuentro con Jesucristo”. También habló de retirar “nuestro ego del centro” porque “no podemos aspirar a un mundo nuevo permaneciendo sumergidos en nuestros personales egoísmos”. Precisamente, este domingo 9 de noviembre la Iglesia conmemora la fiesta de Juan el Bautista, que sirve de colofón para las celebraciones religiosas de la Nvidad.
El nuevo obispo declaró que “como Jesús, también yo me siento llamado por el Señor y cogido a su mano deseo que derrame su Espíritu para saber ofrecer su luz para nuestras cegueras, su libertad para nuestras esclavitudes, sin gritar, sin vocear, sin cascar la caña quebrada y sin apagar el pábilo vacilante”. Desde esa actitud, añadió, “vengo a Salamanca a trabajar generosamente y a entregar la vida”. Se dirigió a los diocesanos de Salamanca rogando que su relación con Cristo “sea cada día más grande” para que su “modo de gobierno sea el servicio humilde y sencillo del lavatorio de los pies y que sepa cuidar de todas las ovejas del rebaño que se me ha confiado”.
Además, el nuevo prelado marcó la ruta a seguir en las propuestas de la Asamblea Diocesana, aunque puntualizó que “intentaremos una renovación espiritual, pastoral y de las estructuras de nuestra diócesis, discerniendo sinodalmente lo que el Espíritu dice a nuestra Iglesia en estos momentos de la historia”.
El prelado estuvo arropado en el templo nuevo por una representación de fieles laicos de las parroquias, movimientos, asociaciones y cofradías; sacerdotes, religiosos y religiosas de la diferentes movimientos, órdenes religiosas o cofradías de Salamanca, así como de sus familiares directos, y el pueblo de Dios, que pudieron seguir la celebración en una pantalla grande ubicada en la Catedral Vieja, que tuvo entrada libre hasta completar el aforo, y donde también recibieron la comunión y la bendición del nuevo obispo.
Amplia presencia
Acudieron al acto diferentes autoridades locales y regionales, entre ellas, los alcaldes de Salamanca y Plasencia, Carlos García Carbayo y Fernando Pizarro García; la subdelegada del Gobierno en Salamanca, Mª Encarnación Pérez Álvarez, el presidente de la Diputación provincial de Salamanca, Francisco Javier Iglesias García; o el presidente de las Cortes de Castilla y León, Luis Fuentes Rodríguez; entre otros, como parte de la corporación municipal, cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, así como representantes de entidades y organizaciones sociales de la ciudad.
Entre los presentes estuvieron dos cardenales, el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez y el de Madrid, Carlos Osoro, así como los arzobispos de Burgos, Mario Iceta; Mérida-Badajoz, Celso Morga; Oviedo, Jesús Sanz, Toledo, Francisco Cerro y el arzobispo emérito, Braulio Rodríguez. Además, estuvieron presentes los prelados de Ávila, Valladolid, Zamora, Astorga, Segovia, Lugo, Mondoñedo-Ferrol, Palencia, Albacete y Sigüenza-Guadalajara.
El nuevo obispo de la Diócesis de Salamanca, monseñor José Luis Retana, tomó posesión este domingo, dando comienzo así su ministerio episcopal, tras hacerse público su nombramiento el pasado 15 de noviembre. La celebración en la Catedral Nueva estuvo presidida por el nuncio apostólico del papa Francisco en España, monseñor Bernardito C. Auza, junto a una veintena de arzobispos y obispos de la Iglesia en España.
El administrador apostólico de Salamanca, Carlos López, expresó en su alocución que las Diócesis de Salamanca y Ciudad Rodrigo verán fortalecida su hermandad geográfica y social “con la más intensa hermandad de vida y misión en Jesucristo”. En su bienvenida al nuevo obispo López afirmó que “el Señor ha querido que seas nuestra Cabeza y Pastor visible en esta porción de su pueblo, que le confiesa y le anuncia con gozo como Vida del mundo y Luz de las gentes”.
Una vez tomada la posesión, Retana presidió la celebración y pronunció su primera homilía como obispo de la Diócesis de Salamanca. En ella se fijó en la figura de Juan el Bautista como espejo y fijó que “el ministerio episcopal consiste también en ser precursor del Señor, encaminando las personas al encuentro con Jesucristo”. También habló de retirar “nuestro ego del centro” porque “no podemos aspirar a un mundo nuevo permaneciendo sumergidos en nuestros personales egoísmos”.
El nuevo obispo declaró que “como Jesús, también yo me siento llamado por el Señor y cogido a su mano deseo que derrame su Espíritu para saber ofrecer su luz para nuestras cegueras, su libertad para nuestras esclavitudes, sin gritar, sin vocear, sin cascar la caña quebrada y sin apagar el pábilo vacilante”. Desde esa actitud, añadió, “vengo a Salamanca a trabajar generosamente y a entregar la vida”. Se dirigió a los diocesanos de Salamanca rogando que su relación con Cristo “sea cada día más grande” para que su “modo de gobierno sea el servicio humilde y sencillo del lavatorio de los pies y que sepa cuidar de todas las ovejas del rebaño que se me ha confiado”.
Marcó la ruta a seguir en las propuestas de la Asamblea Diocesana, aunque puntualizó que “intentaremos una renovación espiritual, pastoral y de las estructuras de nuestra diócesis, discerniendo sinodalmente lo que el Espíritu dice a nuestra Iglesia en estos momentos de la historia”.
El prelado estuvo arropado en el templo nuevo por una representación de fieles laicos de las parroquias, movimientos, asociaciones y cofradías; sacerdotes, religiosos y religiosas de la diferentes movimientos, órdenes religiosas o cofradías de Salamanca, así como de sus familiares directos, y el pueblo de Dios, que pudieron seguir la celebración en una pantalla grande ubicada en la Catedral Vieja, que tuvo entrada libre hasta completar el aforo, y donde también recibieron la comunión y la bendición del nuevo obispo.
Amplia presencia
Acudieron al acto diferentes autoridades locales y regionales, entre ellas, los alcaldes de Salamanca y Plasencia, Carlos García Carbayo y Fernando Pizarro García; la subdelegada del Gobierno en Salamanca, Mª Encarnación Pérez Álvarez, el presidente de la Diputación provincial de Salamanca, Francisco Javier Iglesias García; o el presidente de las Cortes de Castilla y León, Luis Fuentes Rodríguez; entre otros, como parte de la corporación municipal, cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, así como representantes de entidades y organizaciones sociales de la ciudad.
Entre los presentes estuvieron dos cardenales, el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez y el de Madrid, Carlos Osoro, así como los arzobispos de Burgos, Mario Iceta; Mérida-Badajoz, Celso Morga; Oviedo, Jesús Sanz, Toledo, Francisco Cerro y el arzobispo emérito, Braulio Rodríguez. Además, estuvieron presentes los prelados de Ávila, Valladolid, Zamora, Astorga, Segovia, Lugo, Mondoñedo-Ferrol, Palencia, Albacete y Sigüenza-Guadalajara.