Alba Familiar / ICAL.- Parar y mirar hacia adentro. El ritmo frenético del día a día, la rutina y el estrés fueron factores determinantes que ayudaron a Encarna a dar un giro y pasar de una vida en Chile a poner en marcha su proyecto en Puerto de Béjar. A ocho kilómetros de sinuosa carretera, Alejandra también decidió que Montemayor del Río era su lugar para regresar al pueblo y cambiar de vida. La Sierra de Béjar ha servido de tierra para los negocios de estas dos mujeres que apostaron por un cambio poco convencional en busca de su realización personal.
Mujer y emprendimiento son dos palabras que conllevan dificultades, pero Encarna Redondo, a través de su proyecto Setalandia, decidió apostar por unirlas y convertirlas en su modo de vida. Refiriéndose a su parte de desarrollo personal, afirma contundente de que es necesario “que nos levantemos y hagamos lo que nos gusta, sin tenerle que pedir permiso a quienes tenemos al lado o a nuestro padre”. En esta apuesta, hace un año decidió volcarse de lleno en desestacionalizar la micología a través del cultivo de setas en troncos basado en un método oriental con más de 800 años de historia. Un proyecto en el que convergen campo, naturaleza y cocina, y por el que ha trabajado para hacer de él su forma de vida.
Por su parte, Alejandra Nieto regresó hace cuatro años junto a su pareja a Montemayor del Río, su pueblo natal, “hartos y quemados de la ciudad”. El taller donde su suegro hacía cestería de castaño, un oficio tradicional de la localidad ejercido por hombres, se ha convertido en el Obrador del Momo, el taller en el que esta mujer decidió volcar sus esfuerzos y sacar adelante su negocio dentro del mundo rural.
Ambas emprendedoras coinciden en la multitud de oportunidades que ofrecen los pueblos, que en muchas ocasiones son grandes desconocidas. “Creo que en los pueblos está todo por hacer, en las ciudades es más complicado, hay más competencia”, afirma Alejandra. Una idea en la que trabaja la Asociación para el Desarrollo Integral de las Sierras de Salamanca, ADRISS, vínculo que une a estas dos mujeres y que luchan en contra de la despoblación y movilizar la creación de puestos de empleo en el sur de la provincia salmantina.
“Buscamos generar un ecosistema emprendedor y de acogida, por los dos lados. Emprendedor para que tú seas capaz de explotar, y de tener contactos y aliados clave; y de acogida para que la gente te reciba, porque es importante”. Con estas palabras define Berna Ciudad, técnico de ADRISS, la labor que lleva realizando este Grupo de Acción Local durante los últimos 13 años. Un “trabajo de fondo” del que han surgido varios proyectos, como ‘Revitalizar Sierras de Salamanca’, a través del cual ponen en contacto a la gente de las ciudades con los recursos que posee la Asociación, o la iniciativa de generar mesas locales para ayudar a mujeres emprendedoras que quieran potenciar su idea en esta zona. Diferentes proyectos a través de los cuales 89 hombres y 76 mujeres que han cumplimentado con éxito sus iniciativas en los últimos tres años gracias al apoyo de esta Asociación.
Entorno rural y vivienda
La vivienda es uno de los mayores problemas de asentamiento de población en el entorno rural. Según señalan desde ADRISS, fomentar el alquiler es uno de los objetivos más importantes ya que en los pueblos existen muchas casas en venta y muy pocas en alquiler. Un aspecto que, junto al empleo por cuenta ajena, dificulta la llegada de personas a los pueblos. Por ello, Berna Ciudad señala que el proyecto ‘Revitalizar’ está enfocado a personas con voluntad de emprender. “Hacemos ese contacto no solo con la vivienda. No es una inmobiliaria, sino que acompañamos a la gente. Te presentamos con personas de la zona y te metemos en medio del ecosistema”, afirma el técnico, que a su vez resalta que es un trabajo que consiste en ir “dinamizando el sistema”.
Este impulso ayudó a Encarna a encontrar un hogar en Puerto de Béjar. “Yo a ti no te conozco, pero si vienes con ADRISS, seguro que de fiar serás”, relata que era una afirmación que recibió por parte de varios vecinos, mientras agradece el trabajo de la Asociación, que, además, “conecta a muchos emprendedores y hacen una red muy bonita”. Una fórmula que también permite cruzar negocios e impulsarlos a través del boca a boca, un enfoque de venta diferente al de una gran empresa y que en estos casos de emprendimiento ayuda a lanzar su producto.
Mujer y emprendimiento rural
Desde la parte más emocional, Encarna siente que “las mujeres aportamos sentimiento y creamos comunidad, que aportamos cosas distintas a los hombres”. A la vez, reivindica el potencial de la mujer dentro del campo y la capacidad para poder realizar labores que, tradicionalmente, se han atribuido a los hombres. “Me encanta dar talleres a niñas. Hay un relevo generacional bonito que ojalá siga viniendo. Las mujeres necesitamos naturalizar muchas cosas además de aportar nuestro sentimiento”, afirma.
A su vez, Alejandra busca desde su obrador crear comunidad a través de charlas con mujeres de la zona que nunca han trabajado, bajo la firme idea de que “nunca es tarde y de que puedes hacer cosas nuevas. Todo el mundo tenemos un sueño, y, por circunstancias, muchas mujeres se han limitado y se puede hacer de todo”. La artesana cree, además, que en los pueblos hay “muchísima más posibilidad de trabajo, crear y emprender, sobre todo para la mujer”.
Las conexiones son un problema “a todos los niveles” en la zona rural. Un aspecto que, según Alejandra, dificulta el emprendimiento. Además de los inconvenientes técnicos en cuanto a Internet, considera que es necesario potenciar en los pueblos, y en especial con las mujeres, el nivel de manejarse en el entorno digital con facilidad. “Hoy en día si te manejas bien no te hace falta una ciudad para nada, puedes adquirir todo lo que necesites por medio de Internet, siempre y cuando tengas buena conexión”, algo que, en Montemayor del Río, en épocas estivales, se convierte en un problema debido a la afluencia de personas en el pueblo. “Me parece lamentable que en el año en el que estamos no nos dejen desarrollar bien nuestro trabajo”, sentencia la artesana.
Mientras que ella sí ha logrado recibir ayudas desde las instituciones para emprender en su negocio, Encarna considera que las subvenciones son escasas. “La verdad es que veo que hay más ayuda a la mujer en el papel que en la realidad. Yo no digo que nos ayuden más o menos que a otros, pero por lo menos, que no vayan con la palabrería”. Así, apuesta por la ayuda desde pequeñas asociaciones más que desde las administraciones públicas.
Trabajo y esfuerzo
Tras los testimonios de valentía y emprendimiento, tanto Encarna como Alejandra coinciden en un factor clave: el trabajo. Por ello, aunque consideran fundamental el trabajo de Grupos de Acción Local como ADRISS, reafirman que el esfuerzo y la voluntad son indispensables. “Nadie te quita tú trabajo, tú tienes que hacerlo. Eso tiene que quedar muy claro porque a veces siento que los emprendedores nos acomodamos un poco. Tú tienes tu proyecto, y si tienes alguna duda, puedes llamar a varios lugares que te ayude”, afirma con certeza Encarna. Una idea similar a la de Alejandra, quien cree “que nos hemos adaptado a que nos lo den todo”.
Aun así, ambas emprendedoras animan a las mujeres a que den el paso y se apoyen, al igual que lo hicieron ellas, en asociaciones locales. Siempre, considerando que este no es un mundo para todos. De la misma manera lo afirma Berna Ciudad, ya que incide en “que hay una parte demasiado bucólica que hay que intentar que la gente no se engañe, no es todo bonito, puede que llegues y no encajes”. Algo que vivió Encarna, quien llegó a Puerto de Béjar con su pareja, que regresó a la ciudad unos meses después de no adaptarse al entorno rural.
No obstante, ella continuó adaptándose al entorno y dando el paso para emprender en el mundo rural. Un entorno en el que ella percibe oportunidades con más calidad de vida para todo el que crea en llevar a cabo un proyecto en él. “España no está vacía, ni vaciada, ni nada de lo que se le parezca. A mí me duele cuando dicen eso. Aquí hay personas que han luchado muchos años. Si quieres, está olvidada porque a muchos no les conviene económicamente, pero ni España ni las mujeres están olvidadas para nada”, sentencia.