Desde su introducción en la Península Ibérica por fenicios y romanos, el cultivo del olivar se ha convertido en una de las estampas más representativas de nuestros campos dotando a España de su propia identidad cultural mediterránea y convirtiéndola en el primer productor mundial en el cultivo del olivo, con 2,75 millones de hectáreas que producen casi 1,8 millones de toneladas de aceite de oliva y 10 millones toneladas de aceitunas anuales.
En este contexto, el Grupo de Investigación Reconocido de la Universidad de Salamanca IBAHYM (Investigación Básica y Aplicada en Hymenoptera) acaba de publicar un pionero trabajo que revisa los sistemas de agricultura tradicional y ecológica empleados en el cultivo de olivares en el país relacionándolos con su incidencia en la biodiversidad y control de plagas de sus ecosistemas, evaluando además, por primera vez en el mundo, los efectos que tiene el abandono agrícola de sus parcelas sobre la mosca del olivo y sus principales enemigos naturales.
Así, el artículo de los científicos de la USAL reveló que los olivares del Oeste de Salamanca, manejados de forma tradicional desde hace cientos de años, han creado un paisaje de enorme valor cultural que mantiene “una importante biodiversidad asociada que aporta un servicio ecosistémico fundamental para el control natural de plagas, entre ellas para la más perjudicial en este tipo de cultivos, la mosca del olivo o Bactrocera oleae”, informan sus autores a Comunicación USAL.
El estudio, titulado “Efecto de la agricultura ecológica y del abandono agrícola en las comunidades de artrópodos beneficiosos asociadas a olivares tradicionales en el oeste español: Implicaciones para el manejo de Bactrocera oleae”, ha sido recogido recientemente por Insects, una de las más prestigiosas revistas en el campo de la entomología.
Parcela tradicional de Ahigal de los Aceiteros.
Muestreo en Ahigal de los Aceiteros
Los investigadores de la USAL escogieron el municipio salmantino de Ahigal de los Aceiteros para el desarrollo del trabajo al tratarse de una localidad dominada por este tipo de cultivo. Allí, pudieron analizar exhaustivamente -con la colaboración de la Cooperativa Aceiteros del Águeda - a las comunidades de mosca del olivo y los diversos grupos de sus enemigos naturales existentes, tales como arañas, himenópteros parasitoides, hormigas y algunos grupos de escarabajos.
La metodología empleada para el estudio en los dos sistemas agrícolas sometidos a evaluación y en las parcelas abandonadas consistió, fundamentalmente, en la localización de trampas y en el uso de diferentes técnicas de muestreo en el terreno, lo que dio como resultado la captura de un total de 680 ejemplares de moscas del olivo y 12.620 especímenes de sus enemigos naturales.
Tras un laborioso proceso de identificación de todos los individuos recolectados y el correspondiente análisis de los datos, entre las conclusiones más importantes de la investigación, los científicos del Estudio destacan que se ha podido constatar que los olivares manejados de modo convencional presentan una abundancia y riqueza de enemigos naturales de la mosca del olivo similar a la de los olivares ecológicos.
En palabras del grupo de investigación, “el particular manejo convencional que se da en la región, basado en prácticas tradicionales que limitan en gran medida el uso de pesticidas y otros procedimientos convencionales, ha resultado tener un impacto similar al del manejo ecológico”, explican.
Muestreo por aspiración en campo y en laboratorio por el invetigador Víctor de la Paz Pérez.
Olivares abandonados y comunidades biológicas
En cuanto a las parcelas abandonadas, el estudio reveló algunos resultados menos esperados. Cabría pensar que los olivares abandonados albergarían una mayor diversidad y abundancia de enemigos naturales para Bactrocera oleae que aquellos que sí están trabajados, debido a que presentan una vegetación más abundante y con mayor complejidad estructural. Sin embargo, encontraron que ambos tipos de parcelas mantienen comunidades de enemigos naturales igualmente ricas y diversas, aunque de “distinta composición”. Por lo que este resultado pone de manifiesto “la importancia de los olivares, tanto trabajados como abandonados, para la conservación de la biodiversidad en esta región y para mantener un control natural de plagas eficaz”, afirman.
Adicionalmente, el GIR de la Universidad observó que las parcelas abandonadas no actúan como reservorios para la mosca del olivo, ya que apenas albergan individuos. Por el contrario, “ayudan a combatirla gracias al mantenimiento de poblaciones de enemigos naturales muy ricas y abundantes que, al mismo tiempo, también pueden desplazarse hacia las parcelas trabajadas”.
No obstante, los investigadores identifican como uno de los aspectos prioritarios a gestionar la necesidad de acabar con la deriva actual hacia el abandono de olivares hasta ahora trabajados, fruto del éxodo rural y reflejo de la España vaciada. Al respecto, el estudio apunta a que la conservación natural de la gran biodiversidad que albergan estas zonas agrícolas depende en gran medida de su manejo tradicional y que un mayor abandono se traduciría “no sólo en una reducción de los valores estéticos y culturales asociados a estos agroecosistemas, sino también en la pérdida, posiblemente irrecuperable, de gran parte de la biodiversidad albergada en su conjunto”.
Por todo ello, el GIR IBAHYM insta a integrar “todas aquellas medidas posibles destinadas a reducir la despoblación de las zonas rurales donde se dan estos sistemas tradicionales, especialmente importantes para detener los procesos de abandono” e insiste en recordar que tanto esta biodiversidad dependiente del manejo tradicional, como el patrimonio histórico que estos olivares representan, se encuentran amenazados.
En este sentido, subrayan cómo medidas como las tomadas por la Cooperativa Aceiteros del Águeda con la puesta en valor de un producto derivado de calidad, como es el aceite de oliva, y el fomento del turismo en la zona, son acciones que “ayudan a fijar población, deteniendo el abandono de los olivares y conservando así su valor cultural y la biodiversidad que albergan”, concluyen.
Grupo de Investigación IBAHYM (Investigación Básica y Aplicada en Hymenoptera)
Mosca del olivo
La mosca del olivo (Bractocera oleae) constituye la plaga más importante del olivar. Estos insectos pasan los meses de invierno enterrados en el suelo en forma de pupa. Los adultos, con un tamaño semejante a la mosca doméstica, aparecen a finales de la estación y permanecen en los olivares hasta finales de primavera o principios de verano, cuando las hembras realizan sus puestas en el fruto de la aceituna.
Durante los meses de julio a septiembre, las larvas se alimentan de la pulpa de la aceituna formando galerías, tras lo que se transformarán en una pupa inmóvil bajo la piel del fruto que se convertirá en un ejemplar adulto en el plazo de días. El ciclo de la mosca del olivo se repite durante 2 y 3 veces originando una segunda generación durante septiembre-octubre y una tercera generación cerrando el ciclo en invierno.
La mayor incidencia de la mosca del olivo se produce en verano en forma de picadas, cuando las condiciones climatológicas y de desarrollo de fruto son más favorables. Entre los principales daños que provoca en las aceitunas, además de la caída del fruto, destacan las picaduras, las galerías que realizan las larvas al alimentarse y la aparición de hongos y bacterias. Todos estos daños ocasionan pérdida de cosecha, aceitunas de mala calidad y de características organolépticas indeseables, tanto para la producción de aceituna de mesa como para la producción de aceite.
Trampa de caída y Bractocera oleae.
Referencia del artículo:
La investigación comienza en 2018 en el seno del Grupo de Investigación Reconocido IBAHYM de la Universidad de Salamanca como parte de la tesis doctoral de Víctor de Paz. En aquel momento el GIR estaba compuesto por los investigadores Josep D. Asís, Laura Baños Picón, Víctor de Paz, Natalia Rosas Ramos y Estefanía Tobajas.
El trabajo puede consultarse en Insects en el enlace https://doi.org/10.3390/insects13010048