La Audiencia Provincial de Salamanca condenó a un hombre a la pena de cuatro años y seis meses de prisión tras encontrarle culpable de un delito de abuso sexual a menores de 16 años cometido contra su hijastra durante años. Además, le inhabilitó para cualquier profesión que implique contacto regular y directo con menores de edad por el tiempo de la condena, y le prohibió aproximarse o comunicarse durante cinco años con la víctima a quien, además, deberá indemnizar con 1.000 euros.
Sin embargo, uno de los magistrados emitió un voto particular al considerar que en ningún momento de la fase de instrucción ni en la celebración de la vista se podría dar por probados los hechos condenatorios, y desvirtuar así el derecho a la presunción de inocencia, de modo que expresó en un anexo a la sentencia su convicción de que el condenado, por el contrario, debería haber quedado absuelto de todos los cargos.
Al margen del voto particular, la Sala considera probado que el ahora condenado, quien mantuvo una relación sentimental con la madre de la víctima entre julio de 2015 y el momento de la denuncia, en junio de 2019, cometió distintos actos contra la menor “con ánimo libidinoso” aunque en fechas concretas no determinadas.
Según la sentencia, en una ocasión en el salón de la vivienda familiar, mientras jugaba al ordenador con la menor, y en presencia de su madre aunque fuera del ángulo de visión en ese momento, y sin que se percatara, bajó parcialmente los pantalones a la niña, retiró su ropa interior y con sus dedos le tocó el clítoris. En otra oportunidad, en el porche de casa, y con los dos hermanos menores, de uno y siete años, presentes a cierta distancia, el hombre presentó una erección en su miembro viril y le pidió a la menor que le tocara, cogiéndole la mano para que lo hiciera. Ella se negó y abandonó el lugar.
Por otro lado, en la tienda que regentaba la madre, estando a solas en la parte de la oficina, fuera de la vista del público, el hombre le puso a la víctima una película pornográfica de unos 20 minutos en su móvil, y en un momento dado le metió la mano por debajo de la ropa y le tocó el clítoris con los dedos. Además, en casa, cuando la madre se iba a trabajar, en cinco o seis ocasiones, llamaba a la pequeña para que acudiera a su cama, donde le levantaba el elástico del pijama y le hacía tocamientos con los dedos en el clítoris.