Alba Familiar / ICAL
Los verdes campos salpicados de encinas componen un paisaje inigualable y característico de la provincia salmantina. La dehesa supone una gran extensión de terreno en el sur-occidente de la península Ibérica, que ocupa una parte de Castilla y León, dando lugar a un sistema agro y silvo-ganadero que, además de servir de modo de vida para muchas de las personas que lo habitan, su extensión y economía supone una cuestión fundamental para el sustento del Campo Charro.
Su importancia ha dado lugar a la creación del Observatorio de la Dehesa, un proyecto que nace de la necesidad de dar a conocer y promocionar este ecosistema. Así lo explica su director, José Sánchez, quien considera que “cuando se piensa en dehesa se piensa en biodiversidad, conservación y lo verde. Pero no es solo es esto. Si no hay una economía adecuada relacionada con el mundo de la dehesa estamos perdidos, la dehesa se morirá”. Con ello, y con el factor clave de buscar la unión entre las dehesas, surge esta iniciativa para poner en valor la investigación en este ecosistema fundamental en una provincia que cuenta con el 12 por ciento del conjunto de las dehesas en España.
El proyecto ha podido emprender su rumbo gracias a la colaboración de la Universidad y Diputación de Salamanca. Cada entidad aportó una cantidad de 40.000 euros. La primera, destinada a la contratación de personal y desarrollo del proyecto, y la segunda, a la creación del propio Observatorio. Desde este punto de partida, su director afirma que el siguiente objetivo es llegar a un nivel autonómico, y conjugarlo con el resto de institutos que atañen el ecosistema y poder elaborar un proyecto “donde la dehesa esté totalmente protegida, al cien por cien”.
La importancia de la interactuación entre todos los grupos es un factor fundamental para su supervivencia, según afirma José Sánchez. Además, demanda la necesidad de una ley de la dehesa en Castilla y León, elemento clave que en otras comunidades donde predomina este ecosistema, como Extremadura y Andalucía, ya existe. “Aquí no tenemos nada, no hay ley propia, ni un decreto. Hay grupos de investigación, pero si no hay una interactuación entre todos los grupos, estamos perdidos”, señala el director, haciendo hincapié en que, sin ello, Castilla y León estará muy por debajo de cualquier otra zona donde haya dehesas. “Y eso no nos lo podemos permitir, y menos en Salamanca”, provincia donde, incide, su importancia en cuanto a extensión y economía es muy relevante.
Tras demandar en diferentes ocasiones una ley de la dehesa con resultado fallido, José Sánchez centra ahora sus esfuerzos en pedir apoyo y “que no pongan zancadillas a los proyectos”. “Con eso ya me daría por contento en muchas ocasiones”, afirma, haciendo referencia a que con las ayudas de la PAC no es suficiente, ya que este territorio demanda de otras necesidades diferentes.
Por qué se mueren las encinas
La dehesa salmantina comparte similitudes con el resto de dehesas españolas, pero al ser un sistema complejo creado por el hombre, sigue necesitando de la intervención humana para seguir existiendo. La encina es el árbol más predominante de este ecosistema en el Campo Charro, y aporta leña, aunque cada vez en menor medida y en tamaños muy distintos. Esto se debe a la amenaza de la seca, una enfermedad que provoca el decaimiento y la muerte de estos árboles, debido a la presencia de un hongo microscópico llamado fitóftora. Junto al Cerambyx, un coleóctero que también amenaza a la supervivencia de los árboles, son los factores que más preocupan al Observatorio, ya que, si se pierde la encina, la dehesa como tal dejaría de existir.
Para combatirlos, el director del Observatorio continúa insistiendo en la importancia de la investigación. Sánchez insiste en que se han realizado muchos trabajos sobre estos aspectos, pero a demanda puntual. Así, vuelve a hacer hincapié en que “o hay algo que integre todas las investigaciones o no se saldrá adelante”, además de la financiación necesaria para llevar a cabo este tipo de proyectos.
Desde el Observatorio de la Dehesa proponen una línea de trabajo para intentar combatir a la seca y preservar las encinas. Ante un arbolado viejo, apuntan a hacer repoblaciones con nuevas encinas micorrizadas. Una iniciativa que consiste en implantar un hongo que cree una estructura micorriza entre él y la raíz, para mantener a las raíces ocupadas y que cuando la fitóftora intente invadir la planta, lo tenga más complicado.
Proyectos del Observatorio de la Dehesa
Pese a que su presentación oficial fuese el pasado mes de febrero, el Observatorio de la Dehesa lleva un año trabajando en diferentes proyectos. Los más destacados, un banco de semillas y una red de fincas modelo. El primero, está encaminado a esta misma línea de conservación, y a mantener la densidad del arbolado de la dehesa, ya que, si desapareciera o la abundancia de encinas creciera hasta convertirse en un arbolado, también lo haría esta esencia que caracteriza a la dehesa y perjudicaría al resto de plantas que conviven en ella. Con ello, han comenzado a recoger semillas en diferentes puntos de la dehesa, para poder tener una diversidad genética y ayudar a las plantas a resistir a enfermedades.
Por otro lado, desde el Observatorio se ha creado la primera red de fincas modelo de la dehesa en España, encaminada también a esa unión entre las personas que trabajan por este ecosistema y que permita tomar decisiones en conjunto. La Finca Experimental Muñovela del IRNASA, en Barbadillo; la de Castro Enríquez, propiedad de la Diputación de Salamanca, localizada en Aldehuela de la Bóveda y la Reserva Biológica Campanarios de Azaba de la Fundación Naturaleza y Hombre, situada entre Espeja y La Alamedilla, son las primeras fincas que se han unido a esta red de colaboración.
Espacios dedicados a la conservación de la biodiversidad, pero también buscan los que se enfocan a la producción. “Hay que producir, porque si no estamos perdidos”, insiste José Sánchez, quien señala que la Asociación Forestal de Salamanca, Asfosa, ya se ha adherido al proyecto. El director considera “muy interesante” que esta entidad se implicara, ya que está formada por 800 asociados, la mitad en zona de dehesa, y con los que cuentan para continuar en esta línea de colaboración.
Además, el Observatorio, a través de sus proyectos, también pretende generar empleo en las zonas rurales donde se extiende este ecosistema. Iniciativas turísticas, como una red de casas rurales interconectadas en las que se cultiven variedades hortícolas en peligro de extinción; gastronómicas, como un menú realizado con productos de la dehesa en el restaurante Don Fadrique; o más centrados en la naturaleza, como un proyecto para secuestrar carbono a través del cisco de encina, son algunos de las propuestas hacia las que se está encaminando esta iniciativa.
Con camino aún por consolidar, pero “con una ilusión de la leche”, como muestra José Sánchez, el Observatorio trabaja con la firme idea de que los investigadores puedan salir de la “precariedad de estar solo unos días contratados” para poder invertir tiempo en este proyecto, además de buscar encarecidamente la colaboración de ganaderos y agricultores. La unión de fuerza supone el fin principal de trabajo de esta iniciativa, que pretende también seguir concienciando a las instituciones de la importancia de invertir en este ecosistema predominante en el Campo Charro y trabajar por la riqueza, la biodiversidad y los recursos que hacen de él una forma de vida para muchos.