El farmacéutico Guillermo Martín Melgar (Salamanca, 1990), artífice de Farmacia Enfurecida, crece en sus populares perfiles de redes sociales gracias a su ácida crítica, basada en el humor, con la que se dedica a desmontar bulos, combatir la desinformación y rebatir a otros influencers que, caen en el atrevimiento de recomendar fármacos a sus seguidores, muchos de ellos jóvenes. Tras publicar dos novelas gráficas, 'Esta farmacia es una cruz' y 'Esta farmacia necesita receta', el joven boticario salmantino, que ejerce en la capital del Tormes, continúa incrementando su presencia en internet donde acumula casi medio millón de followers sumando todas sus cuentas. Durante una entrevista con Ical, Melgar, más conocido como Farmacia Enfurecida repasa su trayectoria, advierte sobre los peligros que acechan en la red desde el punto de vista farmacológico, y plantea los cambios que considera necesarios para mejorar el suministro de medicamentos en este país.
¿Cómo un joven estudiante salmantino de Farmacia decide abrir una ventana al mundo a través de internet para comenzar a compartir sus inquietudes?
Realmente no hubo una planificación. Yo estaba en la Facultad estudiando, me aburría, y pensé en contar el día a día de los alumnos de Farmacia. Era la época del plan Bolonia y demás. Aquello gustó mucho al resto de compañeros. Más tarde, acabé la carrera, me puse a trabajar y empecé a contar cosas de la farmacia. Entonces el público empezó a reclamarme y me di cuenta de que me había abierto a un target mayor dentro del ámbito farmacéutico. Me pedían anécdotas, sobre todo. Y yo empecé a trasladar el día a día de la farmacia con un toque de humor irónico, que creo que es lo que más caracteriza a la cuenta. Al final, me he acabando abriendo, no solo a los farmacéuticos, sino a todo el público en general. Y esto muy contento. Me va muy bien.
¿Le ha sorprendido el crecimiento de sus cuentas en redes sociales?
Ha sido todo gradual y progresivo. Sí que es cierto que me sorprendo un poco a cada paso. Algunos de ellos han sido más grandes que otros. Por ejemplo, cuando abrí el perfil de TikTok de repente gané más de 200.000 seguidores en cosa de dos semanas. Ese fue un paso muy importante. La mayoría de pasos han sido pequeños, porque todo ha sido muy paulatino, pero luego ha habido saltos grandes, como ése, o publicar los libros que, quieres que no, es un avance en la carrera.
¿Qué conclusiones puede obtener quien se acerque por primera vez a alguno de sus libros?
Mi intención, tanto con los libros como con las cuentas de redes sociales, es acercar el mundo de la farmacia al público general. Así que lo que se va a encontrar de frente es, precisamente con eso, con lo que es un farmacia por dentro, con sus más y con sus menos. Porque yo creo que la gente no sabe todavía muy bien todo lo que implica una farmacia, cómo se trabaja dentro y lo que se puede hacer en ella. Entonces, los lectores encuentran la descripción de una farmacia con muchas anécdotas y mucho humor.
Tras la publicación de esas dos novelas gráficas en clave de humor, ¿Cuál diría que es la historia más divertida que corona su anecdotario?
Seguramente, cuando me pidieron sexo oral en la farmacia. Por supuesto, lo que querían era suero oral. Imagina las risas. En el cómic se ven mejor las caras para hacer humor e intento que sea más gracioso todo.
Alguien que escribe libros, como una forma tradicional de transferir conocimiento, pero que también utiliza las redes sociales para llegar a un público distinto, ¿Qué importancia le da a los diferentes tipos de lenguajes?
A mí lo que me ha gustado desde siempre, desde antes de las redes sociales, es escribir. Así que empecé en Twitter, que es la red social de escritores, y luego ya me he ido adaptando al resto de redes, como Instagram, con imágenes, o TikTok, con vídeos. Por eso he ido evolucionando y adaptando mis formas de comunicación. Pero realmente lo que a mí siempre me ha gustado es escribir, entonces podemos decir que gracias a las redes sociales he acabado cumpliendo mi sueño. Pero es lo que sé hacer.
Una de las cuestiones que más le ocupan últimamente es que haya influencers que están recomendando por redes sociales la ingesta de determinados fármacos. ¿Hasta qué punto esto es peligroso?
El las redes sociales se hacen demasiadas locuras con medicamentos. Lo último que vi por ahí fue a unos chicos dando Viagra a sus compañeros para hacer una broma. En redes sociales se hacen muchas tonterías y algunas de ellas están relacionadas con la salud, más específicamente con medicamentos. Es el caso de influencers que recomendaban, y siguen recomendando, fármacos.
En tiempos de pandemia, ¿Cómo se lucha contra ciertos negacionismos?
Es muy complicado porque la información falsa de comparte mucho más rápido que la información veraz. Yo lucho, como lo he hecho siempre, con humor. Pienso que si a una información científica para combatir un bulo no le añades humor, la van a leer cuatro personas. Pero si cuentas un chiste o consigues que ese mensaje se viralice, al final puedes acabar combatiéndolo. Por eso diría que siempre con humor, aunque sean temas delicados.
¿Se considera un luchador contra el pensamiento mágico?
No exactamente un luchador, pero sí ejerzo de cómico contra esa gente. Trato de combatir los bulos y las tonterías que se escuchan a diario por todas partes.
Dentro de este espectro, hay ciertos consumidores que tienen confianza en los tratamientos homeopáticos, ¿qué opinión le merecen?
Estoy en contra de la homeopatía. Defiendo remedios naturales, pero tipo fitoterapia. Lo otro no entra en mis planes.
¿Cómo ha evolucionado el papel del farmacéutico en los últimos tiempos, especialmente desde la pandemia?
Antes ya éramos un referente para la ciudadanía a nivel de salud y, ahora, yo creo que incluso un poco más. Hemos estado abiertos 24 horas y no hemos cerrado ni un solo día. Cuando la gente tenía miedo e incertidumbre sobre temas de salud y los centros de salud estaban hasta arriba ha venido a la farmacia. Por eso creo que la figura del farmacéutico ha salido un poco reforzada de car al público.
Aún así, ¿cree que es conveniente que, en una provincia como Salamanca, el único contacto sanitario que haya en algunos municipios sea el del farmacéutico?
No, en el sentido de que estaría bien que la medicina y los temas de salud sean fácilmente accesibles para todo el mundo. También es verdad que en los pueblos que hay baja densidad de población y que se están vaciando ahora es bastante complicado tener un médico, o incluso una farmacia en el municipio.
Mucha gente ve a las farmacéuticas como el malo de esta película, ¿Dónde se debe ubicar el límite entre el negocio y el servicio público?
Es un poco más complicado. Las farmacéuticas son un negocio y lo que quieren es ganar dinero. Como la industria alimentaria o la industria textil. Siempre tiran hacia ellas mismas. Esto es así. Otra cosa es que tengamos un sistema público que le esté poniendo freno. Y es lo que tienen que hacer.
¿Qué opina de todas esas personas que albergaron mayor miedo a la vacuna que al propio virus?
En el tema de las vacunas hay mucha gente que no tiene muchos conocimientos sobre el tema y se atreve a aventurar cosas. El mundo de la farmacia, aunque parezca que no, es un tema muy complejo. Especialmente, la creación y supervisión de las vacunas. Los medios lo explican de manera sencilla y, después, la gente cree que sabe y se pone a hablar. Esto se mezcla con la gran desinformación que ha habido, que ha sido orquestada completamente, y se han juntado el hambre con las ganas de comer. Por un lado, ese señor que no tiene ni idea pero creo que sí y, por otro, gente que le está convenciendo con versiones alternativas súper secretas y que ni si quiera entiende, pero que repite para parecer interesante.
¿Cómo se podría mejorar el suministro de fármacos a la población y el sistema farmacéutico en este país?
Por ejemplo, se nos podría dotar de más recursos para comunicarnos con los médicos. Especialmente a la hora de renovar recetas. Tenemos a la gente mareada completamente. No es normal que para renovar una receta estemos 15 días porque la gente se queda sin medicamentos. Eso sería muy sencillo. Y que nos otorguen alguna competencia más, como en otro países, para detectar mediante test cuestiones como la infección de orina. Las farmacias podríamos quitar mucha carga a la atención primaria, pero no nos dejan.