La editorial Espinas rescata una obra de la escritora salmantina Matilde Cherner, invisibilizada por la historia hasta hoy. Su libro, 'María Magdalena', inició el debate de la prostitución hace 140 años y pagó un alto coste por ello: no logró que ninguna editorial quisiese publicar su obra, por lo que optó por autopublicarse en 1880 y nunca más volvió a ver la luz.
Adelantándose varios años a los primeros libros de Galdós que abordaron el tema de la prostitución -La desheredada, La de Bringas o Fortunata y Jacinta-, la escritora salmantina Matilde Cherner escribió, en 1880, una historia de enorme dureza: María Magdalena. La autora, sabedora de las implicaciones públicas que tendría la obra, firmó con el pseudónimo de 'Rafael Luna'.
En el propio prólogo de Cherner, feminista precoz y excelente escritora, nos adelanta que escribe el libro a sabiendas de la importancia del tema a tratar: «Cuántas obras se han publicado en Francia análogas a la nuestra sin hallar ninguna que trate como en esta un asunto tan trascendental y resbaladizo. Si esta obra hubiera visto la luz en Francia, habría dado la vuelta al mundo».
La reivindicación de María Magdalena es triple: en primer lugar, es una escritora que tapó su nombre con un pseudónimo para escapar de los prejuicios asociados a un nombre femenino, una de las formas de perpetrar la violencia cultural contra las mujeres. En segundo lugar, porque era un tema vetado a las plumas femeninas por considerarse 'escabroso'; pero es que, además, en tercer lugar, las palabras de Cherner podrían trasladarse perfectamente a la actualidad, donde la crisis de la trata de mujeres está tan presente: «Por primera vez en mi vida me puse a considerar por su lado de vergüenza y oprobio para la sociedad que la tolera, la prostitución legal de la mujer, autorizada por las leyes de todos los pueblos civilizados, y tolerada por la religión cristiana».
La obra viene a completar un catálogo empeñado en la reparación de la memoria histórica de las autoras, como Dostoievski, mi marido, Blanca Sol y Oremus, cuenta con un excelente prólogo de la escritora y activista en defensa de los derechos de las mujeres, Mabel Lozano.
La obra
María Magdalena se publicó en 1880 bajo la firma de Rafael Luna. Hoy se sabe que ese nombre era el pseudónimo que utilizó la escritora Matilde Cherner.
Cherner fue la primera escritora –adelantándose a ‘La desheredada’ de Benito Pérez Gal- dós– que tuvo el valor de criticar en España el carácter institucional de la prostitución y la mercantilización del cuerpo de la mujer. Con firmeza, la autora nos traslada la falsa moral, la vergüenza pública y la hipocresía de un mundo que tolera, consume y consiente la esclavitud de las mujeres.
Con una prosa llena de simbolismos, nos dibuja la figura de una proxeneta que toma el testigo de la célebre Celestina. La protagonista, que transmuta en la sabia Aspasia, nos acerca la imagen de la primera prostituta, María Magdalena. Una muchacha tímida que se ve arrastrada, por una sucesión de desdichas, a ser una de las chicas de la casa de putas de la Salamanca de finales del siglo XIX.
Como bien aventura Mabel Lozano en su prólogo, la autora nos escupe la cuestión: ¿Aca- so son personas las putas? Unas reivindicaciones que siguen vigentes hoy en día.
En el momento de su publicación y debido a su contenido político, considerado escabro- so por salir de la pluma de una mujer, el libro se enterró en el silencio.