El pueblo de Monsagro no quiere ser recordado por el incendio de este verano. Por eso, confía en una de las sus principales herramientas para que una vez pasado el drama del fuego puedan volver a atraer turismo. En estos días, muchos de sus vecinos, que a día de hoy aún siguen desalojados y evacuados en Ciudad Rodrigo y en casas de familiares, han pensado que también podía irse al traste el primer refugio de esta Reserva de la Biosfera de las sierras de Béjar y Francia. Y es que quien se adentra en Monsagro “siente algo especial” con sus vistas y ubicación porque su identidad está relacionada con las huellas fósiles y vestigios de seres vivos que habitaron el mar hace más de 480 millones de años, según informa Ical.
Ese mar cubría gran parte de la Península Ibérica, que en aquella época estaba situada muy cerca del Polo Sur. La arquitectura y decoración de sus casas no pasa desapercibida a la vista de quien para por allí. Este municipio esconde una original propuesta cultural como es la ‘Ruta de las Huellas Fósiles’, que propone un itinerario urbano para recorrer las calles del pueblo en las que se pueden descubrir las huellas que dejaron los diferentes organismos y que se encuentran visibles en las rocas que adornan las fachadas de las viviendas, las calles o fuentes.
Monsagro es el único pueblo decorado con fósiles marinos de hace 480 millones de años, es decir, de la época del Ordovícico. Los lugareños, sin saberlo, comenzaron decorando las fachadas de sus casas con esos fósiles antiguos como símbolo ornamental, para ellos eran piedras bonitas. Estos fósiles estaban situados en la parte superior de las montañas que rodean el pueblo y pesando que eran raíces, los empezaron a incluir en las fachadas. Al principio se empleaban de uno en uno como escudos sobre las puertas, y más adelante se juntaban varios fósiles y se colocaban a modo de curiosa decoración.
Esta ruta urbana “se ha convertido en uno de los atractivos más novedosos del mundo”, según aseguran desde el Ayuntamiento. El público que recorre este camino puede observar Cruzianas que reflejaban los desplazamientos de los Trilobites, que son aquellos que representan zonas de reposo. También es posible encontrar Riples de mar, gusanos marinos que dejaron huellas como los ‘Skolithos’ o galerías verticales que se utilizaban de morada, así como las estructuras en forma de cono que se llaman ‘Daedalus’.
Ruta por las calles del pueblo
El atractivo singular de Monsagro es su arquitectura y esas huellas perfectamente conservadas que se adentran en sus paredes y las dotan de un encanto histórico. Esta ruta por el pueblo cuenta con varios paneles informativos en los que se indica el tipo de fósil que hay en esa zona. Además, con esta ruta promovida por la Universidad de Salamanca y la Diputación provincial, pasó de ser un punto desconocido en la España vaciada a tener alrededor de 4.000 visitantes al año. Esta actividad se suma al uso de las nuevas tecnologías y ya dispone de aplicaciones móviles para hacer una gymkana interactiva por el pueblo. La cámara de la propia aplicación reconoce los fósiles y hace preguntas sobre ellos.
Museo de los Mares Antiguos
Desde julio de 2018, Monsagro cuenta con un Centro de Interpretación de los Mares Antiguos, en el que los visitantes pueden recorrer las distintas etapas y sumergirse en el fondo marino de hace 480 millones de años con ayuda de la realidad virtual. Una experiencia única que no deja indiferente a nadie y adaptada para todo tipo de público y personas con discapacidad, incluso en formato braille. Este espacio tiene un diseño vanguardista y en las escaleras de acceso al interior figuran recuerdos de personalidades como el arqueólogo e impulsor, Jorge Civis, entre otros.
El interior se configura como un paseo por las diferentes eras geológicas, en las que se muestran fósiles únicos procedentes de la zona y que se encuentran catalogados en las vitrinas, aunque también hay muestras interactivas, un documental audiovisual y se realizan exposiciones itinerantes como la que se encuentra en estos momentos del Carnonífero, procedente de León.
El Consistorio realiza para ello una intensa labor de promoción en el extranjero, sobre todo en Japón y Estados Unidos. Pero quizá lo más llamativo del Museo es la experiencia de realidad virtual que se ofrece al espectador para adentrarse en el fondo marino, puesto que con esas gafas y un mando como los de las consolas, uno puede llegar a sentir que está rodeado de numerosas especies e incluso imaginarse cazando Trilobites.