El secretario de estado de la Memoria Democrática, Fernando Martínez, recordó hoy la memoria de Antonio Cepas, el último gobernador civil de la II República en Salamanca, represaliado durante la dictadura franquista por defender la legalidad republicana. a través de un reconocimiento que, según señaló, es “fundamental para recuperar la dignidad” de estas personas “que nunca la perdieron”, en referencia a las víctimas de la guerra y del franquismo.
La asociación Salamanca Memoria y Justicia recordó a Cepas en un homenaje en la Subdelegación del Gobierno de Salamanca, donde entregó una placa a la institución y otra a los familiares que asistieron al acto. Asimismo, por parte de la Subdelegación, se hizo entrega a la familia de la declaración de reparación y reconocimiento personal del Gobierno de España, por la que se reconocen y amplían derechos en favor de quienes sufrieron represión y violencia durante la Guerra Civil y la dictadura.
Durante su intervención, Fernando Martínez puso en valor la importancia de la recuperación de la memoria histórica por parte de las instituciones democráticas, recordando a “hombres que trataron de transformar una realidad injusta en el país”. Asimismo, consideró que las “víctimas de los vencidos” fueron “criminalizados, estigmatizados e invisibilizados”.
Por otra parte, matizó que el próximo miércoles esperan aprobar en el Senado la nueva Ley de Memoria Democrática, por la que sentencias como la que afectó a Antonio Cepas no serán solamente injustas y legítimas, sino que se declarará la nulidad en los Tribunales. “Es una cuestión que ancla en los Derechos Humanos, la humanidad, las víctimas, el respeto a los familiares y su dignificación”, aseguró el secretario de estado.
Desde este acto de homenaje, “que es lo que más nos llega adentro desde la Secretaría de Estado”, Martínez señaló también que desde el Ejecutivo central están realizado un proceso de recuperación de cadáveres en casi 500 fosas para que las familias puedan darles “digna sepultura”. Con ello esperan recuperar entre 25.000 y 30.000 cuerpos gracias a la petición de sus descendientes.
En la línea de la memoria histórica, señaló que hasta ahora “no se transmitía porque había mucho miedo”, pero que a partir de ahora estos casos “se van a contar en la escuela con una clara finalidad, que los hechos dramáticos de aquellos años no vuelvan a repetirse”. “La memoria no es una mirada al pasado, es presente y una mirada al futuro, para recuperar los principios y valores democráticos”, sentenció.
El papel de Antonio Cepas
Desde la asociación Salamanca Memoria y Justicia trabajaron para rescatar y recordar la historia de Antonio Cepas, quien según narró el representante de la agrupación, Santiago López, fue “una de esas personas que representa todo, en un determinado momento de la historia de nuestro país”. Así, dentro de los documentos en el Archivo Militar encontraron la causa 1098, en la que se perdía la pista al secretario en el año 1938. Gracias a la colaboración de la familia, quien se pusieron en contacto con ellos debido al hallazgo de un capítulo de un libro que narraba su causa en internet, pudieron profundizar en su vida y recuperar su memoria.
Según señaló Santiago López, Cepas tuvo una gran importancia militar, docente y como político. Tras ser jefe de logística en Ceuta, donde trabajó como pieza clave en los preparativos del desembarco franco español de Alhucemas, entró a ser docente de la escuela militar de Ávila y acercó la contabilidad analítica al país. Gracias a estas conexiones con los intelectuales, pasó a unirse a Izquierda Republicana, siendo uno de los 25 miembros fundadores y asumiendo el cargo de gobernador civil en Salamanca.
Cepas tomó el papel de “gran pacificador” en la ciudad del Tormes, donde pese a que no existieron graves problemas de tensión social, decidió que no hubiera enfrentamientos y requisó todas las armas. Tras estallar la guerra, sus libros fueron perseguidos, retirados de las librerías y quemados. Pero la acusación final, según detalló el representante de la asociación, fue la de vigilar la frontera para prevenir la entrada del general Sanjurgo por Portugal, por lo que se le acusó, mientras seguía la legalidad vigente, de haberse alzado contra el gobierno franquista.
Por ello, fue condenado y pasó entre nueve y 10 años en prisión, y tras recibir el castigo de exilio, se dirigió a Tetuán para terminar sus días. Su nieta, Teresa Sanz, recordó a Cepas como “un hombre de bien, al que le gustaba ayudar a la gente, y muy estudioso”, con un “ingenio y un humor inteligente”, que “a pesar de tanta tragedia pudo envejecer al lado de su hija y su mujer”.
Por su parte, la subdelegada de gobierno en Salamanca, Encarnación Pérez, aprovechó la ocasión para poner en alza “el trabajo y la generosidad de un hombre como él”, al que calificó como “ejemplo de diálogo, encuentro, saber gestionar, cercanía y servicio público”. Además, matizó que “para mí es un modelo” en su trabajo, y agradeció “el servicio público que fue capaz de llevar hasta el final”.