La Guardia Civil de Salamanca, a través de su equipo de Delitos Telemáticos, ha participado en la operación 'Saparacoop', que ha desembocado en la desmantelación de un grupo criminal involucrado en una macroestafa con 1.200 víctimas por todo el territorio español.
Dos vecinos de Vitigudino y Babilafuente denunciaron haber sido víctimas de una estafa tecnológicas por un importe de 42.000 euros, seguidamente se sumaron hasta 80 víctimas en la provincia y el más de millar por todo el territorio español, llegando a superar los dos millones de euros. Los estafadores suplantaban la página web y los teléfonos del banco.
Los agentes descubrieron que todos los perjudicados habían sido víctimas de la misma organización criminal, que estaba formado por miembros disiminados por todo el territorio nacional y con ramificaciones en el extranjero. Esta tenía una estructura piramidal en la que la cúspide había una estructura "tecnológica" desde donde se ejecutaba el 'shimishing', sumándose a esta una estructura "económica" que controlaba las cuentas bancarias que se usaban para mover el dinero, haciendo uso para ello de "mulas económicas".
Estas últimas eran personas que recibían una cantidad de dinero a cambio de usar sus datos personales para crear cuentas corrientes a las que iban destinadas las transacciones ilegales para posteriormente sacarlo y entregárselo a la organización.
La Guardia Civil ha detenido durante este mes de noviembre a sus nueve integrantes tras los registros sus viviendas de Toledo, Badajoz, Ciudad Real, Murcia y Valencia. De esta manera, la Benemérita ha logrado la desarticulación de la estructura económica, consiguiendo recuperar parte del dinero estafado.
El modus operandi era que las víctimas recibían un SMS de su banco en el que avisaban de un acceso no autorizado a sus cuentas y en el que se les pedía la verificación inmediata de las operaciones mediante un link de acceso. Tras acceder al enlace, atemorizados ante un posible acceso ilícito a sus cuentas, les dirigían a una página falsa muy similar a la de su banco.
Tras lograr dicha información, los estafadores simulaban el teléfono real del banco y llamaban a los perjudicados para pedirles los códigos de seguridad que acababan de recibir por SMS para anular las operaciones falsas. Las investigaciones se han visto dificultades por las medidas de seguridad que tomaban los delincuentes, ya que cada integrante de cada grupo solo podía tener contacto con su superior, al que ni conocía personalmente, puesto que las comunicaciones se llevaban a cabo vía Internet y redes sociales.