Dentro del conjunto de cosos, o plazas de toros, singulares de Castilla y León, Ciudad Rodrigo tiene un lugar privilegiado en ese olimpo de curiosidades patrimoniales e históricas. Todo se resume en una construcción peculiar, por no decir única, de la plaza de toros en pleno casco histórico de Miróbriga con el trabajo de un puñado de artesanos, puntas y tablones que permiten celebrar el histórico Carnaval del Toro.
Esta singular construcción permite la celebración de todo un conjunto de festejos en los que, en algunas ocasiones, se han llegado a correr más de 50 toros. Pero todo tiene un antecedente, ya que en Ciudad Rodrigo, ya en el siglo XVI se corrían toros en la plaza Mayor todos los días de fiesta en verano, y a veces también en invierno. Era tal la afición mirobrigense a los toros, que cuando el papa prohibió las corridas (a coso cerrado) descubrieron la manera de burlar esta prohibición, y comenzaron a correr los toros por las calles de la ciudad cerrando las murallas, incluso por las noches.
La construcción de este coso taurino constituye todo un ejemplo de arquitectura civil que llega a sus últimos días, ya que se monta y desmonta en cada Carnaval -como otras muchas plazas de los pueblos de la provincia que corren toros-. Lo curioso de estos montajes, a fuerza de puntas y madera decíamos, se hace de la manera que ha pasado de generación en generación, ya desde el siglo XV-XVI.
Referente taurino
La historia de este peculiar coso taurino, referente de la tauromaquia desde muchas décadas porque por ella han pasado la mayoría de las figuras de la historia del toro, se remonta, tomando como ejemplo documentos históricos, al Carnaval del siglo XVIII. Así, en 732, el Consistorio ya estableció los diversos festejos taurinos que se debían celebrar para vivir Don Carnal. Esto en cuanto a los festejos por las carnestolendas.
Si se toman como datos los tablaos con que se cierra la plaza, el Archivo Histórico Municipal guarda un documento, de 1418, en el que recoge el pago realizado por el arrendatario del piélago -paraje del río Águeda anexo al Puente Mayor-, Bertol Sánchez, por alquilar la talanquera y los tablaos por la fiesta de San Juan. También en 1770 se contienen libros con los ingresos y gastos de la explotación de la plaza de toros durante el Carnaval de aquel año de la segunda mitad del siglo XVIII.
Además, a destacar la simbiosis entre los tablones, vigas, maderas, puntas de 'veinte-ciento', cuñas y martillazos que retumban por toda la ciudad casi un mes antes de que suene la Campana Gorda para anunciar el comienzo de la fiesta y la salida de los toros. Todos estos trabajos de maderas entrecruzadas culminan con la construcción de una plaza de toros con forma de cuadrilátero, el que constituyen 47 tablaos y cinco puertas de acceso.
Los artesanos montadores, porque es un oficio de carpinteros que se pierde con el devenir de los tiempos, bien entre familias o pandas de amigos, se comienza colocando las burras que serán la base para levantar los tendidos. Todo ello, después de un pormenorizado trabajo de puzle, para colocar los largos tablones que harán de asientos para los aficionados y que, como en muchos otros pueblos, se les llama tablaos por los tablones que conforman las gradas.
La plaza de toros de Ciudad Rodrigo será declarada Bien de Interés Cultural por la Junta de Castilla y León. Así lo recoge el Boletín Oficial de Castilla y León de este viernes que publica la resolución de la Dirección General de Patrimonio Cultural, fechada el 13 de enero, por la que se incoa procedimiento para la declaración de la tradicional y artesanal construcción del coso taurino de Miróbriga como inmaterial.