Cuando todo empezó a torcerse en el PP de Salamanca
Mañueco impone una línea roja: que la exvicepresidenta de la Diputación, Chabela de la Torre, no se alce, bajo ningún concepto, con la presidencia del partido en el congreso provincial
22 enero, 2023 11:40Noticias relacionadas
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Para explicar el conflicto interno que vive el Partido Popular de Salamanca hay que remontarse a 1995. En aquel año, el tándem Julián Lanzarote y Alfonso Fernández Mañueco, el joven que miraba lejos, tomaron el poder del partido, aupados por el entonces presidente de la Junta de Castilla y León y presidente regional del PP, Juan José Lucas, que mandaba mucho, y también por su mano derecha, Jesús Merino Delgado, padrino político del joven Mañueco, que más tarde sería condenado en el juicio por la denominada ‘trama Gürtel’.
Gracias a ambos, Mañueco resultó elegido en 1993 secretario provincial del PP de Salamanca, tras un reñido congreso que aupó a Julián Lanzarote a la presidencia provincial en sustitución de Manuel Estella Hoyos.
Poco después, en las municipales de 1995 Mañueco consiguió un puesto de concejal en el Ayuntamiento de Salamanca, donde su padre, Marcelo Fernández Nieto, exfraile dominico, requeté, procurador en las Cortes franquistas, gobernador civil de Zamora y magistrado nombrado por el régimen, había ejercido como alcalde entre 1969 y 1971.
Al mismo tiempo, el joven político obtenía acta de diputado provincial, condición que le permitió ser elegido vicepresidente primero de la institución. Ya en la Diputación de Salamanca, con un golpe de efecto orquestado en el pueblo de Villares de la Reina, de donde procede su familia política, en pocos meses logró desbancar a su compañero Gonzalo Sáinz Fernández y tomar él, en julio de 1996, las riendas de la Diputación salmantina cargo en el que permaneció hasta marzo de 2001.
Ese año fue requerido por Juan Vicente Herrera para formar su primer gobierno autonómico, en el cual ocupó, casi nada, la Consejería de Presidencia y Administración Territorial, hasta el 3 de julio de 2007.
Pero las miras del joven "Alfonsito", como lo llamaba cariñosamente Herrera, se elevaban mucho más alto. En octubre de 2002, el dedo que todo lo controlaba en el PP de Castilla y León, o sea, Jesús Merino, lo ungió con el cargo de secretario general del Partido Popular de Castilla y León, que ocupó hasta el 1 de abril de 2017, cuando, en un proceso de primarias, que están bajo investigación judicial por una supuesta financiación ilegal, se alzó con la presidencia del PP de Castilla y León frente al candidato de Herrera, Antonio Silván.
En las entrañas de los aparatos del partido
Es decir, toda su vida política, hasta llegar a la cúspide del partido en la región y auparlo a presidente de la Junta, se fraguó en los aparatos del partido, tanto en la provincia salmantina como en Castilla y León.
Por tanto, quien conozca los entresijos políticos de Salamanca, sabe perfectamente que, en esta provincia, nada se acuerda, nada se hace, nada se aprueba sin el consentimiento, el beneplácito o la aquiescencia de Alfonso Fernández Mañueco. Aunque nunca aparezca, porque siempre ha sido un político superviviente que se ha sabido mover muy bien en las entrañas del PP, y haciendo parecer que son otros los que hacen, como si la cosa no fuera con él. Nada de lo que acontece en el Partido Popular de Salamanca en estos momentos, donde se vive una crisis o guerra interna cuyas consecuencias aún son imprevisibles, es ajeno a Fernández Mañueco.
Él fue quien dio el visto bueno para que Javier Iglesias, por entonces alcalde de Ciudad Rodrigo, senador, procurador y diputado, fuera presidente del PP de Salamanca, en sustitución del que fue su valedor, el alcalde Julián Lanzarote, al que se defenestró de malos modos y que actualmente vive alejado, y asqueado, de la vida política.
Fernández Mañueco fue también quien designó a Iglesias para que fuera elegido presidente de la Diputación salmantina. Así, durante muchos años, desde 2011, Iglesias ha sido un fiel servidor de Mañueco, cumpliendo diligentemente todas las directrices del "amigo Alfonso".
Hasta que pasó lo que pasó y estamos en los juzgados con dos causas abiertas, en las que Mañueco está pero sin estar -como hace siempre- y Javier Iglesias metido hasta las trancas. Teniendo que dimitir como presidente del PP de Salamanca y con unas relaciones que, más que otra cosa, son muy tensas y quién sabe si con otros asuntos de por medio para aguantar Iglesias en sus sillones contra carros y carretas, que ha habido muchos y muchas. Y desde Valladolid se miraba para otro lado.
¿Es Javier Iglesias culpable único del proceso judicial de primarias y de la no convocatoria del Congreso del PP de Salamanca, dos años después de la fecha en que se tenía que haber convocado? Quienes saben de la vida política charra conocen fehacientemente que no. Detrás de todo ello está la decisión en unos casos y el deseo en otros, de la sombra alargada de Alfonso Fernández Mañueco.
Tampoco hay que olvidar, en el caso del congreso, al eterno senador, fajador, ideólogo, hombre de confianza y paracaidista, porque ni vive ni viene ni se le ve salvo en elecciones por Salamanca, Gonzalo Robles, nombrado con nocturnidad presidente del Comité Electoral provincial para las elecciones del 28 de mayo, órgano que valida formalmente las listas electorales en cada municipio. Es decir, otra vez Mañueco, que está, pero sin que se le vea.
Iglesias era, que ya no es, un peón en una partida de ajedrez que se juega en el Colegio de la Asunción de Valladolid. Y como peón ha caído para que otros avancen en el tablero, como es el caso del alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo. Y así nace la actual gestora del PP de Salamanca, nombrada tras la forzada dimisión de Javier Iglesias.
Una gestora presidida por el alcalde de la capital, Carlos García Carbayo, quien ya era secretario provincial con Iglesias. ¿A qué se juega aquí? Simplemente a 'laissez faire', que pase el tiempo, colocar a los fieles al líder en las listas y que lleguen las elecciones municipales en mayo sin que el congreso se haya convocado. O retrasar el proceso con todo tipo de triquiñuelas para que cuando el congreso provincial vaya a ser convocado, estén cerradas todas las listas electorales, que es el objetivo último de este gran tinglado.
La gestora, formada el 5 de diciembre, dando a entender que convocaría el congreso, de lo que menos se ha preocupado es de convocarlo. Su único interés son las listas. Y, claro, de por medio, una denuncia de 13 afiliados que ven "vulnerados sus derechos" y entra la Justicia en el debate.
El meollo en estos momentos es por qué no se ha convocado el congreso, ni se convoca. Y por qué la dirección nacional se pone del lado de quienes están vulnerando los derechos de los afiliados.
Salvo que el Juzgado de 1ª Instancia número 5 de Salamanca adopte medidas cautelares y obligue a su convocatoria inmediata, el Congreso Provincial del PP de Salamanca, único aún sin celebrarse en toda España, seguirá en el limbo de los justos. Simple y llanamente porque el sector oficial, llamémosle así, que representa los intereses o deseos de Fernández Mañueco, tiene miedo de que los afiliados, cansados de tanta estulticia o insensateces, de tanto vividor a sueldo político, voten contra el aparato. Casos, muchos, como bien saben Mañueco, Cospedal, Soraya y Casado.
La fina línea roja
Además, existe una línea roja que no desea pasar: que la exdiputada Chabela de la Torre se haga con la presidencia del Partido Popular de Salamanca. Esa es la cuestión y esa es la exigencia del líder, tanto a sus afines en Salamanca como a la dirección que encabeza Alberto Núñez Feijóo, quien no se presentó al requerimiento del Juzgado de Salamanca para declarar por la no convocatoria del congreso provincial del PP salmantino después de casi dos años. No sabemos, por cierto, la razón última de su apego a Mañueco con todo lo que está diluviando en Castilla y León y Salamanca, con consecuencias imprevisibles y, más, a escasos cuatro meses para las elecciones municipales.
Génova, digamos Feijóo y su gente, con el 'apagafuegos' Miguel Tellado, vice secretario general de Organización, construyendo puentes de diálogo entre los sectores críticos, que no desleales ni traidores porque defienden sus derechos, y oficial. Pero no hay diálogo con Fernández Mañueco, que no quiere que su gente dialogue. Se han convocado varias reuniones, se han acordado llamadas, los denunciantes aún están a la espera. Y todo porque hay una línea roja que se llama Chabela de la Torre, exvicepresidenta de la Diputación de Salamanca y actual concejala del Ayuntamiento de Santa Marta de Tormes, cuyos motivos deberían explicarse, si son personales o políticos.
Numerosos afiliados y cargos públicos consideran que lo que está sucediendo es una auténtica tomadura de pelo. Por ejemplo, los motivos esgrimidos por la defensa del PP en la vista celebrada el pasado viernes en el Juzgado número 2 de Salamanca, en la que los abogados llegados de Génova apuntaron al Covid-19 como causa por la que no se había convocado aún el congreso, que debería haberse celebrado en abril o mayo de 2021.
El argumento resulta grotesco, cuando, de por medio, se han celebrado todos los congresos en el resto de provincias españolas, salvo el de Salamanca, y también los regionales y el nacional que eligió a Feijóo en Sevilla en 2022 como nuevo presidente en sustitución de Pablo Casado.
Alfonso Fernández Mañueco, presidente del PP y de la Junta de Castilla y León, exalcalde de Salamanca, expresidente de la Diputación, ex secretario general del PP de Salamanca y de Castilla y León, aunque parezca que no está, está detrás de todo cuanto acontece en esta provincia.
En último término, él es quien mueve los hilos, las fichas de ajedrez y decide el quién, el cómo y el cuándo. Seamos claros, ni antes Iglesias -aunque lo aparentara, "querido Alfonso"-, ni ahora Carbayo mandan nada. Que no nos tomen el pelo.