José Amador Hernández, Pepe Amador para todo el espectro político y sus amigos, ha fallecido debido a una fulminante enfermedad, a los 83 años de edad. Pero Pepe era mucho más, un político de casta y raza con una dilatada vida tanto en su Lumbrales, donde ya fue concejal con 20 años, hasta en la Diputación de Salamanca, donde fue diputado por la comarca de Vitigudino, y también en su última etapa de vida política, asesor en el Grupo Ciudadanos.
Recordar a Pepe es fácil, por su amplitud política, pero también por las muchas horas de amena conversación, recordando, dando consejos, analizando el día a día de esta provincia. Además, fue parte activa en los más importantes acontecimientos vividos por la provincia de Salamanca en los años de democracia.
Si fue concejal de Lumbrales a los 20 años, también ejerció como alcalde en dicho municipio antes de 1972. Además, destacado militante de Alianza Popular. De concejal y diputado del PP, en la legislatura 1991-1995, fue cuando asistió a la mayor 'felonía' política en la democracia salmantina. Iba de la mano con el que debiera ser, porque tenía mayoría absoluta, presidente de la Diputación, Casimiro Hernández, candidato del Partido Popular, siendo Pepe Amador la persona de mayor confianza de Casimiro. En aquella legislatura, el PP obtuvo dos diputados por Vitigudino -Casimiro Hernández como alcalde de Vilvestre, y José Amador como concejal por Lumbrales-.
Pero todo se torció en junio de 1991, cuando el también diputado del PP José Dávila, en lo que se llamó 'el davilazo', traicionó a su partido y salió elegido como presidente con el voto del CDS y PSOE. Aquello marcó un antes y un después en la vida política de Salamanca, en la que fue parte activa José Amador. Porque, ya en 1994, en el Congreso Provincial del PP, los hombres de Casimiro Hernández, como el difunto Amador, perdieron el poder a manos de Julián Lanzarote y un joven Alfonso Fernández Mañueco, que venían como la renovación, el aire joven... y a dónde hemos llegado visto los acontecimientos acontecidos estos días atrás.
Desde entonces le llegaron años de silencio. De muchos silencios que mascaba y tragaba, con no menos bilis, en la panadería que regentaba en Lumbrales. Un olvido por su partido, el PP, al que vio nacer como AP y luego como PP y al que aportó mucho rédito electoral que, aún hoy, tiene en la comarca de Vitigudino. Hasta que se enrola en Unidad Regionalista, con otros expopulares, y, luego, en Unión del Pueblo Salmantino (UPS), del que fue concejal en el Ayuntamiento de Lumbrales, en coalición de Gobierno con el PP. Pero aquello, a mediados de la legislatura, no funcionó porque volvieron a traicionarlo, o engañarlo, otra vez los mismos.
Y nace Ciudadanos, que en Salamanca se hizo fuerte gracias a personas como Pepe Amador que pusieron los votos de UPS a favor de Albert Rivera para la formación de Cs nacional y poder concurrir a las elecciones europeas, que fue el trampolín para lanzar el partido en el ámbito estatal. En la formación naranja, Amador tuvo una vida muy activa, casi en sus años ya de jubilación, llegando a ser el 'alma' de la formación en la provincia y en la Diputación de Salamanca, donde ejerció de asesor y, hay que decirlo, por quien pasaban todos los asuntos municipales y provinciales de Ciudadanos. A los naranjas enseñaba, aconsejaba y guiaba aquellos primeros años de CS con la aportación de toda su dilatada vida política.
Pero una vida tan agitada políticamente, como la de Pepe Amador, tenía que tener también muchos sinsabores, ratos amargos y muchas felonías. Así, otra vez queda relegado en CS por decir las verdades del barquero. Unas opiniones que, ahora se ha visto, han llevado a la formación naranja a casi su desaparición. Y con esa congoja de trabajar para lo que pudo llegar a ser una formación que prometía, a sus días finales viendo como aquella ilusión, en la que él creía y por la que llegó a poner en jaque su salud, se desmoronaba como un castillo de arena. Lo cierto, es que Pepe se ha ido con el orgullo del deber cumplido.
Un amigo
La necrológica política de Pepe Amador es amplia, pero mucho más lo es la amistad que generaba a quien nos considerábamos sus amigos. Pepe siempre tenía un momento para la atención cuando visitabas su querido pueblo, Lumbrales, cuyo nombre llevó con orgullo y valor por toda la provincia. Pero también era ese conversador nato, interesante, reflexivo, ameno y con miras siempre de futuro, aunque en muchos momentos lo intentara ahogar la amargura del pasado. De esas gentes por quien dio todo y luego lo dejaban ahí. Pero Pepe nunca se calló, quizás se lleve algún secreto con él en el vuelo final, pero eso quedaba dentro de su privacidad y su derecho al silencio.
Siempre fue libre de decidir por sí mismo. Fue íntegro con sus creencias y aptitudes, sociales y políticas. Nunca dobló la pierna ante nadie, y ocasión tuvo muchas para hacerlo ante desagradecidos y vividores, aunque no lo lograron, porque se mantuvo firme hasta el último halo de vida. No tanto la edad, sino por el sinsabor de la política y sus políticos, abandonó la lucha diaria para dedicarse a los suyos. A su mujer y sus hijas. A su nieto Gonzalo, su ojito derecho. A disfrutar de Portugal y sus gentes. A relajarse a la orilla del río Duero, donde muere el Huebra en la encantadora Quinta de la Concepción, otro de sus paraísos. Pero él seguía ahí, viendo los plenos de la Diputación por YouTube, hablando, comentando, aconsejando a quien respetaba y quería... pero desde el otro lado.
Y en su momento de mayor tranquilidad, vida y amor por y con los suyos, le toca alzar el vuelo eterno. En silencio. Alejado del mundanal ruido de estos tiempos convulsivos, aunque, quién sabe, cuál sería su último suspiro, porque lo conocemos. El tiempo hará justicia y recordará, para siempre, a este político de casta y raza.
Descansa en paz, amigo Pepe.