Los dos acusados de participar en la ejecución material de los disparos que acabaron con la vida de ‘El Chispi’, joven asesinado el 29 de enero de 2020 a plena luz del día en el barrio San José de Salamanca, conocidos como ‘El Rafi’ y ‘El Vinas’, se inculparon este lunes entre sí, en sede judicial, durante la sesión de apertura de la vista que evalúa la causa con jurado popular en la Audiencia Provincial de Salamanca.
Ambos señalaron al otro como el pistolero que acompañaba al autor confeso del crimen, ‘El Pepón’, quien se ahorcó en su celda de la cárcel de Dueñas, en Palencia, y dejó certificada su implicación en una carta de despedida, reproducida en el juicio, en la que, además, exculpa a uno de ellos, a ‘El Vinas’, su padre, y señala al otro, ‘El Rafi’, un amigo que, según su versión, le ayudó a cometer los hechos. Tanto las intervenciones de los abogados y el Ministerio Fiscal como de los declarantes coinciden en reconocer que ‘El Pepón’ efectúo parte de los disparos acompañado por un segundo ejecutor.
El primero en declarar en la tarde de este lunes fue R.S.J., ‘El Rafi’, quien aseguró haber visto cómo el difunto ‘Pepón’ y ‘El Vinas’ se acercaron a ‘El Chispi’ y le mataban. El primero disparó en primer lugar y el segundo, supuestamente, le remató. Según su versión, llegó al lugar casualmente, “en un momento inapropiado”, en medio de una mañana de recados junto a su mujer, también acusada como presunta encubridora o cómplice. Dudó al responder si llegó justo antes o un poco después de los hechos, aunque las cámaras le ubican allí al menos tres minutos antes de producirse las detonaciones.
Según manifestó, se detuvo a ver qué estaba pasando y, sin poder reaccionar, el ‘Pepón’ se metió en su vehículo y le ordenó iniciar la marcha con el arma en la mano. “A ver quien dice que no”, comentó. ‘El Vinas’, mientras, huyó “hacia la plaza de atrás”, aunque las cámaras no le ubican en ningún momento junto al centro de salud de San José, donde sucedió el crimen. Llevó al asesino a su casa y le dejó allí. Después, huyó junto a su mujer porque, según afirmó, la viuda de ‘El Chispi’ le había reconocido y “todo el barrio” decía que había sido él, así que le entró temor por las posibles represalias.
Se refugiaron en El Encinar y desde allí huyeron hacia Madrid, pero como no encontraron acomodo, acabaron en un chalet de Tudela de Duero, donde más tarde serían detenidos. Allí tomó la decisión de cambiar de abogado porque, según manifestó, se dio cuenta de que le querían “hacer el lío” y que los supuestos autores reales planeaban que “se comiera el muerto”. Presuntamente, le dijeron que se ocuparían de su mujer y de su hijo y que a él, en la cárcel, no le faltaría de nada.
Tras la detención de los tres implicados, sufrió un ataque en la cárcel de Villanubla. “Estando los tres allí presos, el padre y el hijo me dijeron que lo habían hecho ellos y que no había ningún problema. Yo, por eso, bajé confiado a dar mi declaración. La sorpresa que me llevé es que, cuando volví a Villanubla, ‘El Vinas’ llamó al abogado, y le dijo que si yo me había chivado. Por la tarde, estaba en el taller, y me atacaron por la espalda, me metieron dos puñaladas y si no es por los compañeros míos de allí, estaría muerto ahora mismo”, relató.
La versión de ‘El Rafi’ fue corroborada en sede judicial por S.S.G., conocida como ‘La Susana’, su mujer, que está acusada de cómplice o encubridora. Reiteró que estuvo con su marido haciendo recados y que pasaron por el lugar del crimen camino de la oficina de Correos, pues iban a buscar una carta certificada que no habían podido recibir en su domicilio. Declaró haber visto volverse a dos hombres tapados, uno con la capucha de una sudadera y el otro con un pasamontañas y un gorro y que uno de ellos, ‘El Pepón’, se subió al vehículo como había afirmado su marido. Según ‘La Susana’, estando ya en Tudela de Duero es cuando la situación cambió al darse cuenta, dice, de que el padre y el hijo querían incriminar a su marido. Por ello, contactó con una abogada y decidieron declarar.
Testimonios contrapuestos
A continuación tomó la palabra desde su lugar en el banquillo de los acusados E.L.G.M., alias ‘La Samira’, por entonces pareja de ‘El Pepón’. La joven señaló de forma indubitada a éste como responsable del crimen y apuntó también a su padre, dando validez al testimonio de ‘El Rafi’ y su mujer. Fue ella quien avisó por Whatsapp a su pareja de la presencia de ‘El Chispi’ en el centro de salud de San José. “Oye, que está aquí”, escribió. Asegura que no vio venir lo que iba a suceder y que solo lo comunicó porque le sorprendió verlo al tener, supuestamente, una orden de destierro según la ‘ley gitana’ motivada por las mismas desavenencias que, a su vez, le habían costado previamente un balazo en el glúteo.
Después de resolver sus asuntos médicos, ‘La Samira’ se fue a su casa y vio que ‘El Pepón’ se estaba preparando para irse con su padre, sin saber, según dijo, a qué ni a dónde. “Tardaron un rato. Volvería sobre las 14.00 horas más o menos. Venía salpicado de sangre en la cara y las manos, se limpió y me dijo que nos fuéramos. Llevaba una chaqueta oscura con capucha, del pantalón no me acuerdo. Me dijo: ‘Ya está, lo he matado’. Me dijo que cogiera a los niños y que me fuera”, declaró.
Tras ella, declaró la cuarta acusada, R.B.G, ‘La Rocío, en prisión preventiva desde que ocurrieron los hechos y acusada de cómplice o encubridora. Fue la única en responder a todos los letrados, además de al fiscal, pero no supo explicar por qué estuvo una media hora deambulando por el aparcamiento del centro de salud. Según se la acusa, estuvo vigilando los movimientos de ‘El Chispi’ y comunicándose con los autores materiales para que pudieran ejecutar la muerte. Negó haber participado en tres llamadas telefónicas, como atestiguan los operadores, y solo reconoció haber charlado con ‘La Samira’ sobre lo que iba a cocinar.
Por otro lado, afirmó que fue a hacerse una prueba de embarazo al centro de salud, es decir, que estaba allí por casualidad. Pero las cámaras de seguridad demuestran que tuvo que hacerse dicha prueba, de la que no acredita informe de alta, en apenas 32 segundos, el tiempo que tardó en entrar y salir del lugar. Además, es la dueña del trastero donde se encontraron varias armas enseñadas hoy en la vista. Dijo no reconocer ninguna de ellas y solo admitió que había una escopeta de balines que era de su padres
El último en declarar fue el otro acusado de ser el autor material de los disparos, C.M.S., alias ‘El Vinas’. Aseguró en sede judicial que estaba en su domicilio mientras ocurrieron los hechos. Manifestó, de facto, que tenía una relación regular con su hijo, con el que se llevaba “ni bien, ni mal” porque no le hacía “mucho caso”. Además, comentó que, en ningún momento, la familia de ‘El Chispi’ le ha estado buscando para vengarse, como sí le ocurrió a ‘El Rafi’.
Negó poseer el móvil con el que se intercomunicó el de su mujer, 'La Rocío’, en los momentos previos al crimen y declaró, además, que desconocía la existencia del sótano en el que aparecieron las armas, pues su pareja, a la que atribuyó el “síndrome de Diógenes”, era “la única que tenía llave". Además, asintió a la reproducción de la carta de suicidio que dejó su hijo, leída por su abogado. “Papá, te quiero mucho, pero no quiero vivir más. Cuando salga el juicio di la verdad, que le maté yo y ‘El Rafi’, que tú no tuviste nada que ver”, concluyó.