Llega uno de los momentos más esperados del año. Ese en el que las nuevas generaciones de médicos del país se enfrentan a una decisión complicada a la par que ilusionante: elegir dónde quieren quedarse tras el MIR. No siempre les toca aquel lugar con el que habían soñado o el que más cerca está de casa. A no ser que seas una de las mejores notas, como es el caso de Alejandro Olivares, quien a sus 29 años ha logrado el premio de mejor MIR de Castilla y León con un 9,99.
Tan solo ha sido un 0,01 lo que le ha privado de rozar la excelencia, aunque, sin duda, eso es lo menos significativo. Una noticia que le hace seguir “sorprendido” días después de haberse enterado. Aún no la ha procesado del todo. Quizá porque ante este tipo de situaciones siempre se tiende a ser un poco negativo: “Yo sabía que tenía bastantes publicaciones, títulos, pero uno piensa que hay gente que es mejor o que vas a sacar buena nota, pero sin más”.
Sin embargo, con una sonrisa cargada de orgullo afirma que es una “alegría tremenda” porque no se lo esperaba “en absoluto”. No cabe duda de que el periodo formativo ha sido duro y complicado. La pandemia le ha pillado por medio y ha tenido que estar a pie de cañón ante una situación jamás vivida. Una etapa que califica como “dura y bonita”. Asegura haber aprendido “mucho a nivel médico” pero también “a nivel humano”.
Cuando alguien saca una nota excelente la primera pregunta es: ¿A qué hospital vas a ir? Un sinfín de posibilidades se abren delante de los ya médicos para que puedan escoger dónde quieren empezar su andadura. Alejando siempre lo ha tenido claro: Salamanca. Es su ciudad natal, el sitio en el que ha crecido, donde empezó a interesarse por el mundo de la medicina y donde se ha ido formando.
Parece que existe un dicho popular de que todos quieren ir a los considerados ‘grandes hospitales’ como pueden ser los de Madrid o Barcelona, pero el salmantino está convencido de que el servicio de oncología de allí es “un referente en Castilla y León, siendo el principal” y a nivel nacional “también es un referente”. Es consciente de que en algunos aspectos son “un poco más pequeños” pero no quita para que sea “uno de los mejores”.
“Tanto para hacer el MIR, como para formarse y para tener una vida es el sitio perfecto. Un lugar donde te ofrecen todas las herramientas del mundo con las que crecer como profesional”, asegura Olivares. Él se dedica, específicamente, al cáncer de pulmón y a la investigación del desarrollo de la inmunoterapia. Lo que busca es seguir avanzando en estos conocimientos y especializarse cada vez más.
No quiere abandonar ni la medicina ni la investigación porque, para él, van de la mano: “Me encanta la oncología porque conjuga lo clínico con la investigación. Para mí son fundamentales las dos cosas, creo que no se puede hacer una sin la otra. Estar en el laboratorio e investigar es igual de importante que la práctica clínica en el hospital”.
Sobre la situación de los profesionales sanitarios en Castilla y León tiene “poco” que decir ya que, a ellos, mediante el programa de Captación de la Junta, le ofrecen tres años de contrato fijo y “unas buenas condiciones”.
"Es un premio conjunto"
Olivares no se atribuye el mérito, sino que asegura que se trata de un “premio conjunto” que ha logrado gracias al trabajo que hay detrás durante estos años. Un agradecimiento que, en especial, ha querido mostrar a su mentor Juan Jesús Cruz, al doctor Eder del Barco y a su compañero Emilio Fonseca.
“Es un reconocimiento bonito, pero me ha gustado por todos mis compañeros, los que están alrededor. Esto no es trabajo de una sola persona”, asegura. Finalmente, manda un mensaje a quienes se han quedado a las puertas del MIR y no han podido entrar este año en aquel hospital o especialidad que deseaban: “Tenéis que seguir luchando por lo que os gusta, seguir buscando ese sueño. No os echéis atrás ni os rindáis porque merece la pena”.