Sonia Vázquez Díaz es la arquitecta gallega que se encargó de dar vida a un convento de Salamanca para transformarlo en una tienda muy conocida, ubicada en la calle Toro. Ella formaba parte del estudio de arquitectura de Zara y decidieron que debía ser quien sacara adelante esta obra. Lo recuerda como un “impacto grande” porque era muy joven y tenía una “gran responsabilidad” dado que era un BIC, un edificio “con muchos valores patrimoniales e históricos”, tal y como afirma a El Español- Noticias de Castilla y León.

La ciudadanía no estaba muy por la labor de que pasara a ser una tienda del grupo Inditex y hubo muchos problemas para poder poner en marcha el proyecto. Este espacio nació como el Convento de San Antonio el Real de los Franciscanos, pero nunca se llegó a terminar. Forma parte de la misma parcela del liceo que se ubica justo al lado. Ese era el claustro y lo que hoy es Zara era la nave de la iglesia.

Con el paso del tiempo, lo dividieron y pusieron el teatro liceo en un lado y, en el otro, lo vendieron e hicieron viviendas. Por ello, cuando Sonia entró a este proyecto, el espacio estaba vacío por dentro y “quedaban restos con agujeros, huellas de escaleras” y un sinfín de intervenciones “poco respetuosas”.

La Asociación de Defensa del Patrimonio estaba “preocupada”. Esta ruina estaba en el radar y, en un primer momento, intentaron que se lo quedara el Ayuntamiento en Salamanca. Sin embargo, no llegaron a un acuerdo y fue Zara quien decidió hacerse cargo de ello. Cuando iniciaron las obras, la presión externa estaba presente: “Había la sensación de que un espacio sagrado con uso comercial podía ser poco acertado. Muchos ojos mirando lo que se hacía, pero la empresa era consciente del lugar tan sensible que se estaba interviniendo y no me pusieron limitación de presupuesto para que todo saliera bien”.

Su objetivo primordial era “separar lo que ya había de lo nuevo”. Lo que provocó que cuando se inaugurara, el 23 de agosto de 2005, tuviera “un éxito de crítica, no sólo de profesionales sino de la propia ciudadanía”. De hecho, hoy en día forma parte de numerosas rutas turísticas y Sonia Vázquez Díaz recibe llamadas para preguntarle datos sobre el lugar.

Sin embargo, eso no es lo que le produce más satisfacción, sino que la intervención es “arriesgada”, evitando “imitar lo nuevo de lo viejo”. “La arquitectura necesita conectar con los usuarios. Las personas que la viven son las de la calle. Hay que ser capaces de comunicarse con ellas y que se entienda lo que has hecho”, afirma.

Tienda de Zara en Salamanca COHR Arquitectos

Un proyecto cuyo objetivo era “separar” todo lo nuevo de cara al futuro, “sin atravesar los muros antiguos” para que si, algún día, lo quieren transformar en otro espacio, no haya ningún inconveniente. Lo que más le interesaba era “preservar la conciencia espacial de la antigua iglesia” y que “se percibiera la continuidad del espacio”. Una intervención que define “discreta” para que fueran “los restos lo que quedara en primer plano”, y lo demás fuera “oscuro” con el fin de que “pasara desapercibido”.

Vázquez la recuerda como su “primera gran obra” que ha terminado convirtiéndose en su “niña bonita”. Uno de los elementos que más llama la atención es la cúpula de 22 metros que logró sobrevivir a las anteriores intervenciones. El ábside, que no forma parte de esta parcela, sí que lo fue antes de que Zara comenzara su proyecto, y se convirtió en el patio trasero de la manzana. Para acceder a él y ver cómo estaba la edificación tuvieron que hacerlo por un restaurante. “Fue impresionante ver cómo se usaba como almacén y quedaban los arcos y molduras. Un secreto al que casi nadie tiene acceso”, confiesa.

Cúpula de Salamanca COHR Arquitectos

Para ella es “maravilloso” que las personas puedan entrar en la tienda y disfrutar de ella. Cree que es “estupendo” que el patrimonio “se use y sea accesible”.  Motivo por el cual opina que deberían “multiplicarse” estas intervenciones.

“Me gusta volver”

Sonia reside en Galicia, pero de vez en cuanto le “gusta volver” y ver cómo está este Zara tan concurrido. Reconoce que a veces le da “miedo” pensarlo por si se ha deteriorado algo, aunque a su juicio la durabilidad “está siendo buena”.

Cuando pone un pie en lo que hoy es Zara, le vienen “todos los recuerdos”. “Hemos conseguido conectar con las personas que entran, sienten esa emoción de ver esa recuperación de lo antiguo. Es una intervención que hoy en día sigue siendo contemporánea y no se ha quedado vieja. Es muy bueno que mantenga en el tiempo el interés y sea atemporal porque es de lo que se trata”, finaliza.

La arquitecta Sonia Vázquez en la tienda Zara de Salamanca