Cuando un palacio del siglo XV se convierte en discoteca. Cuando la piedra de Villamayor observa atenta espectáculos de música y sonido repletos de magia, y a los pies de la Catedral, trapecistas vuelan en el cielo de Salamanca. Calles que se convierten en museos y cultura en cada rincón del centro, para celebrar la mayoría de edad de un festival donde la vanguardia y las nuevas tecnologías se mezclan con las artes de siempre. Con el teatro, la música, la literatura, la poesía y la escultura, que buscan hacer sentir como suyo este evento que, también, traspasa fronteras.
Después de un año de ausencia, el Festival Internacional de las Artes de Castilla y León (Fàcyl) regresó a Salamanca con 48 espectáculos que se dieron cita en las calles de la ciudad durante cinco días. Este domingo tiene lugar la última jornada de un evento que ha buscado hacer lo cultural del público, con la vista puesta en las nuevas tendencias, pero también en los artistas locales. Una gran ballena luminosa acercó a Moby Dyck a la capital del Tormes para dar paso, tras ella, a casi medio centenar de eventos que han querido aunar a público de todas las edades y gustos.
Bajo esta premisa, el coordinador artístico del Fàcyl, Rodrigo Tamariz, explicó a Ical el sentido de este festival, evento del que se ha puesto al frente por primera vez para rescatar de un año de vacío uno de los actos estrella de la ciudad. Convencido de que esta edición debía “dar un paso para adelante”, consideró dos los elementos esenciales para asegurar su éxito y su continuidad: el sentimiento potente de los salmantinos hacia el festival, y la colaboración entre asociaciones e instituciones para crear un engranaje perfecto.
“Salamanca tiene que tener dos puntos importantísimos, que es la propia integración de la ciudad, que sienta que es un festival, que además de internacional, es regional”, señala Tamariz, quien añade que, para ello, “primero hay que convencer, que sepan que el festival está aquí, para quedarse”. Del otro lado, presumió de la integración de asociaciones y elementos culturales como el Conservatorio Superior de Música, la Asociación Oeste, o la Asociación de Hostelería de Salamanca.
Parte de este tejido también lo conforma la Escuela Profesional de Danza de Castilla y León. La responsable del taller coreográfico, Noemí García Encinas, resalta la importancia para el alumnado de formar parte de un festival de estas características. “Fundamentalmente estamos aquí para con un fin, sobre todo curricular, para que los alumnos puedan tener un trampolín hacia su carrera profesional”. Una ayuda externa en forma de dos espectáculos de danza clásica y dos de danza española en los que acercaron este viernes a los salmantinos obras en “otro lenguaje y una música muy emocionante con tintes que a nosotros nos ayudan”.
Espacios históricos convertidos en escenarios
El Fàcyl ha conjugado artes de siempre y nuevas tecnologías para recordar que continúa siendo un festival de vanguardia, apostando por acercar a la población propuestas artísticas “actuales y novedosas”. Así, el entorno urbano de Salamanca se ha mimetizado con estos espectáculos, que han tenido presencia en un total de 17 espacios culturales y patrimoniales significativos de la ciudad. El Patio Chico, la plaza de Anaya, los Patios de Escuelas Mayores y Menores o la Casa de las Conchas, entre muchos otros, han sido alguno de estos escenarios donde la innovación ha casado con la historia.
Durante estas cinco jornadas, más de 100 artistas pertenecientes a 40 compañías, 18 de ellas de la Comunidad, 12 nacionales y 10 internacionales procedentes de Canadá, Francia, Italia, Bélgica o Venezuela encandilaron al público salmantino. Además, para revalidar esa idea de “hacer el festival de los ciudadanos”, el Fàcyl reservó un espacio para nueve artistas charros con motivo del ‘Día del Artista Salmantino’. En él, diferentes disciplinas se dieron cita, en una jornada donde tampoco faltaron, según destacó Tamariz, niños DJs formados con una profesora especialmente para el evento.
El festival ha traído consigo también cuatro producciones propias, propuestas únicas y diseñadas para ello. Una de las más destacadas ha sido El Jardín de Calixto y Melibea, donde mediante un teatro videomapping, representado por la compañía española IMAGINART, los asistentes han descubierto nuevos secretos de este rincón salmantino entre luz y color. Pero también ha acogido un videomapping creado en colaboración con los escolares de Salamanca, espectáculos de Poledance y Parkour y la obra artística de la ilustradora Iris Serrano y el Colectivo TAV.
“Esto es una ciudad-museo”, presumía Tamariz al hablar del potencial “inmenso” de la cultura y del patrimonio inmaterial de la ciudad del Tormes donde, además de todas estas propuestas, la música también ha tomado partido. Más allá de los dos grandes conciertos de Sofía Ellar e Yves V & Briancross que llenaron la Plaza Mayor en las noches del viernes y del sábado, Salamanca también ha acogido la música de artistas de la Comunidad y de figuras internacionales.
Es el caso del flautista y compositor venezolano Omar Acosta, nominado al Mejor álbum instrumental en los Latin Grammy en 2021. Su primera vez en el Fàcyl, donde destaca ante Ical la “manera en que se ha fusionado con esta ciudad tan importante y tan bella”, considerando que “necesita esta vestimenta especial para traer a otro tipo de gente”. Un lugar donde, quien haya venido, afirma, se habrá trasformado con propuestas “inusuales, muy nuevas y muy creativas”.
Casi medio centenar de propuestas inundaron durante esta semana las calles de Salamanca. Rodrigo Tamariz, consciente de que “el festival tiene su limitación”, mostró su esfuerzo por intentar llegar a todos los públicos de manera muy universal. “Cada uno tiene su espacio y los horarios no son problema. Al final, cuando marcas una ruta en este tipo de festivales disfrutas con tu sector”, presumió, al hablar de estos espectáculos pensados para acoger a todos.
Castilla y León sin complejos
Natural de Valladolid, Rodrigo Tamariz fue uno de esos artistas que tuvo que comenzar su carrera fuera de las fronteras, con México como cuna para desarrollar su profesión. Consciente de que son muchos quienes todavía tienen que salir de Castilla y León para poder lanzar su trabajo, se mostró confiado en que “aunque tengamos espacios en la Comunidad destinados a las compañías castellano-leonesas, tenemos que mirar sin complejos y dándoles el espacio que tienen que tener”.
“Cada uno programa como quiere y todo tiene la libertad de programar, pero creo también que el Fàcyl tiene que tener un espacio para esas compañías que son bandera de nuestra región, porque es eso, Festival Internacional de las Artes de Castilla y León”, afirmó. Y esta bandera la portan artistas como Fetén Fetén, o el emergente Dulzaro, quien finalmente no pudo actuar debido a un problema de salud. Aún con ello, Tamariz trasladó la importancia de dar apoyo a todos estos artistas dentro de su tierra.
Jorge Arribas y Diego Galaz conforman Fetén Fetén. Dos músicos burgaleses que trasladan al escenario una lectura contemporánea de la música tradicional y de la música popular de baile y que también comenzaron su carrera fuera de casa, con giras que les llevaron por México, India o Namibia, entre otros. Ahora, después de 12 años de carrera, afirman ante Ical que han conseguido más reconocimiento en la Comunidad.
“Aquí se ha puesto la oportunidad de tocar, pero faltan muchas escuelas de música tradicional, y que los niños y las niñas conozcan las músicas populares de Salamanca, Burgos o Valladolid”, señalan. Así, consideraron al Fàcyl como “una oportunidad de poder traer muestras de cosas que se están haciendo en Castilla y León y también de referentes externos. Un crisol donde puedan juntar propuestas, un foro de encuentro y debate”.
Con la vista puesta en una región “potencia cultural”, Tamariz recordó que Castilla y León también cuenta con festivales destacados como el de Fotografía o Videomapping. “Ojalá haya más festivales regionales que apoyen, pero eso es sumar, no es restar, porque no solamente hay artistas castellanos, sino que hay nacionales e internacionales, egresados que tampoco han actuado aquí, y que son punteros en su forma artística”.
Para programar un evento de estas características, su coordinador artístico lo tiene claro: “Para que funcione, la idea, la pasión y el corazón son importantes”. “Los festivales que parecen desaparecer es también debido al arraigo del público, que lo está absorbiendo. Si no hay un arraigo, al público de la igual que no esté”. Por ello, considera que su trabajo este año ha sido “revitalizar el Fàcyl”, y, ante la pregunta de si la continuidad está asegurada, contesta un convencido sí. Este domingo cae el telón de uno de los eventos de referencia de la ciudad charra que ha vuelto, tras un año de silencio, con la voluntad de quedarse.