El conjunto rupestre de Siega Verde, sito en el término municipal de Villar de la Yegüa al oeste de la provincia de Salamanca, se ha convertido en el epicentro del Arte Rupestre en La Raya, junto a las 'gravuras del Côa'. Declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Castilla y León en el año 1998, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1998 y extensión de la declaración en el año 2010. Sin duda se trata de uno de los hallazgos más importantes del arte paleolítico.
Se especula que el motivo de haber elegido esa zona se debe a que se trata de una zona de paso. Pero también es un lugar especial elegido por los hombres de la Prehistoria por tratarse de una zona de paso y un privilegiado punto de control y observación de los animales que acudirían a este abrevadero permanente.
El yacimiento fue descubierto en el año 1988 por Manuel Santoja y Rosario Pérez, profesores de arte rupestre parietal que trabajaban para el inventario arqueológico de Salamanca. Lo primero que encontraron fueron figuras realizadas en piqueteado, representaciones de caballos, cabras, toros o ciervos.
Debidamente estudiado, protegido y señalizado en la actualidad, se nos ofrece la posibilidad de recorrerlo y de aproximarnos a las condiciones de vida de aquellos artistas prehistóricos que, junto a los que habitaron también en el vecino enclave de Foz Côa, nos legaron uno de los más importantes conjuntos de arte paleolítico al aire libre de toda Europa.
En el yacimiento de Siega Verde se encuentran catalogados hasta 94 paneles con más de 600 representaciones de animales y algunos signos esquemáticos. Predominan sobre todo los cérvidos, bóvidos y caballos, aunque las imágenes de especies hoy extinguidas y propias de climas glaciares, como los renos, bisontes o rinocerontes lanudos, nos indican su pertenencia a una época muy lejana, en la que alternaron momentos más templados con otros muy fríos.
Nuevos hallazgos
El yacimiento rupestre de Siega Verde no deja de sorprender. Así, los paleontólogos han decubierto cinco nuevos paneles con grabados rupestres que se suman a otros muchos para hacer de este lugar un Patrimonio de la Humanidad. De esta manera, estos nuevos descubrimientos ya están incluidos en la base de datos del yacimiento. [Siega Verde descubre cinco nuevos paneles con grabados rupestres]
Se trata de cinco nuevos paneles: 92, 93, 94, 95 y 96, que son la evidencia de que este Yacimiento Rupestre Patrimonio de la Humanidad está en constante evolución, que tiene mucha vida y, por supuesto, muchos más grabados que se irán descubriendo a orillas del río Águeda.
Las similitudes de estas representaciones con las de la estación de Foz Côa y con algunos rasgos de las existentes en las cuevas de la cornisa Cantábrica, han permitido a los especialistas asegurar que los grabados de Siega Verde fueron realizados por los hombres del Paleolítico Superior.
Los grabados de Siega Verde se llevaron a cabo dibujando sobre las rocas de esquisto las siluetas de los animales, siempre de perfil, añadiendo algunos trazos para reflejar los detalles anatómicos: crines, hocicos, musculatura, marcas en el pelaje, etc.
Se utilizaron, principalmente, dos técnicas para la realización de las imágenes, el piqueteado, que delimita a base de puntos el contorno de la figura, y la incisión o dibujo a través de una fina línea grabada, sistema preferido para las figuras de menor tamaño. Además, se utiliza en ocasiones, combinada con las técnicas anteriores, la abrasión o raspado, que da lugar a surcos más anchos y profundos.
Las composiciones de los paneles tienen un significado complejo que se nos escapa. Solitarias o formando escenas, dinámicas o en posiciones estáticas, estas representaciones de la fauna que pobló la Meseta durante la última glaciación, nos hablan del mundo simbólico de los hombres paleolíticos, de la apropiación mágica de la caza y quizá de la distribución de los territorios entre las tribus cazadoras.
Existen también representaciones de especies extinguidas propias de climas glaciares como los renos, rinocerontes lanudos o bisontes. équidos, uros, bisontes, ciervos, renos, megaceros y cápridos (animales característicos de este periodo), así como representaciones antropomorfas y abstractas de gran valor iconográfico. Todas las figuras fueron realizadas mediante las técnicas de piqueteado o de incisión sobre la roca.
Todos los grabados están al aire libre, junto a la orilla del río Águeda. Se cree que los hombres de la Prehistoria escogieron este lugar al tratarse de una zona de paso para muchos animales. El enclave de convirtió de este modo en un privilegiado punto de observación y caza para los hombres del Paleolítico.
El recorrido por los grabados se complementa con la visita al Aula Arqueológica y Centro de recepción de visitantes, que permiten conocer la belleza y la importancia de este impresionante yacimiento arqueológico. El Aula Arqueológica nos prepara para este viaje en el tiempo, a las culturas Solutrense y Magdaleniense, fechadas entre los años 20.000 y 11.000 antes de nuestra era.
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