Un paraíso natural y pergamino de historia con el castillo de San Vicente
Un atractivo municipio salmantino en la Vía de la Plata, vigía de legiones romanas y cañadas medievales
6 noviembre, 2023 07:00Noticias relacionadas
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Entrado el otoño nada mejor que emprender el camino que antaño recorrían guerreros, comerciantes, ciegos, pastores y juglares, tal es la Vía de la Plata. Nuestro punto de partida fue el paraíso –como denomina el exalcalde Jacinto Gómez, que fuera señor del pueblo- a Montemayor del Río. Paraíso, nunca mejor dicho, de naturaleza e historia. Un lugar, como escondido en los valles de la Sierra de Béjar, que lame y riega el río Cuerpo de Hombre, ofreciendo un vergel donde deben vivir los espíritus del Olimpo.
Llegamos a Montemayor del Río tras surcar una carretera irregular y sinusuosa. Situado al sureste de la provincia de Salamanca, muy cerca de la provincia de Cáceres, su término municipal llega hasta la línea de separación de las dos provincias. Para llegar a la localidad, tanto del norte como del sur, hay que hacerlo a través de la N-630 o la Autovía de la Plata, desviándose a la altura de Peñacaballera. No olvidemos que hay que recorrer 7 kilómetros por una estrecha y difícil carretera local.
Antes de adentrarnos en el casco urbano, y tras dejar atrás regatos, torrenteras bulliciosas que suenan a melodía en el silencio del bosque, anotamos que Montemayor del Río fue declarado Conjunto Histórico Artístico en 1982. Ubicado junto a la antigua Calzada de la Plata, durante la Edad Media tuvo jurisdicción sobre catorce pueblos, algunos de los cuales conservan hoy en día parte de su nombre, como Colmenar de Montemayor, Baños de Montemayor y Horcajo de Montemayor, entre otros.
Accedemos al pueblo por un puente que, todo indica, proviene de época romana, aunque su arco es de estilo medieval. Estas circunstancias ofrecen una primera perspectiva sobre el poblamiento, la época romana. La red viaria fue uno de los factores que más contribuyó al alto grado de integración de las provincias de Roma. Se trataba de cauces de transporte y comunicación, por los que viajaban tanto las riquezas del Imperio, como su cultura y religión. La Vía de la Plata es uno de los elementos más importantes para conocer la transcendencia de la tierra de Montemayor.
Pero fue ya en la Edad Media cuando Montemayor y su tierra pasaron a dominio cristiano durante el reinado de Alfonso VI, que unificó de manera temporal Castilla y León en su persona. En 1215 se produjo la principal articulación de su espacio a través de la creación del alfoz de Miranda, en el cual queda incluido, junto con el antiguo término de Miranda, el de Montemayor. El núcleo de Montemayor fue tomando importancia y articulando un área notable de influencia, hasta dar forma al espacio conocido como Tierra de Montemayor. Los siglos XV y XVI supusieron para Montemayor y su Tierra un momento de crecimiento económico y demográfico, quizás el más importante de toda su historia. Cabe destacar, de la importancia del lugar, el hecho de que por el puente del que hablamos anteriormente, allá por el siglo XVI, pasaban más de 200.000 ovejas pertenecientes a la Mesta, cuyo control se llevaba por el señor del Castillo.
En la perspectiva de nuestro viaje debemos destacar, junto al valor de su arquitectura popular, su cerca defensiva, el castillo, la iglesia parroquial y el espacio de su plaza Mayor. A su vez, cabe significar la belleza y singularidad de sus edificios civiles como la casa del Concejo, la lonja, la portada de la alhóndiga, y por supuesto el Rollo, así como la importancia de los restos del antiguo Hospital, la Casa de La Puente, el crucero de San Antonio, la ermita del Santo o el propio Puente de Piedra.
Ermita de San Antonio y Puente sobre el Río Cuerpo de Hombre
Decíamos que accedemos a la Villa por un puente de piedra que ha sido restaurado en sillería y mampostería, donde en época medieval el marqués cobraba el pontazgo por cruzar el rio Cuerpo de Hombre. Se trata de uno de los rincones con más encanto de esta villa, el puente dibuja un arco apuntado sobre el río.
Al pasar el puente encontramos la ermita de San Antonio y una plaza en la que se ha restaurado el Humilladero, Crucero de caminos del S. XV. En esta plaza se encuentra una cruz enteramente decorada con medias granadas, posiblemente en conmemoración de la toma de Granada por parte de los Reyes Católicos, representativa del fin de la Reconquista.
El castillo, escudo y emblema de Montemayor
Los caminos y calzadas siempre jugaron un papel fundamental para el desarrollo. Los romanos lo sabían muy bien, de ahí la creación de sendas comerciales como la Vía de la Plata, que atraviesa la provincia de Salamanca cual arteria de vida comercial en una zona donde jugó un importante papel durante la Edad Media y siglos posteriores. En su trayecto se apilan definidos puntos estratégicos, posiciones privilegiadas como Montemayor del Río, cuyo castillo de San Vicente domina todo el valle.
Subimos por una asfaltada carretera, antigua Calzada de la Plata, para acceder al castillo. Se sitúa en altura dominando el valle del río Cuerpo de Hombre. Los orígenes de la construcción se encuentran a finales del siglo XIII, o principios del XIV, pero el conjunto actual posiblemente sea de los siglos XIV y XV. Esta fortaleza cumplió un papel fundamental en el devenir histórico, en distintos contextos; enclave importante en la Vía de la Plata en época romana, espacio fronterizo y estratégico en la marca media medieval transitada posteriormente por los peregrinos hacia Santiago (camino mozárabe del sur) y por los rebaños de la Mesta, espacio vital en las luchas entre los hijos de Alfonso XI: Sancho, Juan, Pedro y Enrique II, ya que el control de esta fortaleza implicaba el dominio estratégico de la Calzada de la Plata.
El Castillo pasó a doña Leonor de Alburquerque, hija de Sancho, quien legó el lugar a su hijo Don Enrique de Aragón en 1428. Este sería confiscado en 1458 por Juan II. Su hijo, el príncipe Don Enrique, donó el castillo a Don Juan de Silva, quien realizó algunas reformas en la segunda mitad del siglo XV, de las que sólo se conservan dos cubos con troneras que protegían la puerta. El castillo se transforma en residencia palaciega, pues con la llegada de los pobladores castellanos, la atalaya defensiva había perdido sus elementos árabes para incorporar otros nuevos. Así, en las siguientes generaciones, la localidad pasa a ser Marquesado, ya que Juan Ribera de Silba hereda con la villa el título de marqués de Montemayor. Desde entonces, esta familia transmite el castillo de generación en generación, perdiendo relevancia, lo que propicia su abandono y ya en el siglo XVII estaba deshabitado, con graves signos de deterioro.
Tras la abolición del feudalismo y la desaparición de los señoríos, el Catastro de Ensenada confirma un siglo después el estado de ruina de esta fortaleza, que ni siquiera despierta el interés de los franceses, siendo un mera zona de paso para sus tropas, que se situaron en las inmediaciones para evitar el paso de las tropas portuguesas que se acercaban desde Extremadura.
En el interior del Castillo se puede visitar un Centro de Interpretación del Medievo. Las visitas se realizan de manera guiada y consisten en un recorrido por las diferentes torres del Castillo, cada una de ellas, dedicadas a una temática diferente, pero todas intentando representar los aspectos más destacados de la época medieval, y permitiendo así un conocimiento de las costumbres de usos de la época de manera lúdica y educativa. * Fuente: Millan, Mª Eva; (2004) "Montemayor y su Tierra, su historia y herencia". Diputación Provincial de Salamanca.
Relevancia bélica
La localidad, como Concejo de Villa y Tierra, tuvo especial relevancia en la contienda bélica entre cristianos y musulmanes hasta la reconquista del pueblo a mediados del siglo XI y se convirtió en principal objetivo para afianzar el paso al sur del Sistema Central. Pero esta relevancia, como solía ocurrir en la Edad Media, originó enfrentamientos nobiliarios por su posesión según a la rama familiar real de la que fueran vasallos, sobre todo a partir de la unificación de las coronas de León y Castilla.
Por este motivo, la villa, y con ella su castillo, pasó por diversas manos entre los siglos XIII y XV, una época convulsa con destierro y hasta el secuestro de un rey. Tal era el valor de esta codiciada fortaleza con una privilegiada posición en la Calzada de la Plata (o Guinea, como se la llamaba en el medievo), cañada ganadera por excelencia, un enclave fundamental para el equilibrio de fuerzas entre los combatientes.
En 1937, el inventario de Antonio García Boiza ya recoge tal uso en este castillo feudal, con las cuatro torres que lo flanquean y junto al que hay una fuente en el mismo fuste del rollo antiguo, lugar muy pintoresco y muy visitado en verano por los turistas. Con un recinto principal reforzado con torres redondas y cuadradas, entre las que destaca la del Homenaje, en su fachada destaca la puerta principal, que se forma en ángulo dentro de una torre, es de arcos agudo y escarzano, con garita encima. Recuerda a la que existió en la desaparecida torre de Ledesma, lo que avalaría su atribución al infante don Pedro, o a su hijo Sancho, entre los años 1281 y 1312. Las ventanas son adinteladas, habiendo perdido varias de ellas la decoración que tenían al exterior, y las almenas están provistas de troneras redondas y saeteras.
BIC desde 1969
El perímetro del castillo no es excesivo y está rodeado de una singular muralla que se desprende hacia el caserío de la villa, donde se encuentran la parroquia y casas anejas, una zona que comúnmente se denomina 'El Cortinar'. Por su parte, el patio interior ha perdido gran parte de la distribución interior, pero por contra se puede apreciar de forma didáctica el esplendor de la construcción. Justo en la entrada se encuentra un pozo que, según cuenta la leyenda, sería la entrada a un túnel que comunicaba el castillo de Montemayor del Río con el Palacio Ducal de Béjar.
Declarado BIC en 1969 y dentro de la catalogación de Conjunto Histórico Artístico que ostenta Montemayor, el castillo protagoniza en el último cuarto del siglo XX una increíble recuperación, fruto del aprovechamiento del patrimonio histórico y monumental como fuente de riqueza turística, iniciándose su restauración en 1996, cuyos últimos flecos aún continúan para transformar, se intentó en un principio, a esta fortaleza en un complejo hostelero dentro de una red regionalde hospederías de lujo.
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción
Se encuentra dentro del recinto amurallado del Castillo y data del siglo XIII. Se trata de un templo románico–gótico, que al igual que tantos otros se ha ido enriqueciendo a través de los diferentes estilos artísticos con el transcurso del tiempo. Su lado oriental conserva el carácter románico en su ábside poligonal, en la torre y en los ventanales. La fachada poniente tiene ya carácter gótico. No pudimos acceder a su interior porque se encontraba cerrada, donde se encuentra un retablo del siglo XVI.
Rollo y fuente
Se trata de un rollo o picota del siglo XVI, levantado como símbolo de autoridad del marqués de Montemayor. En la actualidad, está formando parte de una fuente, habiendo perdido la gradería sobre la que se asentaba. Era el lugar donde ajusticiaban a los malhechores. Está elaborada en granito, y el primer tramo del fuste corresponde a un cilindro que forma parte de la fuente; en el segundo están labrados escudos de la villa; le sigue en altura una especie de plato que sobresale de la planta del fuste, decorada con leones. En su parte alta se aprecia el blasón de los Silvas, marqueses de Montemayor, con la figura de un león rampante sostenido mediante ángeles y rematando toda la obra un pequeño cuerpo de forma cónica.
Casa Consistorial y gastronomía
Situada en la Plaza Mayor del pueblo, es un edificio emblemático ya que fue la Audiencia Pública, tribunal abierto para todo el Concejo de 14 localidades, las pertenecientes al Señorio de Montemayor, con la Cárcel, Calabozo y Cuarto de Castigo, que aún se conserva en su planta baja. El edificio fue rehabilitado conservando en la actualidad su aspecto tradicional. Esta plaza tiene un interés muy alto por sus fachadas de balconadas, edificios de tres pisos y las flores que adornan las fachadas, lo que dice mucho de la meteorología del lugar.
Este microclima propio de la zona, atravesada por el río Cuerpo de Hombre que discurre entre suaves lomas, hace posible el desarrollo de un variado número de especies vegetales, destacando robles, castaños, alisos y avellanos, así como una interesante variedad faunística.
Como nuestro camino debe ser completo, también nos dimos un vuelto –como dicen en el pueblo- por los bares para tomarnos unas tapitas acompañadas de algo de un recio vino. En un coqueto pero bien cuidado restaurante, a la misma orilla del río –en la zona de un parque que denominan de Silvia Clemente- pudimos degustar la gastronomía local como las patatas rebozadas y revueltas, el pisto de Montemayor, el zarangollo, la ensalada de naranja, el hornazo, la bolla y las flores. Y, de recuerdo, nos trajimos unos dulces artesanales que, en la capital, son una delicia degustados con licores.