Las catedrales son, sin duda, uno de los bienes más preciados de la arquitectura española, lo que probablemente la convierte en un gran atractivo para los turistas. La mayoría de ellas son de visita obligada, pues, más allá de imponentes formas, estructuras, materiales y ornamentaciones, albergan un sinfín de curiosidades dignas de tener en cuenta, de ahí que su ranking esté muy reñido.
La de Santiago, la de Sevilla, la de Granada o la de Barcelona son algunas de las más famosas de nuestro país. Sin embargo, ninguna de ellas es la más excepcional. Según la prestigiosa revista de viajes, National Geographic, si hay una que destaca entre las tantas catedrales españolas, esa es la de Salamanca y por tres curiosas razones.
Situada en pleno corazón de la ciudad universitaria, la Catedral Nueva de Salamanca, construida entre los siglos XVI y XVIII a través de la mezcla de varios estilos como el gótico tardío, el renacentista y el barroco, está considerada "uno de los tesoros más valiosos de la arquitectura religiosa europea". Su fachada no pasada inadvertida, como tampoco lo hacen sus detalles interiores por las fascinantes historias que esconden y la inolvidable experiencia visual que ofrecen. Pero esto no es exactamente lo que le hace destacar por encima del resto.
El primer argumento que lo justifica es que la Catedral charra es la más alta de todas las españolas. Alcanza un total de 110 metros, lo que no solo le hace liderar la clasificación de templos religiosos nacionales, sino también la de los edificios de la ciudad. Y es que, tal y como afirman desde National Geographic, esta construcción se valió de parte de las estructuras de la basílica anterior para lograr estas dimensiones de récord. Tanto es así, que el campanario nuevo se levantó sobre la torre de las campanas de la catedral vieja.
La segunda particularidad atiende, precisamente, a esta realidad, que son dos catedrales en una. La Catedral Nueva de Salamanca fue construida sobre la Catedral de Santa María, también conocida como la Vieja. Es cierto que las primeras intenciones apuntaron al derribo de la anterior para que únicamente existiese la nueva. Sin embargo, el hecho de que fuese a transcurrir tanto tiempo entre el comienzo y el fin de las obras, llevaron a tomar la decisión de mantener la Vieja para que así mientras tanto se pudiese seguir celebrando el culto.
Esto se puede apreciar fácilmente al visitarla, ya que la nave izquierda es más estrecha y le falta parte del brazo del crucero, siendo este el espacio que pasó a ocupar la Catedral Nueva.
La tercera y última razón que explica que la Catedral de Salamanca sea la más excepcional de todo el territorio nacional es el hecho de que albergue nada más y nada menos que una pequeña escultura tallada de un astronauta con un casco y un traje especial. Esta se ubica en la fachada, concretamente, en la puerta norte. Pero ¿a qué se debe?
Según National Geographic, para entenderlo es necesario remontarse a 1992, cuando, con motivo de la exposición Las Edades del Hombre, se decidió restaurar dicha puerta, al encontrarse en un estado muy deteriorado. Así, el cantero responsable de esta parte de la portalada, Miguel Romero, fue quien decidió labrar un astronauta, con el único objetivo de dejar constancia de la restauración efectuada, de estilo contemporáneo.
Si bien, cabe destacar que estas son solo algunas de las particularidades que convierten a este templo religioso, declarado Patrimonio de la Humanidad, en un lugar mágico, único y absolutamente fascinante. Hay muchas más, y lo mejor para conocerlas todas es visitarlo en profundidad.