Acto oficial de la Feria de San Felipe en Barruecopardo

Acto oficial de la Feria de San Felipe en Barruecopardo

Salamanca

Por San Felipe en Barruecopardo: de ganado, fardas y medallas

La Feria Ganadera de San Felipe en Barruecopardo es un puzle de tradición, modernidad y la vida socia y política de estos tiempos

2 mayo, 2024 13:06

En el corazón de la Ramajería, en su linde con La Ribera, cuando el calendario marca el paso hacia los días cálidos de mayo, Barruecopardo despierta sus tradiciones más arraigadas para celebrar la Feria Ganadera de San Felipe. Un evento que no solo honra al santo, sino que también se convierte en un encuentro de convivencia y júbilo para sus habitantes y los numerosos visitantes que llegan atraídos por el eco de la Feria, aún en intensos días de lluvia, como fue el caso de esta edición. Es que este evento no solo marca un punto de encuentro crucial para los agricultores y ganaderos de la zona, sino que también se convierte en un escaparate de la rica cultura rural que caracteriza a esta parte de España.

La Feria Ganadera de San Felipe tiene sus raíces en el siglo XIX, es decir, ahora cumple 142 años, siendo no solo un evento para la compraventa de ganado, sino también un momento de reunión para las familias y amigos que, año tras año, se congregan para celebrar sus tradiciones. Originalmente diseñada para facilitar el comercio agrícola local, hoy día la feria se ha expandido para incluir una variedad de actividades que celebran tanto la modernidad como la tradición rural. Y, sobre todo, el patio donde tiene cabida el reconocimiento, digamos, de instituciones, políticos y personas locales: Policía Nacional por su aniversario, Javier Iglesias -no sabemos si concurre a las elecciones europeas, algo que ronda por los mentideros políticos de la provincia- y al recientemente jubilado Argimiro González, empleado municipal.

Cada primero de mayo, San Felipe da nombre a una feria que se extiende más allá del comercio de ganado. Los visitantes pueden disfrutar de exhibiciones de maquinaria agrícola, competencias de ganado, talleres sobre técnicas agrícolas modernas y estands con productos locales, donde el queso, el vino y los embutidos son protagonistas indiscutibles.

El alcalde de Villarino, Julián Martín, y el artista del metal José 'Rubio', en la exposición de Barruecopardo

El alcalde de Villarino, Julián Martín, y el artista del metal José 'Rubio', en la exposición de Barruecopardo

Para muchos habitantes de Barruecopardo y sus alrededores, la feria es una de las principales fuentes de ingresos del año. Los negocios locales se benefician del aumento del turismo y la visibilidad que ofrece el evento. Además, es una oportunidad para que los jóvenes del municipio se conecten con las prácticas agrícolas y consideren la ganadería como una carrera viable. Más allá del comercio, la Feria de San Felipe es un catalizador para la preservación de la cultura rural. Se organizan actividades como danzas folclóricas que, en esta ocasión, corrieron a cargo del Grupo Surco, música en directo y exposiciones de artesanía que atraen a visitantes de todas las edades y promueven el orgullo por los artistas rurales, como es el caso de José 'Rubio', de Villarino de los Aires, un artista del metal que expuso todo un conjunto de obras y filigranas a fuerza de diversos metales no nobles.

La vida política de la comarca corre como un arbañal

Diputados del Grupo Popular de la Diputación de Salamanca

Diputados del Grupo Popular de la Diputación de Salamanca

El amanecer en Barruecopardo es un preludio suave de lo que será un día lleno de actividad, colorido, lluvia en esta ocasión y muchos políticos y cargos institucionales y, con ellos, otros que se apuntan también a un bombardeo. Los primeros rayos del sol se entrelazan con el olor a tierra mojada y a las flores frescas que adornan las calles y el campo. El paseo al recinto ferial es todo un desfile, no de moda, sí de la importancia de 'ser alguien' en estos tiempos convulsos.

Pronto, el tranquilo murmullo matutino da paso al bullicio característico de la feria. Los comerciantes comienzan a montar sus puestos, ofreciendo desde productos artesanales hasta las más variadas delicias gastronómicas: quesos curados, embutidos caseros, y por supuesto, no puede faltar la presencia del hornazo, ese emblemático pan relleno que es un símbolo de la gastronomía salmantina.

A medida que el sol asciende en el cielo y la lluvia arrecia, el aroma a comida recién hecha en los bares se hace más intenso. Las calles se llenan de gente que va y viene, algunos en busca de un recuerdo de artesanía, otros simplemente disfrutando del ambiente festivo. La música no tarda en hacerse presente, primero con las gaitas y tamboriles, instrumentos típicos de la región, que marcan el ritmo de la celebración.

Y comienza el baile, de Surco y del otro. Con el acompañamiento de la Banda de Música del Ejército, el alcalde y diputado, Jesús María Ortiz, hace de 'perfecto' anfitrión. No estarás de más que cuando deje estas pronunciadas labores políticas, tanto municipales como provinciales -vienen de lejos en el tiempo- alguien le propusiese ser jefe de protocolo. Lo bordaría.

Es el momento de fardar, como dice Carlos Pedraz, el que fue alcalde de Lumbrales y ahora mira desde abajo lo que pudo ser y no fue. ¿Qué se esconde detrás de un gobierno municipal donde de nueve concejales gobierna un socialista de armas tomar con tres ediles? Al menos, la buena y querida Rosa del Pozo no se lo explica, aunque cree saber por mucho que el alcalde le impida hablar.

Bueno, por allí andaban diputados, y también amigos, como David Mingo de Santa Marta, Ángel Peralvo de Villamayor, Roque de Tardáguila, Zaballos de Manceras, Eva de Machacón, Nieves de Sorihuela o Santiago de Castellanos de Villiquera. Algunos y algunas vivían por primera vez San Felipe. Allí, no lo dudo, aprendieron a cómo se organizan festividades sin pagar y, en algún caso hasta recaudas.

La suerte de quien escribe es compartir mesa y mantel con alcaldes de mi tierra. Ese primer escalón de la Administración. Los héroes, los que dan la cara cada día con sus vecinos. Los que hacen de la política servicio. Los que luchan contra la despoblación, contra las desigualdades, contra las administraciones para las que los núcleos rurales, principalmente los más pequeños, cuentan poco. Por esos alcaldes y concejales que ni cobran ni reciben un euro, al contrario, lo ponen de su bolsillo. Esa la política, no la de los bobos y sus bobadas, de un color y otro.

Hablo de Julián Martín de Villarino, Florentino García de Aldeadávila, Juan Antonio de Jesús de Cabeza del Caballo, Juan Francisco Alonso de Cipérez o José San Francisco de Valderrodrigo. Por cierto, en esta ocasión no pudimos ver a otros alcaldes, sobre todo socialistas. Cosas de esta política siglo XXI.

Así, en Barruecopardo, la Feria de San Felipe no es solo una fecha en el calendario, sino una expresión viva de una comunidad que celebra con orgullo su identidad y sus raíces, asegurando que la tradición continúe vibrante y acogedora, año tras año. San Felipe en Barruecopardo es mucho más que un evento económico; es un punto de encuentro que refleja el corazón de una comunidad que valora sus raíces mientras mira hacia el futuro con cierta incertidumbre. Año tras año, la feria no solo celebra la historia y la cultura de Salamanca, sino que también se reinventa para seguir siendo apropiado y vital para las generaciones venideras, ay!