En una tarde noche llena de emociones y camaradería, un importante grupo de futbolistas del Club Deportivo Guijuelo se reunieron para celebrar el fin de una temporada intensa y llena de retos. La merienda y cena de despedida, que tuvo lugar en el restaurante El Pernil, en el Quatro y luego el saboreo de las tapas del VIRÓ, fue un evento memorable donde las risas, los recuerdos y la gratitud estuvieron a la orden del día.

Ya era de tarde, en un rincón acogedor de Guijuelo, Quatro, se vivió una de esas despedidas que dejan un sabor agridulce en el corazón. Fue una noche marcada por la nostalgia y la alegría, un evento que reunía a amigos de toda la vida y otros más recientes, sabiendo que la distancia física, aunque desafiante, nunca rompería los lazos que los unían.

El local, con su luz tenue y música moderna, se llenó pronto de risas y recuerdos compartidos. Allí estaban todos: era el momento de la gratitud, Adrián Pica -el más joven albense-, Asiel Mateos -la seriedad y la personalidad-, Manuel Cedenilla -todo bondad-, Willy Ibáñez -alegría, quiebro y visión-, J. Cambil -la magia granadina-, Alberto Bernardo -un motor que ve y piensa-, Francisco Panadero -el killer del equipo- y Xabi Domínguez -el galleguín que rompe las defensas como un estilete-. Ellos con sus respectivas parejas las dos Marías, Helena y Teresa; y Javier Rabanillo, el protagonista de la noche, el que siempre suma y aúna voluntades, el capitán sin brazalete.

También estaban como grandes cicerones chacineros el exalcalde Julián Ramos -que gran labor haría... -, el mejor relaciones públicas de Guijuelo, Juan Pedro, José -que además celebraba su cumpleaños- y Josito Ramos, los del Pernil, Carlos Campo Charro -el joven jamonero, y a última hora se incorporaron del Virò Víctor y Andrés Rodríguez, que llevaron los variados canapés de cena.

Las charlas se entrelazaban con anécdotas de los partidos, equipos y locuras juveniles. Se recordaron los días de partido, las mañanas de entrenamiento que terminaban en largas conversaciones, los viajes improvisados, y las pequeñas aventuras cotidianas que los habían unido tan profundamente. Cada historia contada desataba una serie de risas, creando un eco de alegría que se mezclaba con la tristeza de la despedida inminente.

Los brindis se sucedieron uno tras otro. "Por los nuevos comienzos", dijo Javier, levantando su copa, y todos lo imitaron, sabiendo que aunque el cambio era inevitable, la amistad perduraría. María, siempre emotiva, no pudo evitar derramar unas lágrimas mientras miraba a todo el grupo, que no era más que una recopilación de todos esos momentos que habían compartido. "Para que nunca olvidéis que aquí tenéis un hogar", apuntó Julián Ramos.

A medida que la noche avanzaba, el ambiente se tornó más íntimo y a su vez festivo. Hubo tiempo para promesas de visitas, para mensajes de WhatsApp interminables y para seguir compartiendo sus vidas a pesar de la distancia. Se habló del futuro, de los sueños por cumplir y de cómo cada uno seguiría adelante, apoyándose mutuamente aunque fuese a miles de kilómetros de distancia.

El reloj marcaba cerca de la medianoche, y la despedida final llegó. Los abrazos se hicieron más largos y sentidos. Juan Pedro, con una sonrisa llena de lágrimas, resumió el sentimiento de todos: "No es un adiós, es un hasta luego. Nos veremos pronto, amigos". Con un último abrazo colectivo, el grupo se despidió, sabiendo que, aunque los caminos los llevaran por diferentes rutas, siempre estarían unidos por los lazos invisibles de la amistad.

La puerta del Quatro se cerró detrás de ellos, y cada uno se fue con el corazón lleno de emociones encontradas, recordando que las despedidas, aunque tristes, son también una oportunidad para reafirmar los vínculos que nos mantienen unidos.

José Ramos, el del Pernil, celebraba cumpleaños de la mejor manera

Es hora de tomar decisiones: mantener el grupo

Bajada la persiana, del Quatro y de la temporada, es la hora de tener la cabeza fría, por parte de la directiva y el cuerpo técnico y mantener la columna vertebral de este equipo que, a punto estuvo de hacer historia. Nadie lo diría, pero jugar el liguilla de ascenso a Primera RFEF es todo un éxito. Se mire como se mire. Y eso a pesar de ciertos desaciertos en cuanto a planteamientos y alineaciones.

Pero lo pasado, pasado es. Ahora es mirar para adelante y pensar lo que este grupo puede llegar conseguir. Este grupo, más de medio equipo, están unidos. Son una familia muy bien avenida. Y en esto del fútbol, ya se sabe, y bien dicho lo dejo don Alfredo Di Stéfano: "Ningún jugador es tan bueno como todos juntos". Y, esta otra de sabiduría, "hay muchos jugadores que no trabajan para el equipo sino para ellos. El jugador grande es el de la colectividad". Y este grupo, que hemos mencionado, cumple estos requisitos precisos y necesarios para alcanzar metas.

Las renovaciones, cuando son necesarias, como es el caso, dependen de quien las propone y quien las acepta. A escasas fechas de las llamadas y reuniones, que sepamos, de este importante núcleo de jugadores del C. D. Guijuelo, casi todos están decididos a continuar. Sería lo más razonable y, sobre todo, lo mejor para el equipo. Dar continuidad y buscar metas superiores. Estaremos atentos.

Con la promesa de volver con más fuerza la próxima temporada -los que consigan continuar-, este grupo de jugadores del Club Deportivo Guijuelo se despidieron, sabiendo que, aunque los caminos puedan separarse, siempre llevarán en el corazón los recuerdos de esta temporada y la amistad que han forjado:

"Nos vemos en el campo, amigos. Esto no es un adiós, sino un hasta luego", fueron las palabras finales de todo el colectivo, resonando en el corazón de todos mientras se despedían con abrazos y sonrisas, listos para enfrentar nuevos desafíos y con la mirada puesta en el futuro, ay!

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