Enclavado en las montañas de la Sierra de Francia, el pintoresco y conocido pueblo de La Alberca emerge como un tesoro cultural en la provincia de Salamanca. Este lugar cautiva a los visitantes con su encanto medieval y su autenticidad preservada a lo largo de los siglos. Por su patrimonio civil conservado casi en su originalidad fue el primer municipio de España declarado Conjunto Histórico Artístico en 1940. Pasear por sus estrechas calles es como retroceder en el tiempo, donde cada esquina revela una historia antigua. La arquitectura tradicional de La Alberca ha sido meticulosamente conservada, reflejando la riqueza de su herencia cultural.
El laberinto de calles estrechas y empedradas, donde parece que convergen sus tejados, que dibuja el entramado urbano es el escenario donde vive libre, entre el 13 de junio y el 17 de enero (San Antón), un cerdo criado por los albercanos, y que se sortea de forma benéfica en San Antón. Fundado en el siglo XIII, el centro neurálgico de este núcleo serrano es la plaza Mayor. Rodeada por columnas de granito sirven de sustento a los pórticos sobre los que se elevan las casas, cuyos balcones de forja lucen la alegría cromática de los geranios, que cuelgan en el espacio.
Costumbres y tradiciones
La Alberca es famosa por sus tradiciones arraigadas. La fiesta albercana por excelencia es la de la Virgen de la Asunción, celebrada el día 15 de agosto como fiesta patronal del pueblo (Diagosto). A lo largo de tres días que siempre tienen su prolongación, se celebran ritos y ceremonias repetidos año tras año.
El Lunes de Pascua, se celebra en las eras el día del Pendón, que arrebataron las albercanas del siglo XV a las tropas portuguesas del prior de Ocrato. El lunes siguiente (el de la octava de Pascua) es el día la Romería: en la Plaza, el Ayuntamiento convida al pueblo y a todos los visitantes a obleas y vino, servido éste por los escancianos (mozos recién casados).
El Lunes de Pentecostés (ahora trasladado al sábado anterior), se celebra la romería de Maralviejas o Majadas Viejas, en una ermita situada en un bosque de robles cercano al pueblo. Y llegamos a la del Corpus Christi, una de las más hermosas celebraciones albercanas; se pulen las ventanas y balcones por donde va a pasar la procesión con colchas y paños bordados.
Siguen vivas muchas costumbres tradicionales en La Alberca, aunque no se descubran a primera vista, ni en un viaje rápido, están arraigadas en lo más profundo del sentir de su gente, perpetuadas a lo largo de los siglos, es herencia de nuestros antepasados. Desde el mismo momento que sus pies pisan las piedras de La Alberca. Al viajero de ojos curiosos se le muestran en toda su esencia, transportándolo a través del tiempo a lugares y épocas de leyenda, en otros sitios olvidados.
La cocina de La Alberca es una delicia para los sentidos, destacando platos como el jamón ibérico, embutidos artesanales y quesos serranos. Los productos locales, como las castañas y las cerezas, también son apreciados por su sabor auténtico y frescura. Los restaurantes locales ofrecen una experiencia gastronómica que complementa perfectamente el ambiente rural y tradicional del pueblo, destacando el cabrito guisado o a la lumbre.
Naturaleza y entorno
Rodeado de impresionantes paisajes naturales, La Alberca es el punto de partida ideal para explorar la Sierra de Francia. Senderos serpenteantes conducen a parajes vírgenes, cascadas escondidas y miradores que ofrecen vistas panorámicas de la campiña salmantina. Los amantes de la naturaleza y los excursionistas encuentran en este entorno un oasis de tranquilidad y belleza natural.
El municipio también es conocido por su rica tradición artesanal, especialmente en la fabricación de textiles y cerámicas. Los artesanos locales continúan produciendo piezas únicas que reflejan la identidad cultural del pueblo. Los visitantes pueden adquirir estas obras de arte como recuerdos especiales de su paso por este lugar histórico.
En resumen, La Alberca es mucho más que un simple pueblo. Es un crisol de historia, tradiciones vivas y belleza natural que invita a los viajeros a sumergirse en su encanto. Ya sea explorando sus calles empedradas, viviendo sus tradiciones, saboreando su gastronomía local o disfrutando de sus paisajes naturales, cada visita a La Alberca promete una experiencia inolvidable y enriquecedora.