Y no solo Castilla y León, Daniel Martín, muralista salmantino con más de dos décadas de experiencia, ha dedicado su vida a este arte, llevando su estilo realista a municipios y ciudades de todo el país. Su compromiso con la estética, la técnica y el mensaje lo han convertido en una figura destacada del panorama artístico contemporáneo.
Daniel recuerda cómo, a principios de los años 2000, descubrió el mundo del graffiti en el parque de Würzburg, en el barrio salmantino de Garrido. "Había exhibiciones y concursos de graffiti. Yo ya pintaba cuadros y estudiaba arte, pero ver a artistas de Madrid, Cáceres o Barcelona fue revelador. Fue ahí donde me atreví a participar en mi primera exhibición con un mural inspirado en videojuegos, y así empezó todo", rememora con una mezcla de nostalgia y gratitud por aquel espacio que ya no existe.
Aunque Salamanca tiene una rica tradición artística, lo que más ha influido en el estilo de Martín no son las obras clásicas, sino la propia ciudad con su luz, sus tonos ocres y su capacidad para invitar a la reflexión
"Salamanca es fría y te da tiempo a pensar. Pasear por sus calles fue clave para desarrollar mi arte", explica para EL ESPAÑOL de Castilla y León. Este entorno marcó una forma de trabajar que combina el realismo detallado con elementos abstractos que firma en los márgenes de sus murales.
La técnica es crucial en el arte de Daniel, así además de garantizar la belleza de sus obras, también asegura su durabilidad. "He aprendido a tratar las paredes antes de pintar. Muchas veces, en los pueblos, las fachadas están deterioradas y requieren una preparación previa. Para mí, es tan importante el acabado como la resistencia al paso del tiempo", asegura.
Desde la oscuridad
Su estilo, marcado por un uso magistral de luces y sombras, está pensado para emocionar. "Trabajo desde la oscuridad hacia la luz. Es un proceso que a veces incomoda a la gente, porque ven la pared oscura y no entienden el resultado final. Pero ese contraste es esencial para dar vida a la obra", detalla.
Cada mural que realiza está profundamente conectado con su entorno. Daniel adapta sus creaciones a las necesidades del espacio y de las personas que lo habitan. "Pintar en la calle no es para mí, es para los demás. Mis obras buscan mejorar el día a día de la gente, especialmente en lugares degradados. Saber que he transformado un sitio y que la sociedad lo valora es la mayor satisfacción que puedo tener", afirma.
Entre sus proyectos más importantes destaca el mural del depósito municipal de Castellanos de Villiquera, donde superó su miedo a las alturas, y su reciente participación en un festival en La Línea de la Concepción, Cádiz. Allí creó dos murales que invitan a la reflexión: uno sobre el recogimiento en un mundo caótico y otro que cuestiona cómo valoramos la belleza en la era de las redes sociales.
Aunque ha trabajado en pueblos pequeños como Tirados De la Vega y ciudades más grandes, Daniel sueña con pintar en un lugar icónico. "Me encantaría hacer algo rompedor, como una mujer vestida de charra en el famoso paso de peatones de Tokio. La mezcla de estéticas siempre es interesante", confiesa.
Para quienes se inician en el arte urbano, Daniel tiene un mensaje claro: "No tengáis prisa. Formarse es esencial. El arte no se trata de hacerse famoso rápido, sino de disfrutar del proceso. La paciencia y la mejora constante son claves para un artista".
Con proyectos que van desde la creación de murales hasta una nueva exposición de arte abstracto, Daniel Martín sigue demostrando que el arte urbano es mucho más que pintar paredes: es una forma de cambiar paisajes y vidas, dejando una huella que perdura en el tiempo.