
Antonio Varas de la Rosa en su nueva exposición en la Torre de los Anaya
Antonio Varas: del barrio de San Genaro al corazón artístico de Salamanca
El artista presenta su nueva exposición en la Torre de los Anaya, un reflejo de décadas de creatividad y emoción.
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En el barrio de San Genaro, aquel que la serie 'Cuéntame cómo pasó' convirtió en símbolo de una España en transformación, nació y creció Antonio Varas. Entre las calles de este icónico lugar, que combinaban el bullicio de una vida sencilla con las historias de una época de cambio, aquel joven artista comenzó a dar sus primeros pasos como creador.
“Allí empezó todo”, recuerda con nostalgia. Era el que pintaba camisetas para los amigos. No había serigrafías accesibles, y los diseños los hacía el mismo a mano: Jesucristo Superstar, el Che Guevara... cualquier cosa que le pedían. Esa curiosidad y ese afán por crear marcaron el inicio de un camino que lo llevaría a convertirse en un observador incansable del mundo y en un artista capaz de transformar ideas en formas, colores y emociones.
Décadas después, Antonio Varas ha recorrido un largo camino que lo ha consolidado como un creador incansable. Tras estudiar Bellas Artes en la prestigiosa Academia de San Fernando de Madrid, su trayectoria tomó un giro inesperado al embarcarse en la docencia. Su primer destino fue la ciudad textil salmantina: Béjar; donde ejerció como profesor de dibujo, y más tarde se instaló en la capital charra, ciudad que terminaría siendo su hogar artístico.
Al principio no quería ser profesor de dibujo
Confiesa que, en sus inicios, se encontraba como muchos recién graduados, sin saber qué hacer, y fue casi por casualidad el encontrar su primer trabajo en un colegio. Esa experiencia, aunque le apartó del mundo artístico durante un tiempo, asegura haberle enriquecido profundamente.
A pesar de los años dedicados a la enseñanza, nunca dejó de lado su pasión por la pintura, que retomó con fuerza tras su jubilación hace una década. Durante este tiempo, Varas ha desarrollado una obra cargada de claroscuros, colores vibrantes y reflejos que capturan emociones y sensaciones universales.
Ahora, con setenta años cumplidos y una vida dedicada al arte y a la observación, Antonio Varas presenta una exposición que recoge el fruto de esta trayectoria vital y creativa.
“De Madrid a Salamanca, entre dos aguas” es más que una recopilación de sus obras; es la celebración de una vida marcada por la búsqueda constante de la belleza y la conexión emocional con el espectador.
Pregunta: ¿Qué busca transmitir al público con esta exposición?
Respuesta: Emoción, siempre emoción. El arte tiene que conectar con las ideas, con lo que sentimos y pensamos. En mi caso, siempre he sido un curioso, alguien que observa el mundo y lo interpreta a través de colores, luces y formas. Es lo que me ha acompañado desde pequeño y lo que sigue moviéndome.
La exposición “De Madrid a Salamanca, entre dos aguas” refleja su evolución artística, a la vez que esa conexión tan personal con el agua, un elemento que ha estado presente en su vida y en su obra. “El agua me persigue”, confiesa. “Me inspira su luz, sus reflejos, y cómo puede transformar un paisaje, una sensación, un recuerdo.
P: ¿Cómo ha evolucionado su estilo a lo largo de los años?
R: El tiempo cambia la manera de ver y crear. Antes podía obsesionarme con los detalles, mientras que ahora busco lo esencial, la pincelada precisa. Lo que no cambia es la búsqueda de la belleza. Esa es constante, aunque se exprese de formas diferentes según la etapa de la vida.
Uno de los puntos más destacados de esta exposición es la pieza que abre la muestra: “La tempestad y la calma”, un cuadro que, según el propio autor, resume su esencia.
“Es una obra cargada de claroscuros, una explosión de emociones y sensaciones que van del caos a la serenidad. Refleja quién soy y lo que busco transmitir como artista: la fuerza, la sinceridad y la conexión con la luz”.
El peso de Salamanca en su obra
Al instalarse en Salamanca, Varas encontró una fuente de inspiración inagotable en la ciudad y su entorno. “Es imposible no enamorarse de Salamanca. Sus calles, su piedra dorada, su luz... Todo en esta ciudad es arte. Muchas de mis obras son como pequeños escenarios teatrales en los que los personajes y los paisajes interactúan, como si formaran parte de una obra que se está representando”.
Su pintura cobra vida a través de técnicas como las veladuras, que aportan profundidad y riqueza visual a sus composiciones. “El arte tiene algo que la inteligencia artificial nunca podrá replicar: la emoción que varía según el momento, la luz o el estado de ánimo del espectador. Un cuadro puede decirte cosas distintas cada vez que lo miras, y esa es la verdadera magia del arte humano”.
Mientras mis manos y mis ojos me lo permitan, seguiré pintando
Un mensaje para quienes visiten la muestra
Para quienes se acerquen a la exposición, deja un mensaje claro: “Disfrutad, explorad y desarrollad vuestras ideas. Todo lo que expreséis, sea clásico o contemporáneo, es arte si nace de vuestra esencia. Espero que esta muestra os inspire a mirar el mundo con otros ojos y a encontrar vuestra propia manera de crear”, termina.
La exposición, que reúne obras desde los años 90 hasta la actualidad, permanecerá abierta hasta finales de marzo en la Torre de los Anaya. Podrá visitarse del 29 de enero al 30 de marzo, en horario de mañana y tarde de martes a domingo.
Una oportunidad única para sumergirse en el universo de un artista que ha sabido encontrar la belleza en cada rincón de su vida y compartirla con el mundo.