Almuerzo preparatorio donde el maestro Gonzalo Santonja nos contó sus inmediatos acontecimientos literarios en torno a la tauromaquia de tierras adentro. Y un postre sorpresivo en forma de premio que merece artículo aparte. No faltó la gaseosa bejarana “Molina”.
Siempre resulta de una satisfacción plena los encuentros con el catedrático bejarano y con María Antonia, su esposa, al que se unió el veterinario cuellarano Paco Salamanca.
El encuentro se acordó en la Plaza Mayor de Carbonero el Mayor, sabido es que las tierras segovianas son parte esencial de la vida cotidiana de Gonzalo Santonja, sobre todo los fines de semana. Y el lugar del condumio fue el “Mesón La Plaza”, un sitio que ni muchísimo menos aparenta lo que en su interior alberga.
Créanme, ¡Ni el festín de Las Bodas de Camacho que imaginara Cervantes!, donde por cierto se mencionan las tinajas de barro bien surtidas de vino de mi querido Villarrobledo. Por allí pasó El Quijote en su tercer viaje camino de las cuevas de Montesinos. -¡Vivan Camacho y Quiteria:él tan rico como ella hermosa, y ella la más hermosa del mundo!- (El Quijote).
En este mesón no hubo cincuenta cocineros como en la boda manchega, pero sí los suficientes para realizar un servicio esmerado y realmente diligente. Mientras que en el comedor iban y venían en el trasiego los dos hermanos: Pedro y Pablo, tanto monta,
Y a lo que vamos. Pedro nos sorprendió nada más sentarnos con una fuente blanca e inmaculada donde habían vertido un generoso chorro de aceite picual jienense. Y al lado un cestito de pan blanco. Hagan un ejercicio de imaginación…
A continuación, unas croquetas de boletus insuperables. Sin pérdida de tiempo, cambio de fuentes donde aparecieron unas anchoas (de las de salmuera, arregladas en la cocina) con un fondo de tomate, aceite y ajo. Deliciosas. El carpacho de atún rojo con vinagreta de sardina ahumada, huevo cocido, pepinillo y cebolla fue visto y no visto. Sinfonía de sabores.
Sin pérdida de tiempo -ni de apetito- Pedro nos trajo una fuente de huevos rotos con alcachofas frescas, jamón y foie de pato con reducción de Pedro Ximénez. Sublime.
¡Y las cosas del mar en tierras adentro! Realmente espectaculares. Léase una pata de pulpo a la plancha con patata pochada y fondo de ajo. Unas almejas a la sartén con fondo de salsa verde… y las gambas. ¡Ay las gambas! blancas, de las de Huelva, tamaño idóneo, ofreciendo frescura por doquier y de un sabor exquisito y delicado. ¡Gamba buena en tierras adentro, haberlas haylas!
Cuatro tacos de atún rojo y medio rodaballo, ambos a la plancha y salteados de verduras -al centro-, fueron el remate de un menú largo y primoroso que uno jamás olvidará.
Mención aparte están los caldos, palabro que al parecer no se debe utilizar hablando de vinos, pero... Ellos bebieron un Ribera, y uno su rosado de rigor con la mezcla clásica del líquido dulzón burbujeante, aunque en esta ocasión y de forma excepcional fue con la ya tradicional e internacional “Gaseosa Molina”, naturalmente de Béjar.
Fue traída expresamente por el catedrático desde su casa segoviana, donde acumula este y otros productos de su Béjar natal. Detalle de Gonzalo que se agradece. Y en una bolsa traje para casa una botella de la citada “Molina” y otra de naranja, también de la marca bejarana.
Después del marisco, Pedro nos puso al centro de la mesa unos llamativos y sorpresivos cilindros de plástico. Tras la incógnita y preguntando, Pedro nos aclaró diciendo que apretando en el cilindro salía una espiral en forma de servilleta húmeda.
Otro plato de dulce al centro nos invitó a pedir café y algún licor para Gonzalo en forma de brandy añejo como un “Veterano” de Osborne, que aún mantenía el precinto de las tasas sobre el alcohol y cuyo precio era de cuatro pesetas.
María Antonia pidió agua, Paco Salamanca tomó una bebida larga, y uno un chupito de manzana sin alcohol. Había que regresar a Pucela por la autovía de “Pinares” durante casi 90 kilómetros en perfecto estado de conducción.
Durante la comida hablamos y hablamos de toros, porque Paco Salamanca es, junto a Santonja, un aficionado de los puretas, estrictos y exigentes abonados de Las Ventas, además de conocedor profundo del toro de lidia. Salamanca labora en distintas zonas cercanas, además de ejercer su profesión como veterinario titular de la plaza de toros de Valladolid.
Hablamos también de las actividades literario-taurinas que planifica Santonja para este año y que, sin duda, tendrán repercusión en el ámbito académico y taurino. Pronto habrá noticias de ello.
Como también habrá amplia referencia sobre el premio que le acaban de conceder a Gonzalo Santonja la Asociación Taurina Parlamentaria, una entidad presidida por su paisano Miguel Cid. Otro premio de los importantes que cosecha el catedrático salmantino y van… de ello hablaremos largo y tendido en unos días.
Tras salir a la cuidada y coqueta plaza de Carbonero, Gonzalo nos invitó a conocer la majestuosa parroquia y su monumental retablo. Realmente impresionante. Con la anécdota de Santonja al comentarle al párroco -quién se hallaba en el templo rezando- que en el retablo, plagado de escenas de caballos, faltaba un cuadro de toros!
Inasequible al desaliento en materia taurina el bejarano.