Biotecnólogo segoviano señala que el uso de fármacos para enfermedades cardiovasculares puede reducir daño
El biotecnólogo segoviano Álvaro San Hipólito, ha señalado que "se está observando la capacidad del nuevo coronavirus para afectar el sistema cardiovascular y la posibilidad de que algunos fármacos para tratar enfermedades cardiovasculares sean útiles en la lucha contra el virus y la enfermedad COVID-19".
Así lo ha manifestado a Europa Press este joven científico segoviano que, tras cursar el Master en Investigación Farmacológica de la Universidad Autónoma de Madrid, se encuentra desarrollando su tesis doctoral en el laboratorio del grupo FARMAVASM, dirigido por los doctores Concha Peiró y Carlos F. Sánchez.
Aunque su investigación versa sobre el impacto de la inflamación en el sistema vascular en pacientes con diabetes, su equipo de trabajo, especialista en el estudio de diversas complicaciones vasculares, ha publicado, junto al Cancer Research Centre de la Universidad de Manchester, un trabajo de investigación en la revista científica 'Circulation', en el que defiende que "algunos fármacos análogos de la angiotensina-(1-7), un péptido que participa en diferentes procesos como la regulación de la presión arterial y la respuesta inflamatoria, podrían reducir el daño pulmonar grave presente en la enfermedad COVID-19".
Y es que el nuevo coronavirus, en su expansión por el organismo, se une a a la proteína ECA2 (enzima convertidora de angiotensina II), que se encuentra se encuentra en varios tejidos del organismo, pero con una mayor presencia en los pulmones y en los vasos sanguíneos; "de ello se obtiene una explicación sobre el gran daño que provoca la infección en los pulmones", asevera San Hipólito.
Esta proteína forma parte "de un sistema fundamental para mantener y regular la presión arterial, el balance de sales en el organismo y la respuesta inflamatoria, entre otras funciones". La ECA2 transforma "la angiotensina II en su antagonista fisiológico, la angiotensina-(1-7) que tiene propiedades antiinflamatorias y vasodilatadoras, entre otras".
El problema con la infección del COVID-19 es que al entrar en las células a través de la proteína ECA2, "ésta es secuestrada por el virus, de manera que deja de funcionar. Esto hace que se acumule la angiotensina II que incrementa la presión arterial y la inflamación, y se deje de producir angiotensina-(1-7) protectora".
De ahí viene el criterio en el que se han basado a través de este trabajo de investigación para valorar el uso de este tipo de fármacos en pacientes con COVID-19 y es que según destaca el biotecnólogo segoviano, "la estrategia que se está siguiendo ahora mismo, hasta que se disponga de una vacuna, es el uso de fármacos que se emplean para otras indicaciones y que han probado su efecto beneficioso en el control de la COVID-19, como es el caso de la hidroxicloroquina, que se usaba contra la malaria, y el remdesivir, como tratamiento del ébola".
En cuanto a los estudios enfocados a la obtención de una vacuna, San Hipólito asegura que "existen numerosos candidatos actualmente con buenos resultados, pero que todavía deben estudiarse más profundamente y completar todas las fases de los ensayos clínicos, antes de regularse y empezar su producción y venta".