El diablillo de Segovia es todo un mito. Los turistas que acuden a la provincia a disfrutar de sus calles y del enorme Acueducto que transcurre por la ciudad, no dejan escapar la oportunidad para hacerse un selfie con este peculiar habitante.
Cuenta la leyenda que el Acueducto fue construido por este ser. La historia comenzó cuando una aguadora, que estaba cansada de llevar el cántaro por las calles de la ciudad, aceptó un pacto con el diablo. Él le ofreció construir este emblemático monumento, que le permitiría llevar el agua hasta su casa, a cambio de su alma.
Ella aceptó la propuesta, pero con un pequeño matiz: tenía que estar terminado antes del amanecer. Este se puso manos a la obra, pero con el primer rayo del sol aún le quedaba una piedra por colocar y, por tanto, perdió el alma de la aguadora ya que no cumplió el trato que habían hecho. Según dicen, todavía se pueden observar las huellas de los dedos del demonio en las piedras que componen el Acueducto.
Todo ello no es más que un relato popular que intenta explicar el origen de una de las obras romanas más famosas del mundo. Un histórico lugar que se encargaba de transportar agua del río Frío, ubicado en las montañas a 17 km de la ciudad en la región de La Acebeda. Está construido con bloques de granito parecidos a ladrillos sin mortero. Durante la época romana, cada uno de los tres arcos más altos exhibía un letrero en letras de bronce, que indicaba el nombre de su constructor junto con la fecha de construcción.
La historia, como se puede observar, no deja de ser un mito del que se apropió el Ayuntamiento para crear una estatua de este diablillo próxima al Acueducto que atrajera a los visitantes de una forma original.
En enero de 2019 esta creación apareció en la localidad, con 1.7 metros de altura, hecha de bronce y con un aspecto divertido por su apariencia con unos kilos de más. Además, tiene un tono juvenil con ese detalle como si se estuviera haciendo una foto a sí mismo.
Sin embargo, a muchos segovianos no les gustó la idea de que estuviera ahí ya que lo consideraban una ofensa para la religión católica. Tal fue el revuelo que incluso recogieron firmas para presentar un recurso contra el Ayuntamiento por la instalación de esta escultura.
Pese a los intentos de que se quitara de ahí, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León desestimó el recurso dado que, según alegaba, "el Ayuntamiento no está promoviendo ninguna confesión o creencia religiosa ni tampoco está contra la religión católica".
Han sido muchas las polémicas que han invadido a esta pequeña estatua. Pese a ello, seguirá ubicándose en la cuesta de San Juan esperando a los miles de turistas que cada día acuden a Segovia para hacerse muchos selfies con este icónico diablo.