La Villa de Cuéllar o la Villa del Mudéjar, es uno de los municipios más importantes de la provincia de Segovia, seguramente junto a El Espinar. Cuenta, según los datos actualizados del Instituto Nacional de Estadística, con una población de 9.588 habitantes y está situada al noroeste, asentado sobre una llanura que está atravesada por el río Cega.
Se tiene constancia de la localidad desde la Edad de Bronce y del Hierro y una amplia masa de pinares cubre estos preciosos terrenos, por eso son conocidos como ‘Tierra de Pinares’. Fue asolada por Almanzor y será repoblada, a finales del siglo XI, por el rey Alfonso VI. De ahí, hasta nuestros días.
Muchos años después se abrió en el pueblo segoviano el Bar Gaviota. Fue concretamente en el año 1981. Desde el 2015 su dueño es Miguel Ángel Senovilla, que habla con EL ESPAÑOL de Castilla y León y explica que “comenzamos siendo un bar un poco peculiar de cerveza y vino artesano y abríamos solo un sábado al mes”, explica. Como comenzaron a tener más afluencia de público, comenzaron a hacerlo todos los fines de semana.
Su establecimiento hostelero, que se ubica en la calle Concepción de Cuéllar, se ha vuelto a hacer viral. Todo por una publicación a través de Twitter en la que el usuario: @Líosdevecinos comparte un cartel que apareció en el bar de Miguel Ángel en el año 2018: “Todo aquel niño que esté sin supervisión paterna/materna en este bar será invitado a 3 Red Bull para que luego le aguanten en casa”, asegura el cartel, que ya suma, desde el 19 de enero, más de 250 retuits y miles de “me gusta”.
Los carteles son “historias y anécdotas que nos ocurren en la parroquia”, confiesa nuestro entrevistado. Todo viene de una festividad de San Miguel. En Cuéllar se celebra un concurso de tapas bastante conocido en el que el Bar La Gaviota participa con “una tapa muy currada, elaborada y bonita”, añade.
“El origen de los carteles surge uno de estos días en los que estaban currando tres careros a tope y yo estaba en la cocina, entrando y saliendo. Me encontré con un pequeño de dos o tres años llorando y que daba vueltas. Gritaba: “¡Papá, mamá!”. Yo, con mi cachondeo de siempre, cogí al niño en brazos y pregunté: “¿Este niño es de alguien o me lo quedo yo?””, y a raíz de esta anécdota surge el primer cartel en el 2018.
Cada vez que esto ocurre, aparece un nuevo cartel. Como los siguientes que les adjuntamos:
“Lo que buscamos es que el bar sea un sitio ameno, agradable para el cliente. Sobre todo, para el habitual. La mayoría son, más que clientes, amigos. Es el típico bar en el que la gente entra y le pregunta al de al lado, de verdad, que qué tal está. Un bar de pueblo de toda vida”, finaliza Miguel Ángel Senovilla.
Un bar de rock and roll de las 90, que se dedica principalmente a la cerveza, la música y las copas y que cuenta con una plancha espectacular para hamburguesas y bocadillos.