El convento franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz, en la localidad de Sebúlcor (Segovia), entre las hoces del río Duratón, se podría decir que es único en el mundo. Es un monumento que mantiene casi su aspecto legendario gracias a su difícil acceso. Y es que para poder visitarlo hay que navegar en barca por el río hasta alcanzar la base del peñasco donde se alzan las ruinas. Otra opción es, pero menos apetecible, esperar a aquellos momentos del año en las que baja el nivel del cauce para llegar andando, pero es cierto que no siempre está abierto al público.
Se trata de un emplazamiento que es impresionante a la vista. El convento se encuentra en la cima de una lengua de tierra pero que ha sido encajonada por el río. Actualmente, las aguas del pantano hacen imposible el acceso por tierra y solo se puede hacer en barca.
La orden franciscana funda este convento en el año 1231. Los frailes permanecieron más de seiscientos años, hasta 1835 cuando, por las leyes desamortizadoras de Mendizábal, hubo de ser abandonado para caer en la ruina. En 1953 se construyó en la zona el Embalse de Burgomillodo, que anegó la parte baja de las hoces del Duratón y con ello se cerraron los dos caminos habituales de acceso al convento, el occidental, llamado ‘Portillo de las Tres Cruces’, y el meridional, llamado ‘Portillo de Pedraza’, y un tercer acceso, más dificultoso y menos utilizado conocido como ‘camino de Sepúlveda’. En la actualidad, solo se puede acceder a las ruinas desde el embalse, y por eso, le hace a este sitio un lugar mágico.
Limpio, accesible y que se pueda visitar
Las ruinas del que fuera el convento de Nuestra Señora Ángeles de la Hoz, están declaradas Bien de Interés Cultural desde el 13 de septiembre de 2012, y según afirma el Procurador del Común “son un bien que presenta una especial singularidad por su importancia histórica y arquitectónica, en un marco paisajístico excepcional”. Sin embargo, son muchas las quejas que reciben por parte de Amigos del Monasterio de la Hoz para que se invierta en ellas para su conservación. Esta asociación sigue luchando, después de conseguir que sea declarado BIC, para su consolidación sin que se pierda ni una piedra más. Es decir que esté limpio, con buena accesibilidad y que se puede visitar.
Ahora de nuevo vuelve a emitir una resolución donde insiste en solicitar a la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta de Castilla y León a que se mantenga un seguimiento e impulso de las intervenciones que deben llevarse a cabo en las ruinas del convento “para garantizar la conservación y puesta en valor del bien que está proyectada”. Y es que la Consejería se había comprometido a realizar una inversión, pero todavía no ha llegado.
“Habiendo transcurrido más de dos años desde que esta Procuraduría dirigió la primera de las Resoluciones sobre la conservación de los restos del convento, hay que concluir que las actuaciones llevadas a cabo se han limitado a la realización de ciertas intervenciones de emergencia y consolidación, sin que se hayan completado las sucesivas fases que permitirían poner en valor las ruinas”, explica Tomás Quintana.