Antonio Cortés Izquierdo tenía 48 años cuando dos bombas explotaron en la estación de El Pozo. Él iba en uno de los vagones cuando se dirigía, desde Guadalajara, rumbo a Madrid para trabajar. Como él, 1.755 personas resultaron heridas, 250 graves por el estallido, en apenas cuatro minutos, de diez bombas en varios trenes de Cercanías en Madrid que acabaron con la vida de 192 personas aquel fatídico 11 de marzo de 2004.
“He vuelto a nacer. Este viernes cumplo 18 años”, cuenta este soriano, de 66 años, en declaraciones a EL ESPAÑOL – Noticias de Castilla y León. En la actualidad vive en El Campello (Alicante) junto a su mujer. Jubilado y exdirectivo de una empresa, Antonio disfruta ahora haciendo senderismo, jugando al tenis y escuchando música, con especial predilección por el jazz. De hecho, ha escrito un libro que lleva por título: ‘Jazz en España’, que fue publicado en el año 2018.
Charlamos con este herido en un día del que se cumplen hoy 18 años en la siguiente entrevista:
P.- ¿Qué recuerda de ese 11 de marzo del año 2004?
R.- Lo recuerdo todo. Desde la explosión hasta que vinieron los bomberos a recogerme. Después la ambulancia me llevó al hospital. A continuación, de la llegada al centro hospitalario no me percaté del todo porque imagino que me sedarían en el camino. Cuando me desperté estaba en una sala muy amplia rodeado de otros heridos. A posteriori me sometí a una intervención en la pierna y de ahí me trasladaron a una habitación.
P.- ¿Recuerda a la hora que salió de casa? ¿Dónde se dirigía?
R.- Ese día salía, como todos, a trabajar a Madrid. Cogí el tren sobre las 7.00 de la mañana. Tenía previsto llegar sobre las 8.00 a Madrid. A las 7.50 aproximadamente se produjo la explosión a la altura de la Estación de El Pozo. Acabábamos de salir y se escuchó un estruendo muy grande debido a la explosión.
P.- Sufrió graves daños en una de sus piernas.
R.- Al ir sentado al lado del pasillo la explosión me pilló la pierna derecha. Me fracturó el fémur haciéndome un agujero en el muslo. Los dos tímpanos explotaron por el ruido. Desde aquello llevo audífonos. No he recuperado completamente la movilidad en la pierna.
P.- ¿Qué veía a su alrededor? ¿Creía que era el fin?
R.- Realmente, y no sé el porqué, no miré para atrás. Eso me libró de ver unas imágenes que quizás me habrían afectado psicológicamente. Delante de mí no había muertos, pero detrás sí, aunque no miré para atrás. No me podía mover porque tenía la pierna casi destrozada y me tuve que quedar en mi asiento hasta que me rescataron los Bomberos.
P.- ¿Cuántos días estuvo ingresado en el hospital?
R.- En el Hospital 12 de Octubre estuve ocho días. Después, el seguro, al ser un accidente laboral, me trasladó hasta su centro hospitalario de Majadahonda en el que estuve unos meses más en rehabilitación. Tras esto me trasladaron a casa, pero tuve que afrontar una rehabilitación de un año y medio posteriormente.
P.- ¿Cuándo se da cuenta de que se trata de un atentado y no de un accidente?
R.- Al día siguiente, cuando empiezo a leer la prensa y a ver las noticias en la televisión. Ahí comprendo que lo que he sufrido no ha sido un accidente sino un atentado y que las explosiones no solo se produjeron en el tren en el que yo iba sino en tres trenes más.
P.- ¿Cómo se entera su familia de que usted es uno de los heridos?
R.- Cuando vi la situación en la que estaba lo primero que hice fueron dos llamadas telefónicas. Una a mi mujer, que estaba trabajando en Guadalajara, para decirle que estaba en medio de lo que para mí era un accidente y que me encontraba bien. No entré en el detalle de mis heridas. Llamé después al trabajo para lo mismo. Tenía, esa mañana, una reunión en Sevilla, y avisé para informarles de que iba en el tren. De que estaba bien pero que no podía acudir. Era directivo de una empresa. Después apagué el móvil. Hice las dos llamadas que tenía que hacer y lo desconecté.
P.- ¿Cómo fue la rehabilitación? ¿Le han quedado secuelas físicas?
R.- Al principio fue muy dura. Querían hacerme recuperar la movilidad de la pierna y me mandaban realizar unos movimientos fuertes que me provocaban dolor. Después me fui acostumbrando. Al final, consiguieron que recuperara parte de esa movilidad, pero no al cien por cien. La pierna derecha, que es la afectada, no la puedo doblar entera.
P.- ¿Ha tenido secuelas psicológicas tras el atentado?
R.- No tuve secuelas psicológicas. El psicólogo de mi seguro me hizo un par de análisis y vio que no tenía ninguna. No precisé seguir tratamiento porque podía hablar sin problemas de lo ocurrido.
P.- En cuanto a la gestión del Gobierno de por aquel entonces de atribuirle los atentados a ETA en vez de a Al Qaeda, ¿Cómo lo ve?
R.- Lo pasé mal. Eso sí que me hizo pasar un tiempo que cada vez que oía a los miembros del Gobierno saliente, porque coincidió con las elecciones prácticamente, con sus comentarios asegurando que no había sido un atentado yihadista y con sus elucubraciones y demás, me hizo daño. Veía que nos estaban engañando.
P.- ¿Se engañó a la ciudadanía española?
R.- Sí, está clarísimo que nos engañaron.
P.- ¿Cómo fue su vida tras el atentado?
R.- Una vez que me dieron el alta continué trabajando y después me prejubilé con tres o cuatro años de antelación a la fecha que me correspondía. Una vez jubilado me trasladé a vivir a El Campello, a un piso que habíamos comprado mi mujer y yo y a partir de ahí me dedico a mis ocios y a hacer lo que me gusta. Al senderismo, a escuchar y escribir sobre jazz y ahora, últimamente, colaboro con una asociación sin ánimo de lucro y de ámbito nacional que se llama SECOT, en la que nos dedicamos a asesorar a emprendedores. Periódicamente, cuando tienen vacaciones, viene mi hija, mis nietos y pasan aquí unos días.
P.- ¿Qué se le pasa por la cabeza hoy, que es 11-M?
R.- Hoy voy a ir a la Estación de El Pozo. Voy a participar en el acto que hace todos los años la Asociación 11-M. Recordaré en vivo esta fecha.
P.- ¿Podríamos decir que tras el atentado volvió a nacer?
R.- Está claro, he vuelto a nacer. Yo, este viernes, cumplo 18 años.