En la invernada, qué mejor que echar un rato charlando de toros. Para la ocasión, hablamos con Julio López Martínez, nacido en El Guarnizo (Cantabria), el 12 de noviembre de 1976, banderillero de toros, como reza en su carné profesional nº 152, que ha ido en las cuadrillas del soriano Diego Redondo (novillero, q.e.p.d.), Víctor de la Serna, David Luguillano, Enrique Ponce, Ortega Cano, Manuel Jesús “El Cid”, Alejandro Talavante, José Tomás, entre otros y, en la actualidad en este 2023 recién estrenado, con Juan Leal.
Le agradezco la atención para conmigo y El Español- Noticias de Castilla y León al concederme parte de su tiempo y, a modo de modesta entrevista, le planteo las siguientes interrogantes, no sin antes cederle la palabra por si le apetece hacer algún matiz a lo ya escrito hasta aquí.
Julio, puntualiza: El pueblo se llama “Guarnizo” sin “El”; el personaje con el que más se identifica a la localidad es con el gran Paco Gento “La Galerna del Cantábrico”.
Comenzamos.
P.- Antecedentes taurinos en la familia ¿tienes? ¿de dónde parte tu afición?
R.- En mi familia no hay antecedentes taurinos, ni siquiera como aficionados. Mi interés surge de manera espontánea, viendo corridas en televisión y algún festejo popular en la tierra de mi padre, Guadalajara, y se acrecienta al trasladarnos a vivir a Soria, donde las fiestas de San Juan son un gran escaparate para aficionarte.
P.- ¿Cómo empezó tu idilio con el toro?
R.- La primera vivienda que habitamos en Soria estaba justo al lado de la plaza de toros, desde el balcón se veía parte del ruedo, y desde ahí podía ver los entrenamientos de la incipiente escuela taurina, hasta que me decidí a apuntarme.
Al poco lo dejé y, transcurrido un tiempo, cuando me apretó más el interés, fui a buscarte, el Maestro Palomar ya se había hecho cargo de la escuela y tenía dudas de si me aceptarían; tú me animaste a volver, y desde entonces hasta ahora.
P.- ¿Qué recuerdos tienes de tu estancia en Soria (cuanto tiempo viviste aquí) y de su Escuela de Tauromaquia, compañeros, profesores, ambiente?
R.- En Soria viví alrededor de 12 años. Recuerdos muchos y muy bonitos; el colegio de los PP. Escolapios, Instituto Machado, Escuela de Ingenieros Técnicos Agrícolas, aparte de todas las amistades y vivencias que puede tener un adolescente.
De la escuela taurina lo mismo te puedo decir. Todavía guardo especial amistad con mi compañero Alberto Berzosa, y con muchos de los que en aquella época y lugar conocí.
En cuanto a Maestros, pues lógicamente estoy muy agradecido al Maestro José Luis Palomar, que me enseñó y guio mis primeros pasos; a ti del que aprendí muchas cosas en el plano más teórico e histórico y cultural, y a Ángel Lacarta (q.e.p.d.), que bregó mucho con nosotros y nuestras actitudes juveniles.
P.- ¿Desde el principio tuviste muy claro que lo tuyo no eran la muleta y la espada?
R.- Al principio no tenía claro nada, ya que llegué a la escuela con un desconocimiento total del mundo del toro. Luego quise ser matador, y las circunstancias me empujaron a ser banderillero. De becerrista maté cuatro animales, número totalmente inadecuado para probar si tenía o no aptitudes para haber sido matador, con el perjuicio, además, de que prácticamente no toreábamos en el campo, lo cual hace imposible aprender la profesión. Diego Redondo ya despuntaba por sus cualidades e imagino que el Maestro Palomar, ante la escasez de animales para formar un grupo de 10 o 12 personas, decidió apostar por él (con muy buen criterio, bajo mi punto de vista), y a otros dos compañeros y a mí nos propuso hacernos banderilleros e intentar formarnos de este modo.
P.- Una vez tomada la decisión de iniciarte en el escalafón de plata, sabías que era fundamental la voluntad, la constancia, la preparación, porque aquí nadie regala nada, para hacerte un sitio en esa categoría profesional y, a ser posible, llegar a ser si no el mejor sí de los mejores. Recuerdo verte en la plaza de toros de Soria practicando con el cachete, tratando de afinar la precisión en el agujero de una moneda, sobre un tronco de madera. ¿Qué recuerdos te vienen a la memoria?
R.- Bueno, yo empiezo de banderillero sin tener una idea clara de cual era o debía ser mi desempeño en la plaza. Además, sigo con el hándicap de no poder torear en el campo. Y entonces ocurre algo fundamental en mi carrera, el mozo de espadas del Maestro Palomar, Javier García Igal, se reúne conmigo y me explica tanto las labores de los diferentes tipos de banderillero, lidiador o tercero, como colocación en la plaza, actitud y respeto a la profesión, etc. Es decir, me educa como profesional. Me gusta decir de Javier que “no me enseñó a torear pero me enseñó a ser torero”.
A partir de ahí y bajo su tutela, mucho entrenamiento específico de salón, banderillas, capote y puntilla, y muchas charlas enseñándome la profesión y guiando mi manera de actuar. Todavía hoy en día, cuando voy a Zaragoza, nos vemos y me da una charla, repasando conceptos del toreo de antes, que por desgracia se están perdiendo.
También quiero tener un recuerdo para Vitorio Giaquinta (q.e.p.d.); él fue el primero que me explicó cómo se apuntillaba un toro y, por su intercesión, pude bajar en alguna ocasión a practicar al matadero.
P.- ¿Por qué decidiste encaminar tus pasos hacia ser tercero de cuadrilla y no lidiador?
R.- Comencé queriendo ser lidiador, realicé esa labor en varias novilladas sin picadores e incluso alguna picada, pero como seguía sin tener acceso al campo, que es el lugar natural para aprender a torear, y las novilladas picadas requieren de una experiencia que yo no tenía, empecé a aceptar propuestas para ocupar el puesto de tercero, un poco con la idea de adquirir oficio y conocimientos para en un futuro optar a lidiar.
El caso es que ya me empezaron a llamar como tercero y no pude salirme de ahí. A esto también contribuyó la necesidad económica, ya me había abierto mercado como tercero, y haber comenzado como lidiador hubiera sido un paso atrás, que no me hubiera permitido satisfacer dicha necesidad.
P.- Tu debut como banderillero ¿cuándo, dónde y a las órdenes de quien fue?
R.- Mi debut fue en Soria, no recuerdo la fecha, sí que fue en el año 1994, en un festival. Actué tanto con el Maestro Palomar como con Diego Redondo (en aquella época todavía no tenía muy claro cómo se debía conformar una cuadrilla).
Vestido de torero en Zaragoza, en una novillada económica a las órdenes de Diego Redondo.
P.- Háblanos de Diego Redondo…
R.- Como persona fue mi amigo, qué más te puedo decir; como torero no sabremos nunca hasta dónde pudo haber llegado, se fue de nuestro lado demasiado pronto, aunque, por sus cualidades, se puede intuir que muy alto; tenía valor, clase, estética …, ya te digo, me quedaré siempre con la duda de lo que podría haber llegado a lograr, que, con un poco de suerte, habría sido mucho.
P.- Y de Rubén Sanz…
R.- Rubén es difícil definirlo, y además es amigo también, con lo cual es más difícil todavía hacerlo con objetividad.
Para empezar, es una persona digna de admiración; se propuso ser matador de toros y ahí lo tienes, el único de todos nosotros que lo logró. Para mí es un espejo en el que mirarme, sobre todo cuando las cosas vienen mal dadas. Él ha tenido, y tiene, un gran espíritu de sacrificio, que le ha llevado a lograr lo que los demás tan solo alcanzamos a soñar.
Además, es un torero con un concepto y una manera de sentir, e interpretar, el toreo sumamente exquisita; lo que hace que sea más difícil todavía lograrlo, y los que pudieron verlo en Soria, por San Saturio el pasado año, pueden corroborar que lo ha conseguido. Pegó diez o doce muletazos de ensueño.
P.- De Soria a Madrid ¿Cuándo, cómo, por qué?
R.- En el año 2002 entro a formar parte de la cuadrilla del Maestro Ortega Cano. Allí conozco a su fisioterapeuta, que terminaría siendo mi mujer, que era de Madrid, y como yo tenía claro que tarde o temprano tendría que venirme a Madrid, para seguir avanzando profesionalmente, pues aproveché que el “Pisuerga pasa por Valladolid”…
P.- En tiempos de sequía en el toro, en los inviernos sobre todo y al margen de no descuidar la preparación ¿en qué ocupas tu tiempo laboral, tienes otra profesión?
R.- Me he dedicado muchos años a emplearme como auxiliar ortoprotésico, haciendo plantillas ortopédicas, en una clínica podológica. Desgraciadamente la Pandemia acabó con mi actividad laboral.
P.- Descríbenos tu día a día, cuando no toreas.
R.- Mi día a día suele ser rutinario; caminata hasta la Venta del Batán, unos siete kilómetros, toreo de salón, banderillear al carretón, y vuelta a casa andando también. Por la tarde, entrenamiento con la puntilla, diversos ejercicios físicos para completar la preparación y visionado de festejos en la televisión. Se aprende mucho, y de muchas facetas, viendo y estudiando a otros compañeros, matadores, ganaderías, etc.
P.- De ti se ha escrito que “es un banderillero con una experiencia de muy alto nivel; un tercero de primera línea que siempre está bien colocado, eficaz con las banderillas y certero con la puntilla”. Supongo que estarás de acuerdo, pero ¿sabes a quien se le atribuyen estas descripciones?
R.- Sí, a las dos cosas. Esto lo dice de mí el Maestro Ponce, en su página web, en la sección “cuadrilla”. Estoy de acuerdo porque creo que me retrata a la perfección como profesional, bajo mi punto de vista, claro.
P.- ¿Cuántas actuaciones llevas en tu carrera profesional; las llevas por cuenta?
R.- No, no las llevo por cuenta; sí tengo noción de que corridas de toros me aproximaré a las novecientas; si sumas novilladas y festivales, pues imagino que, moderadamente, por encima de los mil festejos. Ten en cuenta que 2023 es mi temporada veintinueve como banderillero; son muchos años ya.
P.- ¿Cómo ves el momento actual de la Fiesta Brava?
R.- Complicado, hay demasiados ataques externos, amparados en un momento de pérdida de valores, identidad, conocimientos, cultura, de la sociedad. No quiere decir que tema por su existencia, pero no va a ser fácil llevarla hacia delante.
P.- ¿Y su futuro?
R.- El futuro siempre es incierto, pero no en el toro, en cualquier aspecto de la vida. Quiero creer que, basándonos en que los pilares de esto son toro, torero y público, mientras haya quien crie un animal, alguien dispuesto a ofrecerle su vida y alguien que pague por verlo, el toreo seguirá existiendo.
P.- Los toros ¿te han respetado?
R.- Sí, rotundamente. En veintinueve temporadas que voy a hacer en activo, sólo me han pegado dos cornadas; golpes muchos, pero de poca importancia. Casi te diría que me han hecho más mella física el machaque de entrenar y los viajes.
P.- Un tercero que te haya servido de espejo.
R.- Lo cierto es que yo me fijo en todo el mundo; de quien menos te lo esperas aprendes algo que te puede ayudar a solucionar, en determinado momento. No quiero decir nombres, porque me dejaría alguno y no sería justo.
P.- Cuando vienes a torear a Soria ¿qué sensaciones tienes?
R.- Pues, se me hace difícil torear en Soria; siento cierta presión. Los que hemos vivido allí sabemos cómo te tratan los paisanos, cuando las cosas salen bien. Y cuando no salen bien, si no sabes cómo te tratan, te enteras enseguida.
P.- Alguna plaza importante en la que no hayas actuado o ¿las has pisado todas?
R.- Pues, de primera y segunda categoría, en España y Francia, todas; en América no he toreado nunca, pero no le echo cuentas porque lo normal es que un tercero no vaya a torear allí.
Una plaza que sí me haría mucha ilusión torear es Lisboa, pero de momento no se ha dado la ocasión.
P.- Ya sabes dónde y cuándo iniciarás temporada?
R.- En principio, el 5 de febrero, en Recas (Toledo), en un festival a las órdenes del Maestro Juan Leal.
P.- Tu compromiso con Juan Leal ¿es de exclusividad o puedes torear con otros toreros, si te llaman, cuando él no lo haga?
R.- Puedo torear con otros toreros, ya que Juan está administrativamente encuadrado en el grupo B, y solo tienes exclusividad cuando tu torero pertenece al grupo A, también conocido popularmente como “Grupo Especial”.
P.- ¿Dónde te gustaría abrochar tu carrera, en la cuadrilla de quién y cuándo?
R.- ¿Cuándo?, en el momento en que cumpla 55 años, que es la edad estipulada para nuestra jubilación; ¿Dónde?, me gustaría que fuera en Zaragoza, pues allí fue la primera vez; ¿Con quién?, pues lógicamente con una figura del toreo, o con algún matador con el que haya tenido una vinculación especial.
P.- ¿Quieres dedicarnos algunas palabras de despedida?
R.- Quiero darte las gracias por acordarte de mí, para dar a conocer un poco mi vida y mi trayectoria; no en vano, es la primera entrevista que me hacen en tantos años de carrera. Asimismo, saludar a todos los lectores de El Español/Noticias de Castilla y León, e invitarles a que sigan fervientemente con esta nuestra común afición, que tantas alegrías y momentos incomparables nos brinda.
Gracias a ti, Julio, por habernos abierto la intimidad de tus pensamientos y darnos unas pinceladas de tu vida profesional, que deseamos sea, en lo que de ella te quede por recorrer, plena de triunfos y contratos porque tú también te mereces un justo pago, por tu dedicación, esfuerzo y entrega a una profesión tan dura como linda, en la que estás muy bien reputado.
¡Salud y mucha suerte, amigo!