Don Jesús Hernández de la Iglesia fue el letrista del pasodoble ¡Adiós, San Juan!, compuesto en 1946, y que musicara D. Francisco García Muñoz. Ambos formaron un tándem irrepetible que los llevó a componer, cada uno en su género, las entrañables y alegóricas sanjuaneras sorianas. Desde 1936, que presentaron la primera, hasta que en 1989 lo hicieran con la última pieza.

Pero, no tratamos de hacer aquí una apología de su obra, que el lector encontrará a buen seguro en otros medios, a poco que se esfuerce y muestre interés por ello.

Tomamos el epígrafe del titular y, a modo de entradilla, vaya la letra de este pasodoble para dar luego un breve resumen taurino, canónico y popular, de lo que en los recientes días pasados ha vivido la Ciudad de Soria, y todos aquellos visitantes que se han querido sumar al bullicio gozado.

“Fuimos a la Compra, fuimos a la Saca, y el Viernes de Toros fuimos a la plaza, los Agés probamos, luego las Calderas y después bailamos allá en la pradera.

Y entre vino y toros, baile y alegría, bien nos divertimos durante estos días, y cuando sentimos que al final llegamos esta despedida con pesar cantamos:

¡Adiós, adiós, San Juan!; tus días ya se van, adiós cuadrillas, jurados y mozas.

¡Adiós, adiós, San Juan!; tus días ya se van, adiós los cuatros, gaiteros y botas.

¡Adiós, adiós, San Juan!; tus días ya se van, y nos quedamos llenitos de pena, pena penita que nos desconsuela pensando que llega El Martes a escuela”.

“Miércoles El Pregón”, 28 de junio

Abrió el abono una corrida de toros mixta, con un cuarto de plaza, en la que intervinieron, a caballo y rejoneando dos toros de los Hros. de D. José Rosa Rodríguez, el debutante en esta plaza Guillermo Hermoso de Mendoza (Silencio y una oreja); y cuatro toros de Castillejo de Huebra, que sustituyeron a los anunciados de Las Monjas (rechazados por faltos de romana), que lidiaron Manuel Díaz “El Cordobés” (Oreja y silencio tras aviso), en la temporada de su despedida de los ruedos, y el torero local Rubén Sanz (Oreja y silencio).

Fue un festejo carente de toda emoción y, al decir de muchos aficionados tras su conclusión, de los denominados “piperos” por aburrimiento. Para gustos los colores.

“Jueves La Saca”, 29 de junio

Día de fiesta local en el calendario, con miles de almas desplazadas al monte Valonsadero, para presenciar la suelta de novillos, desde Corral Nuevo en Cañada Honda, hecho que se produjo como manda la tradición a las 12 del mediodía, que fueron conducidos a caballo y a peón hasta la Vega de San Millán, donde, no sin esfuerzo, se consiguieron meter los doce cornúpetas.

Más tarde, con hora fijada a las 14,30, se procedió al inicio de La Saca verdadera, la que da sentido y peso antañón a esta tradición secular. Parada en el denominado pinarcillo, donde hace años se construyeron unos corrales, a los cuales consiguieron llegar diez novillos, quedándose en la vega otros dos, que fue imposible “sacarlos” de allí, debiendo ser conducidos en camión hasta los corrales de la plaza de toros, lugar a donde, tras mucho esfuerzo, llegaron por sus patas los diez animales sacados del monte, aunque no agrupados y sí generalmente por unidades.

Por la tarde, suelta de vaquillas en la plaza de toros, festejo remembrante de la otrora prueba de los toros llegados desde Valonsadero.

“Viernes de Toros”, 30 de junio

Novilladas económicas, catalogadas como Festejo Taurino Tradicional, matinal y vespertina. Se lidiaron los doce erales, generalmente abecerrados de presencia y de poca fuerza, pertenecientes a los tres hierros familiares de Alicia García Merchante (1º, 2º y 3º de la mañana, y 1º, 3º, 4º y 5º de la tarde), Alicia Chico García (4º de la mañana y 2º de la tarde) y Valdelarina (5º y 6º de la mañana, y 6º de la tarde).

Destacó el debut en Soria de la novillera Estrella Magán, siendo la primera mujer en hacerlo en tan señalada fecha del calendario taurino soriano. En cuanto a las actuaciones del resto de compañeros, cortes de trofeos al margen porque en estas novilladas es lo de menos, gustaron las maneras de, por la mañana, Cristian González en sustitución del anunciado Aarón Palacios, de Juanillo Bohórquez, poco destacable; y por la tarde Capdevila, Carrión y Donaire, aunque, como se ha escrito, para no tirar cohetes dado el material con el que se enfrentaron.

“Sábado Agés”, 1 de julio

Segunda corrida de toros de abono. Toros de Adolfo Martín Andrés (Adolfo Martín Escudero), para la terna formada por Fernando Robleño (Oreja y ovación con saludos), Octavio Chacón (Saludos y silencio tras aviso) y David Galván (Silencio y dos orejas), en sustitución del anunciado Isaac Fonseca todavía convaleciente de su percance de Colmenar Viejo.

Menos gente en los tendidos que en la primera tarde, aunque la engañosa apariencia diera otra sensación, como ocurrió en aquella.

Los toros bien presentados, de juego variado a destacar los jugados en 1º, 4º, 5º y 6º lugar. Robleño muy profesional y solvente toda la tarde, con naturales de muy buena factura; Chacón por debajo de las posibilidades de su lote y Galván, con el mejor toro por más toreable (6º), también por debajo del animal.

“Domingo de Calderas”, 2 de julio

Cerró feria la tercera corrida del abono. Se lidiaron toros de El Pilar, de justa presentación, flojos y manejables. La terna estuvo compuesta por Alejandro Talavante (silencio en su lote), Emilio de Justo (palmas tras aviso y dos orejas) y Joselito Adame (palmas tras aviso y oreja).

Tres cuartos de entrada aparente. Talavante se encontró con el peor lote, mientras que De Justo y Adame pudieron rentabilizar mejor y a mayores sus labores ya que, de no fallar con los aceros en sus respectivos primeros oponentes, el triunfo hubiera sido más redondo y rotundo del obtenido.

Muchas carencias se detectaron en la organización que, si quiere continuar al frente de esta plaza y alcanzar sus metas, deberá mejorar sobremanera en muchas parcelas.

“Lunes de Bailas”, 3 de julio

Día de ayuno taurino, más religioso por la mañana, con susto a causa del agua caída, pero que remitió y dejó cumplir con la procesión de los santos titulares de cada cuadrilla. Por la tarde, bajada a San Polo, junto al Duero, para merendar, bailar y disfrutar escuchando sanjuaneras a cargo de la Banda de Música de Soria.

Y, por la noche, ¡Adiós, San Juan! Y hasta el año que viene.