No es cocinero de profesión. Se define como un "cocinillas" al que le gusta "chapucear", especialmente con el tema micológico que le "encanta". Él es Javier Jiménez Alonso, un transportista soriano y regente de una humilde casa rural a los pies del Moncayo, a 10 kilómetros de Ólvega, su pueblo natal, junto a su hermano Jesús, que se ha proclamado, por cuarta vez, como el aficionado que cocina el mejor torrezno del mundo en el concurso de las Jornadas de la Matanza de El Burgo de Osma. Un prestigioso certamen alrededor de este producto tan típico de la zona y que en estos últimos años se ha convertido en una competición a nivel nacional.
"Lo hago como me enseñó mi madre que es en sartén y luego los termino en freidora", explica Javier en una entrevista con EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León. El concurso consta de dos aportados, uno para los profesionales y restaurantes y otro para cocineros aficionados, donde participa este soriano desde 2017. Jiménez Alonso ha alcanzado, desde entonces, la final en seis ocasiones, ganando cuatro y quedando segundo en las restantes. En 2020 y 2021 no hubo por la pandemia y en 2023 no participó porque la final le coincidió con un viaje ya programado y además quería "descansar".
Así comenzó todo: "Pensaba que era un evento en el pueblo a nivel local"
Lo que parece claro es que Javier tiene buena mano para el cocinado del torrezno. Todo comenzó hace ocho años, cuando un amigo que produce pancetas bajo la Marca de Garantía del Torrezno de Soria le invitó a participar en una de las fases previas que se celebrarían en Ólvega. "Yo no sabía cómo funciona. Pensaba que era un evento en el pueblo a nivel local", recuerda el transportista, que cuando se encontraba allí les comunicaron que dos pasarían a la final que se celebra en El Burgo de Osma preguntó que "van dos a dónde". "Allí que fui", señala.
Y, aunque en esa primera vez lo "único que quería era dejar un torrezno con condiciones", al final terminó por proclamarse campeón en la categoría de aficionados en su debut. "No es lo mismo en tu casa, en tu cocina, que ir allí, en presencia de público y en una hora que el asunto está un poco más justo", reconoce el cocinero amateur, que explica que la elaboración del torrezno no es tan sencilla como pudiera parecer. Primero hay que pocharlo, un proceso que a él le lleva de 45 minutos a una hora. Aunque son muchos los chefs profesionales que lo hacen en horno, Javier apuesta por la técnica que le enseñó su madre. Esta no es otra que pasar la panceta por la sartén a baja temperatura, para luego terminarlo en la freidora. "Cada uno tiene su historia", admite.
Aquella primera vez despertó el interés de Javier por este concurso y decidió volver al año siguiente, ganando otra vez de nuevo. "Muchos me decían que la primera había sido suerte y calidad. Además, aquella vez fue diferente porque normalmente se llevan los torreznos ya prepochados y se termina de hacer en sartén o freidora, e incluso algunos lo hacen en horno. Aquel segundo año se hizo toda la elaboración allí", relata. Y es que tuvieron una hora para hacerlo y esto supuso un pequeño quebradero de cabeza para Javier, dado que una vez hace todo el proceso del pochado, él los suele dejar enfriar para luego terminarlos en la freidora. "Supuestamente es mejor dejarles enfriarles y meterlos en la freidora, pero allí no nos dio tiempo. Fue cogerlo de la sartén y a los dos minutos en la freidora. Volví a ganar", presume.
En 2019 se volvió a llevar el premio, en 2020 quedó segundo y, tras la pandemia, sucedió una anécdota. Aquel año, en 2022, Javier convenció a un amigo para que se presentase en Madrid, donde estaba porque sus hijos estudian la carrera allí y daba la casualidad de que una de las previas se celebraba allí. Tanto su amigo como su hijo llegaron a la final en El Burgo de Osma, donde se vieron con Javier. "Va y se clasifica. Fueron a la final y me ganó. Me dijo 'esto te ha pasado por enseñarme'", recuerda con una carcajada tras el teléfono.
Trabaja con una panceta "espectacular"
Javier tiene la suerte de poder trabajar con una panceta "espectacular", la de su amigo, de la Sierra de Toranzo. "Todo el mundo cuando la compramos y luego el toque que le doy yo en la sartén la deja más jugosa", puntualiza muy orgulloso.
Por supuesto, esta fama le ha llevado a que sean muchos clientes de su casa rural, El Vallejuelo, los que le piden de vez en cuando que les haga un torrezno. "No tengo ni cocina ni restaurante, pero si me lo piden a veces se lo hago", explica este transportista y hostelero soriano, que también añade que, aunque fue su madre quien le enseñó, es ahora ella quien también le invita a hacerlos porque "los haces mejor".
La anécdota con Fernando Romay
Durante esta última edición, Javier vivió además una anécdota que recordará para toda la vida. En el jurado para los profesionales estaba el mítico Fernando Romay, a quien el cocinero amateur soriano guarda una especial admiración. "Tiene narices que yo le estaba buscando para hacerme una foto y cuando me vio y se enteró que eran mis torreznos me llamó y me dijo 'oye, Javier, que quiero hacerme una foto contigo'. Le dije, 'no, el que se la quiere hacer soy yo contigo'", bromea muy contento.
Javier Jiménez, transportista y hostelero de profesión, no es cocinero, pero los torreznos de su madre le han llevado a convertirse en el "cocinillas" que mejor los prepara en el mundo y eso se ha convertido en todo un orgullo para él y para su familia. Tal es su fama, que incluso, a modo broma, se ha planteado pedirle a la alcaldesa de Ólvega preparar una torreznada para todo el pueblo ante el aluvión de peticiones que tiene. "Buah, vaya día", sentencia rememorando la edición de este año en la que se ha proclamado por cuarta vez como campeón.