El ritmo de los coches se adueña de las primeras horas del día en Soria. Gente que va a sus lugares de trabajo, de escapada o de visita, transeúntes realizando las primeras tareas de la jornada… y en medio de toda esa vorágine, la paz.
El sonido de una fuente, los pájaros cantando, el olor de pinos, cerezos y plátanos convierte la estampa en algo bucólico. Un remanso de tranquilidad en medio de la ciudad que tiene nombre y apellido: CleceVitam El Parque.
Un lugar donde sus residentes son nuestros padres y abuelos y disfrutan de las primeras horas del día acompañados por personas que se han convertido en su otra familia. Esta residencia levantada en los años sesenta por la obra social de Caja Soria, como residencia de válidos, la primera de Soria, se ha transformado desde que en 2012 entró una nueva empresa a dirigir su gestión completa.
6.443 metros cuadrados que se encontraban “muy desfasados”, como asegura a El Español Noticias Castilla y León, José Manuel Millán, delegado de CleceVitam Castilla y León, y a los que han dado un lavado de cara para transformarlos de cara a acoger a personas asistidas, “que es la necesidad que hay ahora”.
Y es que nos encontramos todo tipo de residentes, desde personas con movilidad hasta alguna con diferentes patologías que necesitan más ayuda. Para todas ellas se ha aplicado una “renovación total del centro tanto en habitaciones como en el exterior”, explica Millán.
Distribuida en dos plantas, esta residencia cuenta con 125 habitaciones, de las cuales 70 son individuales, y dispone de salas de estar, dos ascensores modernos, un amplio comedor, lavandería, cocina propia, sala de terapia, biblioteca y cuatro salas más pequeñas para que familiares y residentes puedan tener algo de privacidad, si lo desean.
Un espacio para acoger a 136 residentes, aunque de momento tienen ocupadas 131 plazas, y que tengan todas las comodidades posibles, para lo que “se han reformado los baños de todas las habitaciones adaptándolos con una ducha de baño geriátrico”.
Además de ampliar las estancias personales -las dobles cuentan con 20 metros cuadrados y las individuales, con 14-, y pasillos, la última intervención ha tenido como protagonista la zona exterior. “Era un patio casi intransitable, y ahora lo hemos convertido en una zona paseo, con un pequeño huerto y un jardín adaptado a sillas de ruedas y a las necesidades de familias y residentes”, asegura Millán.
Una inversión total de 3,5 millones de euros para que el centro sea “un lugar abierto para todos, donde se sientan como en casa”, afirma Millán. Y es que este tipo de centros ha cambiado en los últimos años.
“Antes estaba enfocado más a algo asistencial y ahora tenemos médicos, enfermeras, un terapeuta, terapia ocupacional y un trabajador social, que lo que hacen es acompañar y asesorar, porque lo más importante tienen que ser los residentes, no los profesionales”, nos cuenta el delegado de CleceVitam.
El modelo de atención está “centrado en la persona”, puesto que tienen el derecho a decidir cómo quiere que les cuiden, afirma Millán, quien explica que los residentes tienen “libertad de hacer lo que quieran, dentro del horario de comidas que marcamos, pero queremos que lo consideren su casa y que tengan un proyecto de vida aquí”.
Los usuarios sienten que están en su casa por detalles como que se pueden llevar sus muebles de casa y disfrutar del espacio exterior o el paseo por el parque de la Alameda cuando deseen, ya que como nos dice Millán “no es una cárcel y dentro de esa filosofía que tenemos, tienen que tener autonomía propia, hasta donde lleguen, y a partir de ahí estamos nosotros para ayudar, cuidar y acompañar”. Un centro menos rígido que los de épocas pasadas donde los usuarios disfrutan de comida casera o actividades de todo tipo.
José Manuel Millán asegura que cada vez tienen más residentes temporales, algo a lo que tiende el futuro y para lo que están preparados, asegura, puesto que “complementamos lo que las personas mayores no pueden hacer en su casa sin limitarlas. La edad no nos tiene que quitar derechos ni capacidades”. “Debemos ver a las personas no desde las limitaciones que tienen, sino desde el prisma de lo que es capaz de hacer”, sentencia.
Como en casa
Y entre esas personas nos encontramos a María Jesús Escolán, de 82 años y que lleva tres en la residencia. Llegó pese a las reticencias de sus hijos, pero ella está “feliz y contenta”, puesto que tiene libertad para moverse por todos los sitios, pasear y disfrutar de actividades como la pintura o las manualidades. Siente que está “como en un hotel”, ya que todas las semanas le cambian las sábanas y hay “una limpieza exquisita en todas las estancias”.
Además, ella se siente como en su propia casa puesto que se trajo el colchón, fotografías y mobiliario y “hasta me pintaron la habitación cuando llegué”, por lo que ahora no cambiaba para nada su nuevo lugar de residencia. Un espacio donde se siente muy cuidada y “si tienes algún problema está el fisio que te ayuda mucho”, asegura.
Precisamente con él y con la directora, Montserrat Gil acabamos nuestra visita. Gil nos asegura que “intentan que sea un hogar” para unos residentes que llegan, a veces, un poco reticentes, pero que después nota que “evolucionan y mejoran hasta psicológicamente”.
Por su parte, el fisioterapeuta asegura que trabaja “muy a gusto” con los residentes a través de las terapias individuales y en grupo donde mejoran su calidad de vida y de las que “nuestros usuarios salen encantados por el tratamiento que se les da y el cambio en el estilo de vida que pretendemos implantar”.