Medina del Campo reluce de alegría infantil con La Borriquilla
Domingo de Ramos en Medina del Campo con un sol que no ha querido perderse una de las procesiones más alegres y entrañables, esa en la que los niños son los protagonistas, las palmas ondean y las sonrisas sobrevuelan las calles de la Villa de las Ferias. La Borriquilla ha vuelto a lucir de manera espléndida ante la atenta mirada de miles de espectadores que han disfrutado de los futuros cofrades.
Pasadas las 11.30 horas, la Colegiata de San Antolín ha acogido la bendición de los ramos y las palmas y la Eucaristía, en lo que ha sido una novedad, ya que la misma se solía hacer al fin de la procesión, en la Iglesia de Santiago el Real. Con el mediodía ya sobrepasado, de la céntrica ermita ha salido, al paso que marcaba la banda de música de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna, el paso de La Borriquilla.
Una talla de Olot que adquirió Medina del Campo en 1945 y la cual ha ido mejorando su peregrinar por las calles del municipio, desde que procesionaba sobre un carro rudimentario fabricado con ruedas de bicicleta hasta nuestros días.
Cientos de niños de las nueve cofradías medinenses han desfilado con una sonrisa en la boca, de punta en blanco y, algunos de ellos, con tan poca edad que han tenido que salir en brazos de sus padres en lo que han sido sus primeros pasos como cofrades.
Ya desde el inicio en la vuelta a la Plaza Mayor de la Hispanidad, en los laterales se agolpaban ordenadamente los miles de espectadores que han disfrutado de un Domingo de Ramos bañado por el sol y la algarabía infantil. Unos niños que mezclaban la seriedad de quien desfila en tamaña procesión y los juegos y confidencias típicos de quien tiene todo por delante y está disfrutando de un gran día.
Tras su paso por las calles Alfonso de Quintanilla y San Martín, La Borriquilla ha entrado en la Plaza del Pan, siempre escoltada a ambos flancos por los medinenses y visitantes y con el olor a incienso a su paso, el cual marca que Medina del Campo entra en una de sus semanas grandes.
Un peregrinar hasta la Iglesia de Santiago el Real en el que las palmas se han agitado con fuerza para reivindicar la alegría infantil en una Semana Santa conocida por su silencio y recogimiento, pero que también tiene un hueco especial para las secciones infantiles de todas las cofradías de Medina del Campo, las cuales tienen el futuro asegurado.