isaac barrientos opinion articulo valladolid 1

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Valladolid

Heroínas de la normalidad

22 junio, 2017 19:18

Tenía un artículo ya perfilado sobre una de las polémicas de esta semana en Valladolid. La instalación de la pista para disputar un torneo del World Padel Tour en la Plaza Mayor. Que si las gradas este año son más altas, que si la Plaza debería ser para todos y durante una semana queda restringida a un evento privado, que si Puente se enfadó tras la toma de posesión y ahora está encantado, que si genera cierta división interna en el equipo de Gobierno municipal, que si escenarios alternativos, que si retorno económico, que si…

Entonces me crucé con ellas. Celia, Cristina, Inés, Esperanza, Fabiola, Jacoba y Lourdes. Siete mujeres. Siete valientes. Siete heroínas de la normalidad. Y era de justicia obviar el pádel en la Plaza Mayor (que conste que no me entusiasma semejante armatoste en el corazón de la ciudad) y escribir lo poco que sé de ellas.

Este miércoles por la tarde, la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Valladolid celebró la vigésima edición de su desfile de ropa interior y de baño, con las mujeres que han superado un cáncer de mama como verdaderas protagonistas. Un evento fascinante, lleno de energía, de vitalidad, de buen rollo, sin políticos, casi sin medios de comunicación y, sin embargo, me resultó absolutamente trascendental.

Cada uno vive la enfermedad como puede, resistiendo en compañía de los seres queridos, reuniendo ánimos para afrontar los momentos más delicados. Hay quien decide exteriorizarlo, mientras otros lo guardan para el círculo más íntimo y privado. Se hace lo que se quiere dentro de lo que se puede. Faltaría más. No hay una forma mejor que otra.

Estas siete mujeres y las más de cien que acudieron como público me encandilaron. La clave me la dio, poco antes de empezar, Luisa Lobete, gerente de la AECC en Valladolid, explicando con acierto que el gran objetivo de esta iniciativa es transmitir un ejemplo positivo a otras mujeres que ahora pueden estar comenzando un tratamiento, que pueden haberse visto obligadas a mirar al cáncer a la cara, que quizá sienten que su mundo se derrumba, y que gracias a otras compañeras que han atravesado un camino similar, pueden ver algo más de luz en tiempos de penumbra.

Alguna vez me ha tocado cubrir desfiles de moda ‘profesionales’, con sus participantes con el rictus serio, casi cariacontecidos, con una presencia sobre la pasarela desafiante. En la historia que nos ocupa, la dinámica es la opuesta. Sus protagonistas comienzan subiendo a la pasarela a una invitada, alguien con quien compartir un baile, un abrazo, una mirada cómplice que a buen seguro en muchos casos era de agradecimiento por la batalla compartida.

Las dichosas canciones del verano cobraban aquí un significado diferente, hasta agradable, como si hubieran sido compuestas para transmitir una dosis de energía extra, un contundente sí se puede similar al que corean miles de aficionados ansiosos por presenciar la remontada de su equipo.

Salí de allí con una sonrisa, fascinado por la energía que transmitían esas siete mujeres que no sólo habían seguido con su vida tras la enfermedad sino que lo hacían sin prejuicios, sin vergüenza ni pudor, con la gran generosidad de compartir su experiencia y su vitalidad. Bravo por la idea y la perseverancia de la AECC y, sobre todo, bravo por ellas. Por todas.