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Valladolid

18 de julio, ¿Qué significa?

20 julio, 2017 11:50

El 18 de julio de 1936 en España dio comienzo a una guerra fratricida, hermanos contra hermanos, padres contra hijos. Es, sin lugar a dudas, el peor de los capítulos de la historia de nuestro país, el que muchos querrían dejar en el olvido, pero el que se debe recordar, para evitar caer en los mismos errores del pasado.

Yo, en 1936 no existía, no sé lo que es el miedo a salir a la calle y que un vecino que te tiene envidia te acuse de rojo, no sé qué implica escuchar eso de “vamos a dar un paseíllo”, y jamás regresar a tu casa. Yo no sé lo que es tender las sábanas en un día de verano, y escuchar disparos en las tapias del cementerio, haciendo que se te helase la sangre.

No lo sé, porque no lo viví, pero puedo aseguraros que lo siento como si fuera hoy, y eso debo agradecérselo a mis bisabuelos maternos, Esperanza y Pedro, quienes, con sus diferentes perspectivas, me contaron lo que ocurrió en aquellos días.

Mi bisabuelo decía que España estaba muy mal, que la situación era insostenible, que se necesitaba “orden”, y que por eso el defendía las ideas de la Falange, siempre concretando “la de José Antonio, no la de Franco, que ese no era falangista”, pero siempre manteniendo que la Guerra Civil que vino después, no tiene justificación posible.

Mi bisabuela por su parte, mujer rural, y por qué no decirlo, muy alejada de las ideas de mi bisabuelo, revolucionaria y de mente abierta para su edad, me contaba la tragedia, le caían lágrimas por los ojos cuando me decía “Raquel, no sabes hija lo que es estar al cuidado de tus hermanos, y ver como se llevan a tu vecino, a sabiendas de que lo siguiente que vas a saber de él, será por el sonido del disparo en la tapia del cementerio”.

Por suerte, no he vivido el horror de esa Guerra Civil, mis bisabuelos, ambos, consiguieron algo mucho más importante, que es empatizar con lo que ocurrió y además mantenerlo en el presente, para no volver a equivocarnos como sociedad.

He leído y escuchado cosas como las que decía mi bisabuelo sobre la penosa situación económica en la que se encontraba España, muchos son quienes intentan utilizar este argumento para hacer creer que el Golpe de Estado, que es lo que en realidad ocurrió, estaba más que justificado.

Tengo claras varias cosas, la primera de ellas es que no podemos permitir que nadie justifique un Golpe de Estado, porque si nos atenemos a la situación del país, me temo que, con este gobierno del PP, corrupto y podrido hasta las entrañas, a más de uno le sobrarían los argumentos para llevar a cabo otro 18 de julio.

La segunda cosa que tengo clara es que aquel día se atentó no solo contra la vida de las personas, sino contra sus ideologías, contra su decisión, tomada en las urnas en febrero de ese mismo año, de elegir al Gobierno de la II República, la cual trajo derechos sociales y civiles, que ya quisiéramos haber mantenido, para no estar de nuevo teniendo que luchar por ellos.

Lo tercero que no podré dejar de expresar jamás, es la necesidad, el deber moral, ético y político que tiene este país para con aquellos que defendieron el Gobierno de la II República aquel 18 de julio, en el que dejaron la vida. No hay nada más patriótico (aunque el patriotismo parezca patrimonio del lado contrario), que entregar tu vida, para defender a tu país, y su sistema democrático, no conozco ningún demócrata presente en el Golpe de Estado del 23-F, que no hubiese entregado todo por defender lo que tanto costó alcanzar. Por lo que a quienes dieron su vida, la entregaron, se la arrebataron, y ahora están en cunetas, este país tiene una deuda pendiente, que se debe saldar.

Finalmente, y no por ello menos importante, creo que debemos quedarnos con el espíritu de ese 18 de julio, y de quienes defendieron la II República, y no es otro que luchar por lo justo, pero en esta ocasión bajo la unidad, mirando en la misma dirección, y evitando los extremismos. Las decisiones del pueblo, deben ser respetadas, aunque en ocasiones no gusten. No siempre se acierta en democracia, pero sí se tiene el derecho de permitir que nos equivoquemos. Y como diría Machado “Hoy es siempre todavía”. Dedicado a todos los defensores de un mundo más justo e igualitario. No os olvidamos.