Toma La Palabra apuesta por la reutilización de los quioscos vacíos
En los últimos años, y como ha informado el grupo municipal de Valladolid Toma la Palabra, se viene asistiendo al cierre progresivo de muchos quioscos de prensa implantados en la vía pública.
Es un fenómeno que no es exclusivo de Valladolid, sino que se observa en todas las ciudades españolas. El dramático descenso de ventas de la prensa escrita y el cierre de numerosas cabeceras, que tanto ha propiciado el crecimiento de la prensa digital (o de las versiones digitales de los medios tradicionales), ha conducido al actual languidecimiento de este tipo de instalaciones.
En nuestra ciudad se cuentan del orden de 250 puntos de venta de prensa y golosinas, revistas o bebidas, pero que también realizan otras funciones, como la recarga del bonubús o de móvil. Tienen una superficie que oscila entre los 2 y los 12 m2. El Ayuntamiento cuenta con un “censo actualizado de mobiliario urbano - kioscos” de 2003, con 100 fichas detalladas.
Desde el punto de vista administrativo, la mayor parte de estos quioscos gozan de una concesión (uso privativo del dominio público) que se aprueba por Junta de Gobierno y que supone el pago de un canon por ese uso privativo, que tiene la naturaleza de tasa, y que se determina en las correspondientes ordenanzas fiscales. Cuando concluye la concesión el titular debe levantar la instalación y reponer el pavimento en buenas condiciones.
Tenemos algunos quioscos históricos (como el de la Plaza del Caño Argales), otros denominados “modelo antiguo”, otros más “modelo Paseo de Zorrilla”. También los hay específicos y singulares (llamados “modelo de diseño”, como el de Teresa Gil, el de la calle de Santiago o el acristalado de Recoletos), otros más no se rigen por ningún diseño especial; y los hay que responden a unas pautas que en su día aprobó el Ayuntamiento (poco antes de 2000; los denominaban “modelo convenio”), junto con una serie de subvenciones tendentes a impulsar la sustitución de los existentes (una subvención variable en función de si se disponía la cubierta de cobre o no). El convenio que se firmó entre el Ayuntamiento y la Asociación Vallisoletana de Vendedores de Prensa (ASVEPREVA) en 1997 establecía las condiciones de esa sustitución.
Precisamente ASVEPREVA, según conversaciones mantenidas, vería con buenos ojos el estudio de posibles alternativas para frenar este proceso de vaciado, debido en parte al desplome de ventas, pero consecuencia en algunos casos de jubilaciones. Aún sin datos oficiales, diversas estimaciones cifran la caída de ventas de periódicos en nuestro país en torno al 30% en los últimos años, y de los ingresos por publicidad en torno a un 40%. La crisis ha asfixiado a los quioscos y ha obligado a cerrar, desde el inicio de la crisis, a un 30% de ellos según las estimaciones menos pesimistas.
No se trata, por tanto, de un problema exclusivo de Valladolid. En otras ciudades se ha empezado a plantear la posibilidad de dotar de nuevos usos a estos elementos urbanos. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Valencia dio inicio en 2016 a un proceso que contemplaba la elaboración de un censo de quiscos vacíos, un estudio sobre posibles cambio de ubicación que pudieran favorecer su actividad y una reconversión en puntos de venta de entradas para espectáculos municipales en algunos de los que permanecieran cerrados, así como un replanteamiento de la ordenanza de espacio público. Es necesario recabar propuestas que, como esta, permitan encontrar alternativas viables de uso a los quioscos que se encuentran actualmente sin actividad.
Por todo lo dicho, Valladolid Toma la Palabra propone el debate de la presente moción para que estos quioscos que se encuentran sin utilidad en la vía pública, la encuentren.