De tentaderos, cumpleaños y merienda por Tordesillas
La afición al toreo de mi amigo Chuchi es incontenible, hasta el extremo de celebrar su cumpleaños lidiando un añojo que su esposa le regaló por su aniversario. Cada uno con sus pasiones hace lo que considera oportuno!!
Ya les he hablado en alguna ocasión de mi amigo Jesús Martínez (Chuchi para los amigos). Este abogado riosecano, afincado en Pucela, comparte despacho profesional junto a su esposa Marta y es un insaciable consumidor y conversador de todo lo que huele a toro. Pero además torea y lo hace bien. Y encima es generoso regalando su amistad.
Tras la finalización del curso del Taller de Tauromaquia que dirige otro buen aficionado como es Felipe Romero (donde Chuchi comparte taller con otros veinte aficionados prácticos) nuestro amigo el letrado se quedó con ganas de hacer algo en solitario y montó “una encerrona” donde fuimos invitados su amigo el magistrado salmantino Paco Salinero (precioso apellido taurino) y un servidor.
La “encerrona” (en el argot taurino se refiere cuando un torero se anuncia en solitario para matar una corrida de seis toros) fue en las instalaciones que el picador profesional Javier Bastida ha montado muy cerca de Tordesillas, en un paraje donde se divisa y huele al padre Duero permanentemente. Y allí nos fuimos los convocados por Chuchi, donde nos esperaban dos amigos del “torero” como Herminio Jiménez, “Hermi”; un banderillero profesional que, tras un fugaz paso por el escalafón de los novilleros, decidió cambiar el oro por la plata, y la verdad es que maneja las telas con técnica y primor.
El otro amigo mencionado es el joven ganadero y aficionado Antonio Boyano, de Villalpando. Boyano también lo intentó de novillero y ahora disfruta en sus campos con su ganadería (Hermanos Boyano de Paz) de procedencia Aldeanueva y ya han debutado con picadores. Antonio y Hermi fueron los encargados de parar el becerro y ayudar en las tareas propias para que nuestro torero se luciera.
Pero antes debemos narrar que Chuchi (yo lo he bautizado como “Curro Leyes”) es muy ortodoxo y le gusta, como buen aficionado, seguir los ritos y la liturgia taurina. Por ello se vistió de corto con un terno color canela, su pañoleta a modo de faja y un sombrero cordobés haciendo juego. Y a todo esto el magistrado Salinero ejerciendo de “mozo de espadas” del abogado-torero, con los avíos bien colocados y su agua fría preparada tras el burladero de la enorme plaza de tientas. Incluso Salinero se atrevió a manejar el capote de “su torero” dibujando al aire una verónica, momento que captamos con nuestra cámara y cuya fotografía ilustra este reportaje.
Y ahí estaba nuestro “Curro Leyes” endilgándole al montalvo hasta cuatro verónicas bien rematadas con una media. Buchito de agua por el esfuerzo y Salinero, su mozo de espadas, le entregó de inmediato la franela para que nuestro torero se recreara con el añojo tras vanos intentos. Cuando le cogió el aire- y el Montalvo se paró- surgieron derechazos bien ejecutados, aunque el beverro por ese pitón no iba bien. Y lo mejor llegó con la zurda donde el riosecano paró, mandó y templó como los cánones.
Fueron muchos minutos en la cara del becerro que al final, ya anochecido, enfiló el camino de chiqueros. Antes, nuestro torero había cedido los trastos a sus “subalternos” que también le sacaron algunos pases al animal recordando sus etapas novilleriles. Cuando Chuchi se retiraba hacia el burladero surgieron los aplausos del clá. Aplausos merecidos por su faena, aunque nos confesó que le hubiera gustado estar más sosegado ante el desclasado novillo.
En fin, crónicas de amigos, para amigos y entre amigos. Lo cierto es que pasamos una tarde deliciosa (con merienda cena incluida) que alargamos hasta la hora bruja en un ambiente cordial y distendido.
A que no saben de qué hablamos en la sobremesa?????