Crónicas urbanas, de artistas y de toros
No conocía al personaje vallisoletano en cuestión. Y las referencias estaban cerca de casa. Fue a través de un redactor de La 7 (RTVCYL) quién me informó sobre este artista y polifacético pucelano. Se lo habían comentado unos amigos muy allegados al pintor y me dijo que podían mostrarnos ingente cantidad de documentación, bocetos, pinturas y dibujos taurinos.
Y allá que me fui al final de la calle Goya, a un establecimiento legendario de Valladolid como el de la familia Angulo, dedicada desde 1900 a la tapicería. Y la primera sorpresa fue un escaparate lleno de taurinismo y de añoranzas. Alejandro Angulo, un casi octogenario, es el autor de esta muestra que nos enseña orgulloso y, aunque él no es excesivamente muy de toros, quiere mantener viva la afición que siempre tuvo su padre.
Son dos años consecutivos mostrando este escaparate cuando llegan las fiestas patronales. Carteles, folletos, entradas, fotografías de los más diversos diestros; entre ellos a Santiago Castro “Luguillano” con un poster enorme, además de una muleta, un capote y una montera del torero de Mojados. El Maestro Santiago, uno de los toreros importantes de nuestra Tauromaquia, mantiene una estrecha amistad con la familia Angulo.
Y en un rincón del escaparate ha montado el bueno de Alejandro una capilla con la Macarena rodeada de cirios. Pero el fin primordial de nuestra visita era conocer en profundidad al artista olvidado, al polifacético pucelano y sus obras; a Jesús Hernández Salvador.
Alejandro Angulo ha cedido la continuidad del negocio a su sobrino del mismo nombre y apellido; ambos nos reciben en el taller de tapicería, y al entrar otra agradable sorpresa: entre maderas, gomaespuma, herramientas y útiles del tapicero ya habían colocado sobre dos tableros, con sumo cuidado y meticulosidad, una enorme cantidad de material perteneciente al difunto pintor. Y a partir de ese momento es cuando Alejandro nos va contando su amistad con Hernández Salvador.
“Era un hombre con gran sensibilidad- nos dice Alejandro en tono afectuoso y muy expresivo- y tenía una facilidad pasmosa para dibujar; cogía un papel o una servilleta y te dibujaba un torero o un toro con la plumilla o cualquier lápiz”. “Todo lo que tengo fue regalado por él, además de óleos y tablas”- nos comenta orgulloso-.
Jesús Hernández Salvador nació en Valladolid, en 1930, en la calle Marqués del Duero. Tras la enseñanza primaria en el colegio San Isidro, a los 15 años ingresa en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos, compaginándolo como aprendiz de cajas en Gráficas Sánchez. Entra a trabajar como cajista y dibujante en Miñon y sigue los cursos nocturnos de la Escuela de Artes y Oficios, donde entabla amistad con el pintor Luis Sanz.
En 1955 se traslada a París y consigue aprobar el examen de ingreso en La Ecole Nationale Superieure des Beaux Arts. En la Ciudad de la Luz permanece hasta 1974 donde expone en solitario y colectivo, tanto en Madrid como en París; conoce a su paisano Capuleti, a Eduardo Arroyo y Alfonso Abelenda, entre otros pintores españoles. En 1974 regresa a España y, además de exponer, diseña bisutería y botones para alta peletería, así como sus trabajos de investigación plástica.
En los años 80 trabaja con intensidad y viaja a diversos estados de Norteamérica sin exponer. En 1992 muestra su exposición privada en Madrid con obras pertenecientes a la colección familiar. Se publica su libro de dibujos "La Tauromaquia I" con prólogo de Rafael Campos de España. Ilustra "Bodegones de Eros y otros cantos" de Ramiro Lagos, de Ediciones Centro de Estudios Poéticos Hispánicos con prólogo de Jose María Cañete y posteriormente publica “La Tauromaquia II. En 2007 se publica su tercer libro Jesús Hernández Salvador, “Dibujos y Pinturas”.
El historial de nuestro personaje, fallecido hace unos años, es mucho más amplio, pero lo dejamos aquí, no sin antes despedirnos de nuestro anfitrión, Alejandro Angulo, quien nos muestra lo que decían de él en la presentación de una exposición póstuma del artista en Madrid: “Dibujante, ilustrador, investigador plástico y, finalmente, pintor de amplísimo recorrido, con el amor que el pintor vallisoletano Jesús Hernández Salvador profesó a la Fiesta toda su vida”.
Pues son las cosas que tienen estas crónicas urbanas que, de súbito, te encuentras cosas bellas cuando menos te lo esperas. Viene bien para arrancar las ferias y fiestas de Valladolid, con su feria taurina. Faltaría mas!!!
Gracias, amigo Alejandro Angulo, tapicero ilustre, por recordar a este personaje vallisoletano; olvidado por completo por sus paisanos.