Crónicas rurales y gastronómicas: Castronuño
Hacía tiempo que nuestro amigo Mariano Hernández, el agricultor jubilata de Castronuño, no invitaba a una de sus populares y deliciosas parrilladas en la bodega de su propiedad y ayer llegó el día. Desde Pucela nos acercamos Poli y Mariano por un lado, que se adelantaron para ir preparando la leña y las viandas, y un servidor que llegó más tarde. También se unió a la comilona el alcalde de Villafranca de Duero, José Antonio Seco, un tipo interesante y buen conocedor de la viticultura.
Y desde Frandovínez la familia de nuestro amigo Castellanos casi al completo. Llegaron a Castronuño, tras recoger a Castellanos en Valladolid, con el nuevo “carro” de Jesús Angel pero conducido por su sobrino Miguel ya que Jesús Angel venía con un brazo enyesado tras un accidente doméstico. Y con ellos los hermanos Fidel y Alejandro Mata; unas gentes, todos, de una calidad humana extraordinaria.
Y generosos. Aún le recuerdo a Fidel los exquisitos codillos que nos preparó en la última visita a su casa. He prometido ir a verles a Burgos en su campeonato de bolos de los que son auténticos ases. Será la próxima semana con motivo de la feria taurina de la capital de El Cid.
Tras dar cuenta de las viandas de Diego, más las que habían preparado Mariano y Poli, con su correspondiente clarete que trajo Poli -todo un experto desde sus tiempos en el antiguo hotel Conde Ansúrez, el de los toreros- varias botellas de tinto ribereño, la leña estaba en su punto y Mariano y Fidel se dispusieron a preparar la parrillada: unas deliciosas lonchas de panceta y un buen número de chuletillas de lechazo, entremezcladas con filetes de pierna y paletilla.
Antes dimos cuenta de unas crestas de gallo que Castellanos había preparado de forma primorosa. Buena mano tiene mi amigo para la cocina. Aún recuerdo la alubiada…
Sensacional la parrillada que devoramos con auténtica fruición acompañada de unas ensaladas. El postre también fue cosa de Poli y nos obsequió con una carne de membrillo, deliciosa, elaborada de forma artesanal por su esposa que fue oficial de confitería. Los cafés, con la correspondiente crema “la Lechera”, también fue una contribución de Poli.
Chupitos variados de la bodega de Mariano completaron un menú delicioso y tradicional. Hablamos de política, como no. Y de toros, faltaría más. Cada mochuelo a su olivo y uno camino de Ledesma donde mi amigo Ignacio López Chaves organizaba un tentadero cuyo reportaje salió ayer mismo.
Por cierto que a una decena de kilómetros de Salamanca me pillo un tormentón de los que hacen época. El diluvio parecía y cargado de piedra que duró más de media hora. Tocó refugiarnos porque conduciendo, y solo, me rilo…
P.D. Se me olvidaba que Mariano nos enseñó una botella de tinto de Israel que prometió abrirlo en la próxima… Y es que Mariano es un viajero impenitente y sorpresivo.